Corro de Riaño: 'Vuelo de halcones y memoria del Desconocido sobre el pantano'

Víctor Llamazares, Moisés Vega y Cristian ‘refrendaron’ su gran semana y Rodri se llevó su espectacular batalla con Tomasuco

Fulgencio Fernández
19/08/2018
 Actualizado a 17/09/2019
Rubo Fierro y Moisés ofrecieron lo que para muchos espectadores fue el combate más vibrante de la tarde. | MAURICIO PEÑA
Rubo Fierro y Moisés ofrecieron lo que para muchos espectadores fue el combate más vibrante de la tarde. | MAURICIO PEÑA
El corro realmente empezó, la historia manda, por la mañana en Nava de los Caballeros donde se le rendía homenaje a un grande: Nano, El Caballero de Nava. La lucha también necesita nutrirse de la memoria de gente como él y no olvidar sus enseñanzas, lo que significó para la lucha: la calidad, la elegancia y el reconocimiento a los rivales. Cuando a Nano le decías «esta maña dicen que la dabas muy bien» siempre respondía, «el que la daba muy bien era…» y añadía, según las mañas, los nombres de Julio El Zazo, por el que sentía pasión, Cayo de Celis … y tantos otros con los que se agarró hasta sus 40 años, que estuvo en activo.

Ganó Víctor en ligeros pero el protagonista fue ‘El Halconero’, que derrotó a Oblanca y Filín de Remolina Y en ese reconocer la belleza de lo que otros hacen hubo este domingo en Riaño un ejemplo impagable, al margen de la clasificación final. El vuelo de los halcones planeó sobre las aguas del pantano con la tarde de un chaval de Arcahueja condenado a pelear contra los elementos, que en lucha llaman peso: Alejandro Franco, El Halconero, que anda por los 57 kilos, 10 menos que la mayoría, como cuenta Nano que le ocurría al Zazo de Barrio. Nadie se podía creer ayer en Riaño que El Halconero mandaba para casa a las primeras de cambio a Javi Oblanca, bien es cierto que la última entera bien pudo ser media, pero el espectáculo ya estaba dado: cadriladas, vuelos, medianas… Y repitió incredulidad de la grada cuando el siguiente pasajero hacia la nada que envió Alejandro fue un Filín Acevedo que luchaba casi en casa, por parte de madre, Remolina. Pero quien era un remolino de lucha fue, nuevamente, El Halconero.

Bien es cierto que ahí se acabó su vuelo pues en semifinales le esperaba un hombre tranquilo, Víctor Llamazares, que cada día huele más a película: «Víctor o Victoria», que viene a ser lo mismo. Catorce de catorce.

Nuevamente se metieron en semifinales los hermanos Del Blanco, nuevamente pasó a la final Dani. Y nuevamente gano… Víctor o Victoria, Llamazares; que en años pasados supo lo que ahora sufre el Halconero pues lo sufrió él cuando subió a medios.

Hoy Nano hablaría de El Halconero 

Fue Nano protagonista indirecto de una de las anécdotas más repetidas de la lucha leonesa, cuando se medía al ‘pillo’ Miguelín y éste le convenció de que le dejara darle una caída «porque tengo mirando a una novieta y no queda bien que me tires como un trapo». El Caballero accedió y Miguelín tenía otra treta para la segunda caída, un pozo en la pradera, al que llevó a Nano, al que explicó, cuando le pidió explicaciones: «La lucha es así».

Tomasuco-Rodri, «paga el tiro»


No quedan en el circuito pillos de aquella raza, pero hay combates en los que los aficionados disfrutan con la tensión, la igualdad y la polémica. Y más en Riaño donde «el corro suena de otra manera», donde tantas veces se calienta la tartera con el eco contra el techo de las protestas, los aplausos...

Por eso ayer el siempre vibrante combate entre Tomasuco y La Perla Rodri lo fue más. Y además en la final. Estuvieron a caída y media y hubo polémica en todas las caídas, en las cuatro que llevaron al empate. Tomasín no estaba de acuerdo, sobre todo en la primera entera; Rodri también se quejaba de otra... y el público de todas. «Lo pondrás en el periódico» te increpan, pero «¿qué pongo si cada uno opináis una cosa?».

Lo más vibrante de medios volvió a ser el duelo entre Rubo y Moisés y lo más emotivo la final de Bulnes Pongo que fue un combate para enmarcar, otra vez, y que ellos acabaron abrazados porque ya no quedan pillos que impidan finales así.

Pero Nano también hubiera aplaudido las cadriladas con el hidráulico pues de Sansón que no dejaron a Diego Arce ni la posibilidad de defensa que otros días encuentra ¡Cuánta gente tiene ganas de que Sansón gane un corro! Se le quiere a este ejemplar ilustre veterano, que siempre está ahí y que es un espectáculo cuando arma sus brazos.

Hablábamos de que el combate entre Tomasuco y Rodri es de los que los castizos dicen que «paga el tiro». Pero ayer lo pagaría aún más, si habláramos del momento más vibrante, el combate entre Moisés y Rubo, viajando a medios, a la semifinal. El tipo serio de Cistierna (que sólo quiere decir que pone cara de serio pero es un tipo entrañable), Moisés, y el niño con cara de bueno al que quiere la grada, Rubo. Lucha de quilates, Rubo que se adelanta con caída y media. La grada atenta... y La Roca lanza sus furibundos ataques, imposible pararlo y logra dos enteras, a las que la grada decepcionada responde con una ovación cerrada, como si escribieran sobre las aguas del pantano «gracias por la lucha».

Rodri se llevó este domingo una final frente a Tomasuco en la que hubo polémica y tensión en todas las caídas Pero Nano, que luchó hasta los cuarenta y..., hablaría ayer del finalista: Guillermo Rodríguez Bulnes, el otro Chaval de Nicasio. Y de Riaño. Del lugar. Que también tiene 40 años y era un tipo feliz cuando se metió en la final aunque supiera que su destino era chocar contra La Roca. Y lo fue. Pero hay que agradecer a los veteranos del club de los 40 –Bulnes, Javi Oblanca, Ángel Pérez...– lo mucho que le siguen dando a los corros, que no todo es ganar.

Hoy Nano hablaría de El Chaval de Nicasio, que la lucha es el único deporte que permite se protagonistas también a los espectadores.

En tiempos de Nano era habitual leer en las crónicas de un corro leer en la reseña: «Brillante papel del Desconocido de Redipollos». Riaño vivió una de estas gestas, con El Desconocido de Vegas, que pasó a ser El Ingeniero de Vegas, Luis Rodríguez Verduras, tristemente fallecido en la guerra.

La lucha vive en pesados, en estos días, la irrupción de un nuevo Desconocido, aunque ya no es posible lo de apuntarse así. Pero responde a esa figura. Se llama Andrés Mínguez, viene desde Valencia, es judoka, tiene planta de gran deportista... y lo es. Y sembró el pánico en Boñar ganando el corro a base de cadera y dedillas fulminantes. Su víctima en la final aquel día fue, precisamente, el luchador local, Cristian, al que robó la posibilidad de ganar su primer corro en su pueblo.

Cristian González aprendió la lección de Boñar y no le dio ninguna opción al ‘Judoka errante’ en la final  ¿Buen día para el Desconocido? Se metió en la final y allí le esperaba nuevamente Cristian, para el que ya no era un desconocido y el atlético chaval de Boñar se permitió el lujo de aplicarle su propia medicina, dos dedillas para las que el valenciano judoka errante no tuvo respuesta.

La única pena es que en el camino del judoka vivimos la última lesión del maratón, el último «para el desguace» en el argot de esta semana. Precisamente el luchador más sorprendente del año, el Nuevo Jesús Quiñones, dañado en el hombro, posiblemente con rotura de fibras. Una pena.

Cerramos con Nano y los desconocidos y los cuarentones. Siempre cuenta Bernardo el de Villarmún, otro grande, que fue a luchar a Lillo en sus inicios, un poco sobrado pues cortejaba por allí y ni miraba para el corro. «Quién me tocó?» preguntó y le dijeron, «aquel calvo, mayor». Salió confiado y «cuando me quise dar cuenta me había enroscado dos veces como el que mete una chaqueta debajo del brazo».

Volvió junto a los suyos, con la cabeza agachada, y al analizar lo que había pasado le dijeron: «El paisano calvo, ya mayor, se llama Eutiquiano Urdiales y es de Nava de los Caballeros, no se te olvide jamás».

No se le olvidó al bueno de Nardi. Ni a los que ayer acudimos a Riaño recordar que el corro había empezado unas horas antes en Nava, donde se honra a los caballeros, a los luchadores.
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