Todas las conversaciones con Eutimio Martino empezaban de la misma manera, era una especie de rito repetido una y otra vez, allá donde estuviera el jesuita sajambriego, de Vierdes, el pequeño pueblo donde nació el 5 de mayo de 1925, hace un siglo y varias semanas.
-¿Qué dice el sabio Martino?
Y Eutimio Martino tuerce el gesto, como si le doliera el calificativo, y reflexiona: "Sabio, qué expresión, no me atrevo a decir cuántos que conocemos la merecen. Te digo más, no sé si cabe en ella la expresión de aprendiz de sabio. Ni eso me atrevo a decir que sea, ni aprendiz". La última vez algo cambió, aunque con un matiz de su conocida ironía, aquella con la que decía "qué fácil es saber de todo... ¿La era del Moro? Pues donde trillaban los moros... aunque no haya ni rastro de ellos en el lugar".
-¿Qué dice el sabio Martino?
-Ya sabes que yo soy muy de expresiones populares, de tradición oral, y si nos acogemos al refrán de que "más sabe el diablo por viejo que por sabio...", habiendo cumplido un siglo la parte que me toque por viejo la acepto, eso es una evidencia marcada por el carnet de identidad. Algo es algo, sobre todo viniendo de él, un irreductible... "es que el no tengo hijos que atender me da una libertad que no todo el mundo tiene". Y no se apea de sus teorías, más bien investigaciones, aunque alguna vez habrá errado.
-¿Nunca se ha equivocado en sus predicciones o intuiciones?
-Hombre, cómo no. Sabios no sé cuántos habrá pero dioses sí, uno, y no soy yo, te lo aseguro. Es fácil imaginar el dolor de Martino estos días, lejos de su tierra, en su destierro en Villagarcía de Campos, como dice con ironía recordando que su voto de obediencia le llevó a esta tierra cuando se cerró la residencia que los Jesuitas tenían en su León. Es fácil imaginar el dolor que estos días padece Eutimio Martino, viendo arder Picos de Europa, un sajambriego como él que pateó pueblo por pueblo, monte a monte, río a río, buscando historias, topónimos, hidrónimos, leyendas... para sus libros, para sus teorías. Y pasadas todas ellas por el filtro de la lógica, que también considera —con evidente ironía— muy peligroso: "Si echas a moler el molino de la lógica... te acaba moliendo a ti". En el molino de la lógica fue a beber para una de sus investigaciones más controvertidas, en Asturias, sobre el origen de la Reconquista, Covadonga... «Más que lógica es sentido común. Dice la Crónica de la Reconquista que ‘el río Pianonia venía desbordado y Pelayo, sin abandonar su caballo, pasó a la otra orilla’. Los historiadores oficiales dijeron Pianonia, pues río Piloña, pero acudo a este río y no lo cruza a caballo si va desbordado ni Pelayo ni nadie. ¿A nadie le extraña? Ocurre, una vez más, que primero se escribe la historia y después se ajusta a ella, según intereses». Y añade más datos, que le llevan a otro lugar que cita la Crónica, Breece, que no aparece por ninguna parte en las cercanías del Piloña... "No pasa nada... pues habrá desaparecido, dicen, y se quedan tan anchos".
Y de ahí vuelve a pisar el terreno para sus investigaciones plasmadas en el libro ‘La rebelión de Pelayo’ y todos los ríos, poblados, topónimos y hasta la famosa escaramuza tienen encaje en Picos de Europa: «Allí sí hay un poblado que se llama Brez y un río Belondio, que bien podría ser el Pianonia. Estos son solamente algunos indicios, hay muchos más, todos ellos explicados en el libro». Ya no es Martino el único que defiende esta tesis, aunque algunos de los que ahora lo hacen no se dignen en citar al jesuita de Vierdes.
Hablaba Eutimio Martino de leyendas, de expresiones... otra escuchada en su infancia acabó en un libro, en su título: ‘Si yo tuviera pluma...’, en el que trae a Cervantes hasta León. «No hay una prueba definitiva, una partida de nacimiento, pero sí la suma de un mosaico de pruebas de todo tipo —desde históricas, literarias, estilísticas, de costumbres o tradición oral– que no me dejan otra salida: Era de Sajambre, donde escuché en mi infancia el dicho: ‘Si yo tuviera pluma te contaría que Cervantes es de aquí’.»
Son solo algunas historias, casi anecdóticas, de la biografía de un sabio que dice no serlo, con un currículum académico espectacular en el que se puede leer: «Aprende griego y latín como materias fundamentales: lee y traduce a Homero, a Demóstenes, a Virgilio, a Cicerón y a otros muchos autores clásicos; domina el griego, el latín, el alemán, el inglés, el francés y el italiano; estudió en Comillas, Fráncfort, Dublín, París... siguió metro la romanización de León, dijo antes que nadie que la capital era anterior a la Legio VII... y cuando le llamaron loco dijo: ‘Tú verás a los que me insultan dando conferencias del origen de León anterior a la Legio VII’.» Y las he visto.