Si estás leyendo esto, déjame decirte algo: 'Tres latidos' no es solo un libro de poesía. Es una respiración. Una conversación íntima contigo, con tu memoria, con lo que has amado o perdido. Es una forma de decir «yo también he sentido esto», pero desde el verso, desde la emoción exacta, desde esa verdad que a veces no sabemos cómo nombrar y que, sin embargo, alguien escribe y nos la entrega.
Concepción Hernando ha publicado este segundo poemario con Mariposa Ediciones –donde también vio la luz su primera obra, ‘Miradas de luna’– y te puedo asegurar que esta nueva entrega no es una repetición: es una madurez. Una revelación tranquila. Una voz que no quiere exhibirse, sino acompañarte.
El libro se divide en tres partes: la muerte, la vida y el amor. Así, sin adornos. Y aunque pudiera parecer que vamos de lo oscuro a lo claro, la verdad es que todo en este libro respira luz. Incluso cuando habla del final.
En los poemas del primer bloque, el de la muerte, no hay miedo. Hay comprensión. Hay respeto por el proceso. Verás versos como este: «Morir no es acabar, / sino esperar a que algo tuyo resucite».
Y quizá, como me pasó a mí, sientas que esa frase te coloca en otro lugar. Porque lo importante aquí no es la idea de desaparecer, sino lo que queda: en otros, en lo escrito, en lo vivido.

Cuando llegas a la parte de la vida, todo cambia de ritmo. Empiezas a ver más aire en las palabras, más tierra, más sol. Hay versos que parecen escritos para recordarte que sigues aquí: «Hoy quiero un día feliz: / leer, tumbarme al sol, mirar las plantas…».
Y no hace falta que seas un lector habitual de poesía para entenderlo. Basta con que alguna vez hayas sentido el placer de cerrar los ojos al sol. O de escuchar una canción en la cocina. O de respirar hondo sin saber por qué.
Y entonces, aparece el amor. Ese amor con muchas caras: el que espera, el que se entrega, el que no sabe si viene o si va. Conchi escribe el amor desde el cuerpo, pero también desde la ternura. Desde la risa que queda cuando ya no queda más. Desde el deseo. Desde el duelo. Hay un poema que dice: «Te miré / con la pasión de la enamorada / que plancha arrugas al horizonte».
Y yo no pude evitar sonreír. Porque ahí está todo: lo poético y lo cotidiano, lo sublime y lo real.
‘Tres latidos’ es un libro para quien sepa de poesía, sí. Pero, sobre todo, para quien sepa de latir. Porque no hace falta entender cada metáfora si el poema ya te ha tocado. Porque hay libros que no se explican: se sienten.
Así que, si te animas, si te dejas llevar, si te acercas sin prisa a estos versos, puede que descubras que este libro estaba hablando de ti.
Y eso, créeme, es lo mejor que puede hacer un poema.