En 30 minutos –o menos– se pueden contar muchas cosas. Los fotogramas capturados en una cinta escapan de su bidimensionalidad para embriagar a los espectadores con historias como la de la convocación de Calderón de la Barca a cargo de la reina Isabel de Borbón, el asesinato conyugal acometido por una esposa o los últimos momentos de una sirvienta boliviana junto a su señora. Historias de 30 minutos –o menos– que no pierden un segundo para deleitar al espectador. Quizá por eso son las ganadoras del primer premio de las tres últimas ediciones del Festival de Cine de Astorga.
«Esto empezó siendo una aventura de niños jugando», indica el concejal de Cultura del Ayuntamiento de Astorga, Tomás Valle, sobre una aventura «modesta y sin pretensiones» que ha llegado a convertirse en «referente nacional» de los certámenes de cortometrajes por su calidad, pero también por su solera. Este año, la cita alcanza su vigésimo octava edición. «Sin quitarle mérito ni interés a los que empezaron porque se empieza así, con muy poco, desde hace unos años, el festival ha ido creciendo mucho», continúa sobre una cita que ya reparte más de 16.000 euros en 16 galardones.
Uno de aquellos «que empezaron», de esos niños que jugaron hasta hacer de la capital maragata una de la cunas para los cortometrajes, fue Luis Miguel Alonso Guadalupe, fallecido en enero de este año. A él, igual que a José Antonio Juárez Seoane ‘Jajus’ –miembro insustituible del equipo fenecido el pasado mes de marzo– recuerdan en una edición que arrancó este mismo lunes en el interior del Cine Velasco.
Desde entonces, la proyección de piezas galardonadas el año pasado, de obras emblemáticas del siglo anterior y de piezas rodadas en la provincia forman parte del vasto programa del evento. También lo hace la proyección de los 45 finalistas de este año; el primero desde que el festival fuera seleccionado por la Academia de Cine para entrar a formar parte de la lista de calificadores de los premios Goya. «Quiere decir que el ganador del primer premio será uno de los nominados en los Goya», explica el edil. Y no sólo eso; el resto de premiados sumarán una puntuación que podrán ir acoplando a la recibida en otros festivales calificadores. «Al final, salen una serie de ellos que tengan mayor puntuación», revela.

El reconocimiento es el fruto de un trabajo que arrancó en la ceremonia de clausura de la edición anterior de la mano del departamento cultural del consistorio maragato. «Esto fue un reto personal y, al final, con ayuda de los técnicos y de gente próxima, lo conseguimos», confiesa el concejal: «Ya somos calificadores de los Goya. Lo siguiente que se me ocurre es a ver si el próximo año el festival puede ser internacional; así que, después de descansar unos días, tanto los técnicos como yo nos pondremos a trabajar en ello». Es que, según señala, «todos los años hay que marcarse alguna meta».
A la cita se han presentado esta vez algo menos de 500 cortometrajes. El nombramiento como calificador de los Goya, en palabras del edil, «se ha notado» en este XXVIII Festival de Cine de Astorga. «Hay algunos que sobresalen bastante», apunta y no puede faltarle razón si entre la nómina de candidatos se encuentran directores con uno o más premios Goya como Javier Fesser, Javier Marco y Daniel Sánchez Arévalo. Los tres firman respectivamente las piezas ‘Depredador’, ‘Insalvable’ y ‘Pipiolos’.
Son sólo algunas de las cintas que esta edición han sido escogidas como finalistas por un cómite compuesto por ocho personas relacionadas con el mundo del cine y el audiovisual y procedentes de Astorga, León, La Bañeza y Madrid. «Antes, cuando yo estaba en el jurado, recuerdo que te tirabas desde por la mañana hasta por la noche viendo todos los cortometrajes e igual volvías a casa a las cuatro de la mañana», rememora divertido el concejal: «Ahora ven los trabajos desde casa a través de un código y luego se reúnen un par de veces para una puesta en común y decidir cuáles son los 45 que optarán a los 16 premios que se otorgarán».
Lo cierto es que las cosas han cambiado desde aquellas primeras ediciones. La manera de consumir el audiovisual no es la misma que hace casi tres décadas, igual que no son exactamente los mismos sus consumidores. Aun así, hay tendencias tan anacrónicas como arraigadas y, en los días de festival, el Cine Velasco se queda sin butacas, con gentes a las puertas haciendo cola para entrar, en contra de la corriente contemporánea que vacía las salas, sustituyéndolas por el salón de cualquier hogar.
Por eso, la localidad disfruta de unas fechas diferentes que congregan multitud de vecinos y vecinas, pero también de actores y actrices y directores y directoras. Hasta a no pocos turistas cinéfilos que llenan los hoteles y los comedores de los restaurantes, potenciando casi sin querer la economía local maragata. Y, por delante, todavía quedan intensas jornadas de intensas proyecciones y una ceremonia de entrega de galardones que tendrá lugar este sábado, desde las 21:00 horas, en el Teatro Gullón y servirá de pretexto para la concesión del Premio de Honor Kira Miró. Todo en unos días para el cine que, desde hace 28 años, convierten Astorga en una ciudad de cine.