El pianista, compositor, director de orquesta y profesor granadino Sebastián Mariné es uno de esos nombres que han cimentado el prestigio de las 37 ediciones del Festival de Música Española. Han sido varias las ocasiones en la que ha participado, la última de ellas el pasado mes de marzo en el IV Curso de Música Española de la Universidad de León, en el que Mariné tuvo ocasión de analizar e interpretar a los que fueron sus maestros en el área de Composición, Antón García Abril y Román Alís. Este lunes regresa al Auditorio Ciudad de León para acompañar a la Orquesta de Cámara Ibérica como piano solista en la interpretación del Concierto para piano y orquesta, op 155 del mencionado Román Alís, una pieza que irá acompañada del estreno de ‘En el corazón de la Tierra’ de la joven compositora ovetense Raquel Rodríguez, en la que actuará la oboísta albaceteña Isabel Díaz como solista, y de otras dos composiciones de Emma Chacón (‘Romanza’) y Jesús Ángel Rodríguez Recio (‘La galocha’ (Fantasía llionesa).
Sebastián Mariné elogia la labor en torno al Festival de Música Española que han venido desarrollando a lo largo de estos años Julia Franco y Miguel Fernández Llamazares. «Julia y Miguel realmente le dedican mucho cariño y mucha sabiduría, y siempre que he estado en calidad de pianista, compositor o conferenciante me he sentido encantado con todo lo que organizan», destaca el músico granadino, que en un ejercicio memorístico más que meritorio recuerda algunas de sus presencias en el decano de los festivales dedicados a la música española. «Con un saxofonista del Conservatorio de León que se llama Juan Carlos Blasco hicimos un concierto que incluso se transformó luego en un CD, porque entonces el Festival tenía por costumbre grabar y editar algunos de los conciertos. También he acudido formando parte de grupos. Por ejemplo, con el Nuevo Ensemble de Segovia que dirige Flores Chaviano habré ido hasta en dos o tres ocasiones, y con el Sonor Ensemble que dirige Luis Aguirre también he acudido dos o tres veces. Me acuerdo igualmente de tener conciertos con la cantante María José Sánchez en el patio del Palacio de los Guzmanes y otros en el Auditorio Ángel Barja del Conservatorio. Recuerdo también que en una ocasión me encargaron un cuarteto de saxos para ser estrenado en el Auditorio Ciudad de León. Habrán sido diez o más ocasiones las que he sido invitado a participar en este magnífico festival».
Preguntado por el papel que juega el veterano festival leonés dentro del panorama musical español, Sebastián Mariné considera que es «una joya». «Pienso que es único en su modalidad. No conozco ningún otro que se dedique de forma exclusiva a la música española de todas las épocas. Y es extraño porque España ha tenido épocas con los más grandes compositores del momento y en buena parte del siglo XX también ha ocurrido lo mismo. Y en este siglo XXI hay una pléyade de compositores españoles de primer orden», reconoce Mariné, prototipo de músico total que alterna la docencia con la composición, la interpretación pianística con la dirección de orquesta. Un concepto amplio del oficio musical donde caben todos estos aspectos. «Bueno, no es un concepto mío, es el concepto que se ha tenido siempre. El músico yo creo que siempre ha sido, salvo en épocas muy recientes, a la vez autor, a la vez instrumentista, a la vez director. En el siglo XIX los grandes compositores eran también grandes pianistas, dirigían sus obras. Franz Liszt era famoso por su virtuosismo al piano, pero como compositor es primordial en la historia de la música. También otra faceta que tenían prácticamente todos, y en mi caso también porque me parece natural, es la pedagógica, el transmitir tus conocimientos a la gente que le pueda interesar. Yo no me siento especial, lo que me parece raro son los que dicen: ‘yo solamente escribo, jamás tocaré ni dirigiré’. Se me hace muy raro, porque incluso los grandes compositores del siglo pasado, como Bartok, Stravinski, Prokofiev o Shostakovich eran grandes pianistas, dirigían y también enseñaban. Messiaen era un organista fabuloso. Poulenc dirigió no solamente sus obras sino las que le parecían interesantes. Pienso que es lo natural».
En el campo de la composición, Sebastián Mariné tuvo como maestros a Antón García Abril y Román Alís. De este último interpretará el próximo lunes en el Auditorio Ciudad de León junto a la Orquesta de Cámara Ibérica su ‘Concierto para piano y orquesta’. Le comento que con García Abril tuve una experiencia muy grata pero a la vez frustrante al comprobar que no estimaba como yo su impagable contribución a la música aplicada a la imagen, una faceta que Mariné también ha cosechado con sus composiciones para las últimas películas del director cántabro Mario Camus. «Yo fui alumno de García Abril, pero en sus clases jamás nos dijo nada de las bandas sonoras. Nosotros íbamos a ver la película y le felicitábamos, pero efectivamente él no le daba mucha importancia porque le parecía que era una música que no representaba su profundidad de espíritu. Era una música como más artesanal y además le parecía que esa fama alcanzada como compositor de bandas sonoras le restaba importancia a su producción sinfónica. Llegó un momento en que se negó a hacer más bandas sonoras y entonces es cuando Mario Camus me pidió a mí que hiciera la música de sus películas a partir de 1992. Para mí era algo maravilloso. Me gustaba mucho Mario Camus como director y aún recuerdo muy bien esas conversaciones en las que me iba diciendo lo que quería. Yo estaba emocionadísimo de poder colaborar en algo tan especial, porque en su última época Mario se volvió más personal, más intimista, hacía él mismo los guiones, no eran encargos. Recuerdo que llegué a un pacto con Mario, y que él aceptó, por el que yo no haría una música digamos convencional. Tanto es así que para la primera colaboración conjunta en ‘Sombras en una batalla’ compuse una música atonal que aceptó de buen grado».
Román Alís fue también un gran referente para Sebastián Mariné en su faceta de compositor y al que el próximo lunes va a interpretar en León. «Román Alís fue un compositor muy personal y siempre con esa sensación de que no era valorado en su justa medida. La verdad es que he interpretado muchas obras de Román y siempre han gustado mucho y sorprende que no sea más interpretado y que haya incluso varias obras, obras importantes, que no hayan sido ni estrenadas dentro de su vasto catálogo. Yo tenía una relación muy estrecha con él. Yo le admiraba muchísimo y me emocionó que tras sufrir un infarto preguntara por mí en el hospital. Román Alís empezó haciendo una música –como todos en los años 50– de tipo nacionalista, española, andalucista, impresionista. Enseguida en los años sesenta ya desembocó en una música muy personal, atonal, a veces dodecafónica incluso, pero siempre muy inspirada y expresiva. Pero, como nos contaba –y el concierto de este lunes va de eso–, en una época posterior quiso retornar a una música más sencilla, incluso con reminiscencias tonales, una especie de vuelta al romanticismo pleno y sin ninguna concesión a lo banal o popular. En el concierto se nota un ambiente tonal y una simplicidad en cuanto al ritmo. Por ejemplo, el solista en el primer movimiento solamente ejecuta corcheas, nada más que corcheas, pero es tan original, tan expresivo, tan inspirado, tan emocionante. Me decía su hija que es la obra de su padre que más le gusta. Y lo comprendo porque es muy original, pero muy comunicativa, muy directa y a cualquier tipo de público le entusiasma».
Preguntado si a la hora de interpretar a estos compositores tan cercanos lo hace de manera diferente que en el caso de otros autores con los que no ha tenido esa relación tan estrecha, el músico granadino cree que «es un privilegio el tener al autor cerca y que te pueda aconsejar. Como decía Mahler, lo más importante de una partitura es lo que hay entre las notas, que no se puede escribir y que solamente te lo puede transmitir a lo mejor el autor de viva voz o el alumno del autor que ha escuchado sus enseñanzas. Lo que me sorprendió muy positivamente tanto de Antón como de Román es que cuando yo interpretaba sus obras me decían: ‘Esto no me lo había imaginado así, pero si tú lo sientes así debes tocarlo de esta manera’. Tenían un enorme respeto por el intérprete, por el hecho de que la obra en cierto modo también le pertenecía al intérprete y podía buscar otras cosas que a ellos no se les había ocurrido, en cuanto a carácter, al pedal, al tempo... Pero, de todas formas, las cosas que me decían y que yo procuraba amoldarme a ellas continúan siendo un tesoro impagable. Me gustaría a veces, aunque pueda sonar un poco pretencioso, reescribir sus partituras pero con todos sus consejos, que son muy importantes a la hora de interpretar. Yo me considero afortunado de poder haber tocado las obras de Román y Antón con ellos en las fases previas».
Sebastián Mariné toca por primera vez con la Orquesta de Cámara Ibérica, si bien tanto el concertino-director David Mata como su hermano Aldo fueron alumnos suyos en la Escuela de Música Reina Sofía. «Nos conocemos de hace tiempo e incluso en el estreno de un concierto a cuatro manos interpretado con mi mujer, el concertino de la orquesta era David Mata».