Poco a poco, reseña a reseña, vamos dando cuenta de como nuestra provincia está llena de talento en femenino, mujeres – muchas de ellas muy jóvenes- que tomando el relevo de quienes un día fueron pioneras en trazar caminos para ellas en todas las direcciones, consiguen hoy abrirse paso, aunque aún sea poco a poco, también en los campos artísticos por los que se apasionan. Nuestra protagonista de este martes se llama Patricia Fidalgo Carbajo y es oriunda de La Bañeza, lugar que la vio nacer aún ni siquiera hace cuarenta años, y que hoy puede presumir de verla convertida en una joven ilustradora cuya huella se extiende de manera internacional aunque a la gran mayoría su nombre, hasta el momento, no le diga todavía nada o muy poco. Interesada por la ilustración, el diseño, el arte, la música..., Patricia se formó en el mismo lugar que la vio nacer hasta concluir sus estudios de Bachillerato en el IES ‘Ornia’. Tras esa etapa formativa más básica, en 2006, se trasladará a Valladolid para realizar estudios de Técnico Superior de Diseño Gráfico e Ilustración, en la Escuela Superior de Arte y Restauración. Mientras tanto, en su último año allí, también 2008, obtendrá una «beca de diseño» en la imprenta vallisoletana ‘Punto y Gama’, que le permitiría aprender, de primera mano, diferentes técnicas tradicionales de pre-impresión, impresión y acabado. Y tras esta primera formación en el área, su traslado a Madrid, para conseguir, entre 2008 y 2010, la diplomatura de Dibujo e Ilustración Digital y Tradicional, en Arteneo, una escuela especializada en ofrecer a su alumnado planes de estudios cuidadosamente diseñados para dotarles de las adecuadas competencias con las que desarrollarse profesionalmente en múltiples áreas creativas de la Comunicación y el Arte Visual. Y mientras continúa con su periodo de formación, ya en 2009, comienza su experiencia laboral, cuando Patricia se une como diseñadora gráfica, a jornada completa, a Vivofácil (antes Alares), actuando desde entonces como diseñadora y maquetadora para los departamentos de marketing y diseño de las diversas empresas y fundaciones que conforman este grupo, dentro de múltiples propuestas de proyección internacional.

Además de este trabajo, no dejará de ejercer durante todo el tiempo como ilustradora freelance, llevando a cabo diferentes propuestas y proyectos. En este sentido, durante los años 2013 y 2014, se mostrará muy activa a nivel expositivo y participará con sus propuestas artísticas, por ejemplo, en las exposiciones de la Avalon Goblin Market Madrid (2 ediciones), en la exposición del Festival de Fantasía de Fuenlabrada, en la expo organizada en Madrigal de las Altas Torres, con motivo de la celebración de las Jornadas Madrigal Medieval (ed.) o en una más organizada en Arévalo, localidad en la que creció Isabel La Católica. También durante ese periodo, participaría en el diseño de piezas de promoción del proyecto de análisis y difusión de las ciudades inteligentes o ‘Smart City’ en España, que recorrerá 30 ciudades españolas pertenecientes a la Red Española de Ciudades Inteligentes [RECI] a bordo de un Renault Twizy; o realizará infografías para la promoción de las Smart Grids o redes eléctricas inteligentes (vehículo eléctrico, smart buildings, smart Industry, Smart Home, Contadores Inteligentes y Autoconsumo, entre otros), por mediación de Geocyl; por no hablar del diseño y organización de eventos de todo tipo.
Tras un tiempo de permanencia en Madrid, Patricia vuelve a su lugar de origen, para instalarse en León capital, desde donde sigue desarrollando su trabajo con la empresa, además de otras múltiples actividades desde su carácter freelance, que todo artista que se precie mantiene siempre (al margen o paralelamente, como prefieran verlo) más allá de esos trabajos más o menos oficiales que le permiten salir adelante, y con los que alimentan siempre su parte más creativa. Desde ese espacio artístico, que se mueve por muy diferentes estilos Patricia, crea su propia tienda de productos estampados que, bajo tres propuestas diferentes, pone en marcha virtualmente para cubrir tanto el espacio nacional e internacional, con piezas en las que su arte se pone al servicio de todo tipo de objetos, desde prendas de vestir, hasta objetos de escritorio o de decoración. También participa en el Aero Rap Festivalcon el que cada año, desde hace ya varias ediciones, los muros vacíos de La Bañeza, se llenan de arte callejero, en algunos casos, como la del 2018, a la que pertenece el graffiti de ella que hemos escogido, con una cada vez más abundante presencia femenina de jóvenes artistas. El tema central de dicho año escogido por Patricia no fue otro que la despoblación. Y así en un mural que tituló ‘La muerte de los pueblos’, la protagonista no es otra que «una abuelina de pañuelo enlutado sentada en una banquina mirando un reloj despertador (¿Esperando su hora?) y acompañada por un galgo #engarniado (los seres peor tratados de Castilla y León) y un pardal sobre la cabeza, para destacar la quietud de la mujer. De las piernas y la silla brotan raíces que la atan a la tierra, pero al mismo tiempo se eleva del suelo. El fondo (sin terminar) no es otro que una pared de adobe con su cartel de telégrafos, el paisaje típico de los pueblos leoneses que desaparecen con sus historias, gentes y paisajes, por las políticas centralistas que concentran la riqueza en unas pocas ciudades en las que nos ahogamos todos los que hemos nacido en lugares donde se disfruta la huerta, el silencio y los cielos estrellados». Un intento, según ella misma, «para que pidamos interrumpir la cuenta atrás de la desaparición de estos rincones de valor humano inimaginable», en el que las mujeres son parte esencial de los mismos.
Respondiendo también a su gran componente solidario, participa en diversos e interesantes proyectos de ilustración como el que, también en 2013, la llevó a ilustrar, para la Editorial noruega Wisdom Edition, el libro 'Alicia en el País de las Maravillas', un libro realizado para conmemorar el 150 aniversario de la publicación original de Lewis Carroll, con una edición cuyos beneficios impulsaban un proyecto de educación infantil en zonas desfavorecidas de Mongolia. E igualmente entre 2012 y 2013, habría colaborado como ilustradora en varios números de la revista Lupus in Fabula, de LiF Ediciones, una publicación trimestral especializada en cine, literatura, ilustración, fantasía, cómic, música...

Sin embargo, el verdadero motivo que me lleva a fijarme en ella para esta sección es, precisamente, el hilo invisible que la une a la visibilización de las mujeres de los diferentes campos y tiempos a través de varios de sus trabajos. En primer lugar la realización de calendario 'Tiempo de Mujeres. Mujeres en el tiempo', publicado por la Organización de Mujeres de STEs-intersindical; en segundo lugar, la ilustración del libro 'El secreto de Zenobia', de Rocío Fernández Berrocal, en el que las ilustraciones adquieren tanto significado como el propio texto, dotando al libro de una unidad que nos permite disfrutar doblemente de su contenido. Fue precisamente la presentación de este último trabajo en el marco del curso sobre la poesía de Antonio Colinas que el pasado verano se celebró en La Bañeza lo que me permitió conocer a nuestra protagonista en persona. Escucharla hablar con pasión de su trabajo y departir con ella brevemente sobre la importancia del arte y del papel de la mujer en el mismo para dar a conocer al público en general la vida y el importante papel que estas han tenido a lo largo de los tiempos hicieron el resto.
El calendario aludido en el que participa con la realización de 24 ilustraciones, realizadas a «lápiz color» le es encargado por la Organización de Mujeres de STEs-intersindical y la Confederación Intersindical, para dar forma a la edición de 2021, dedicado a las Mujeres Escritoras. Se trata de un calendario de difusión gratuita que se viene realizando desde hace ya un buen número de años para dar visibilidad a las mujeres en los distintos campos, que empezó haciéndose para los centros educativos y que poco a poco ha ido trascendiendo a otras personas y colectivos por el fantástico trabajo realizado en torno a dichas recuperaciones, un proceso en el que, fundamentalmente, casi la práctica totalidad de las que participan son también mujeres. A propósito del mismo, Patricia contaba en sus redes la especial ilusión que le suponía participar en un proyecto de estas características, puesto que desde bien pequeña (algo que nos ha pasado a muchas otras, de diferentes generaciones e intereses) ha «reflexionado mucho sobre el papel de la mujer en el mundo, y concretamente en lo artístico». Reconocía, cosa que sigue haciendo a día de hoy, la necesidad de «un feminismo que visibilice a las creadoras en igualdad», pues sin ello «la cultura cojea». Y también contaba como, seguramente fruto de esa reflexión y de la creencia de esa necesidad, el hecho de que el 90 % de sus dibujos se refieran a mujeres sea una forma de poner su granito de arena para equilibrar la balanza que permita que se las vea, porque... «haberlas, haylas».
Y ese entusiasmo a la hora de hablar de cómo y por qué ilustrar las vidas de la mujeres a largo del tiempo, vuelve a hacerse totalmente patente, cada vez que habla de como –tras ese primer trabajo- le surgió la oportunidad de acercarse más profundamente a la vida de Zenobia Camprubí, compañera inseparable de Juan Ramón Jiménez, a quien la fama de este volvió en parte sombra la luz que irradió durante toda su vida. Patricia reconoce haberla descubierto precisamente a raíz de la realización del ya mencionado calendario y de haberle cogido especial cariño a través de la sonrisa bondadosa que atravesaba todas las fotos que consultó para realizar su retrato, una sonrisa que es precisamente la que preside todo el recorrido que por ella hace en el libro El secreto de Zenobia, un libro que une el pasado – encarnado en la propia protagonista del mismo- con el presente, a través de la doble visión de autora e ilustradora; un libro que nos deja patente como, en la mayoría de las ocasiones, es necesaria la propia implicación de las de hoy para salvar la memoria de las mujeres de ayer, que fueron y que sembraron para que hoy seamos.
En la delicadeza con la que define el proceso de creación de las imágenes que de Zenobia nos deja, nos queda sin duda la seguridad de que no será la última vez que Patricia nos traiga la imagen de aquellas mujeres poderosas en humanidad, sabiduría y creación: «Este libro ha sido creado –nos dice- en el casco antiguo de León, en una galería color verde de 1933 (por entonces Zenobia tenía 46 años) que mira a un jardín con árboles frutales, en una mesa caótica sembrada de acuarelas, un gato sin rabo, flores amarillas y fotos de Zenobia. Espero que tú, niña o mayor, te sientas tan bien leyéndolo como yo trabajando sobre él».
Y yo espero que ese bienestar se transmita también a los hombres, porque nosotras necesitamos reconocernos en otras y sentir que no estamos solas, pero también necesitamos (o al menos nos gustaría conseguir) que ese reconocimiento nos llegue del lado que desde durante tanto tiempo se nos ha negado, el de ellos, porque unos y otras son quienes conforman siempre una verdadera y equilibrada sociedad.