Un pueblo que cambia su denominación clásica, Paradilla por ejemplo, por la de República Independiente de Paradilla —otra cosa es lo que digan los papeles oficiales— y que decide organizar un festejo que en vez de los nombres clásicos elige el de La Romería de los Pájaros’... habrá que convenir que tiene algo especial. Y lo tiene. Un lugar mágico, colgado casi del cielo; con una ruta con cuento literario propio que recuerda a uno de los últimos fallecidos en el accidente de La Vasco —uno de esos seis que espera justicia— y arranca con una gran escultura de Amancio González, padre también de su singular columpio además de una leyenda hecha libro escrita en leonés.
Y una vieja escuela revertida en teleclub que guarda en sus aulas filandones ilustres para el recuerdo.
Pues ese lugar, regresa mañana domingo con una nueva edición, la VII, de su Romería de los Pájaros, que también es singular, tanto que los romeros que subirán sus empinadas cuestas deberán hacerlo en madreñas, porque una de las señas de identidad de esta cita son las madreñas, el permanente homenaje a este calzado tan leonés, tan de la montaña, tan de Gordón y tan de Paradilla.

La cita arranca a las 12 de la mañana de este domingo con la ya apuntaba subida en madreñas hasta el pueblo, acompañados de la música de la Agrupación de Gaitas y Percusión Zarzagán. Al llegar a la explanada, en los alrededores de la antigua escuela (sobre las 13.30 horas) es el momento de escuchar el concierto de Viridis Dúo, es decir, dos virtuosos, Víctor Astorgano y Segis García.
Y a comer el cordero para, ya en la tarde, disfrutar de la magia de cerca de David Blanco y cerrar (bueno, es un decir, todo puede pasar) con un concierto de Mario Álvarez, otro histórico de la música leonesa. Ex de Los Flechazos.
Y lo que la noche vaya deparando.