De Riello a Olleir, de Olleir al cielo

El poeta Luis Miguel Rabanal falleció a los 68 años en Avilés, donde vivía desde hace más de treinta años ‘atado’ a una silla de ruedas sin irse nunca de su Riello natal, que convirtió en su territorio literario de Olleir (Riello leído al revés)

30/05/2025
 Actualizado a 30/05/2025
El poeta de Riello Luis Miguel Rabanal falleció el 30 de mayo a los 68 años.
El poeta de Riello Luis Miguel Rabanal falleció el 30 de mayo a los 68 años.

En la pared del histórico restaurante Casa Maxi, en Vegarienza, de viejas estanterías, con olor a llosco y presidiendo la foto del cliente más ilustre, Joan Manuel Serrat, estaba colgado un cuadro de un equipo de fútbol, histórico en Omaña: Los Millonarios. Allí, en la fila de los agachados y de fino extremo derecha, un rubio sonriente: Luismi Rabanal se leía en el pie de foto. 

Luis Miguel Rabanal (Riello, 1957) era uno de los jóvenes más activos y queridos de aquellos años 80 en su Omaña natal. Él mismo lo contaba con mucha gracia en su biografía «no se si autorizada, por mí sí, por los que me pagaron los estudios lo dudo...». Escribía Luismi: «Durante la mayor parte de la década de los 60 lideré, junto a Isidro San Juan G., la banda de malhechores ‘Los petardos’, sembrando el oprobio y la iniquidad por muchos sitios y haciendo la vida imposible a los felices transeúntes del triste Camino del Ariego. Aquellas y otras historias fueron llevadas con posterioridad a la pantalla de la serie televisiva 'Jiménez y el burro', 'El curro de Jiménez', o algo parecido. Cursó estudios de Liturgia y Onanismo en diversos centros especializados a los que, por desgracia, no pudo prender fuego en su momento. Más adelante me licencié en lenguas y demás partes pubendas, fui también futbolista y gran degustador de Smirnoff». 

Este Luis Miguel Rabanal irónico y socarrón, que ya escribía su biografía en silla de ruedas, falleció en Avilés, a los 68 años de edad, por complicaciones en las dolencias que le tenían postrado desde hace décadas, cuando la tetraplejia se adueñó de su cuerpo, pero siempre mantuvo una ventana abierta a la poesía y literatura, hasta convertirse en uno de los nombres de referencia de la literatura leonesa, especialmente de la poesía.

Luismi Rabanal estuvo en la memoria de los leoneses en no pocas ocasiones, aunque él no pudiera acudir, con este acto de Camparredonda. MAURICIO PEÑA
El poeta estuvo en la memoria de los leoneses en no pocas ocasiones, aunque él no pudiera acudir, con este acto de Camparredonda. | MAURICIO PEÑA

Después de aquellas andanzas por el camino de Ariego fue uno de los jóvenes que levantó con más fuerza su voz contra el pantano que se quería construir en su tierra: Se sumó a la Mesa por la Defensa de Omaña, gritó el Omaña insumergible y escribió frente a otra barbarie. Un poema suyo se podía leer en una gran pared de la lucha en otro pantano, Riaño. Por ahí anda la fotografía de Imanol Arias cuando acudió a su pueblo, está dirigiéndose a la gente y detrás se lee: «Nosotros que queremos más a la tierra que al amor, ahora nos quieren romper el horizonte».

Y después la enfermedad. El calvario que Rabanal llevó con más entereza y ánimo que nadie. Más la ayuda de MJ Romero y la necesidad de ver crecer a sus hijos. Una vez más Luismi Rabanal nos sorprende al recordar este duro trance: «Desde finales de 1997, debido a la tetraplejia producida por un derrumbe doméstico o por un accidente de surf, ya no me acuerdo, soy usuario de una bonita silla de ruedas Breezy. Así y todo, y con dolores, continúo escribiendo».

Claro que continuó escribiendo. Y añadiendo esa dosis de dolor, provocación e ironía, ¿Cómo entender títulos como 'Mortajas', 'Fantasía del cuerpo postrado', 'Matar el tiempo', 'Postrimerías' o, sobre todo, 'Este cuento se ha acabado'? Este último título provocó la reacción de un grupo de amigos que le organizaron un homenaje titulado 'Este cuento no se ha acabado' en el que Tomás Sánchez Santiago se preguntaba: «El título, lapidario, ya estremece: 'Este cuento se ha acabado'. ¿A qué se refiere el poeta con esa palabra —‘cuento’— que recuerda a aquel poema memorable de León Felipe? ¿A la propia vida? ¿A la poesía? ¿O ambas son lo mismo? ¿Qué se nos entrega en el libro, entonces? ¿Una obra o una vida?...».

Imanol Arias en las protestas de Riaño ante unos versos de Rabanal.
Imanol Arias en las protestas de Riaño ante unos versos de Rabanal.

De lo que nadie duda es de la altura de su poesía, de Sánchez Santiago a Manilla o Gamoneda hablaron de ella cuando fue elegido Omañés del Año o le pusieron su nombre a una calle y él reaccionó con agradecimiento, mucho... e ironía: «Tú me puedes mirar si en la declaración de Hacienda tengo que poner la calle en mis posesiones?».

Su espíritu libre, su valentía, le llevó a apoyar a Ramón Sampedro en su muerte ‘con ayuda’, lo que muchos medios interpretaron como que él también pedía la eutanasia para él. Tuvo que salir María Jesús Romero a darle la voz que él no tenía: «Aplaude a Ramón, defiende su derecho a una muerte digna pero Luismi quiere vivir».

Sí tuvo una suerte Luis Miguel Rabanal, jamás le olvidaron en su tierra, además de la calle, el galardón, numerosos actos recordaron al poeta que no podía asistir. Y él devolvió el cariño llevando a su pueblo al lugar donde se hace inmortal, la literatura. Riello pasó a ser el Olleir de sus poemas (Riello escrito al revés) y el paraíso de sus sueños, su cielo particular. Así lo contaba en una entrevista por otro de esos libros ‘paradójicos’: 'Matar el tiempo': «Este libro  lleva mucho de Riello, también de Olleir, aparte de mucho humor y mucho disparate, mucha muerte en vida. Ese imposible regreso a la felicidad, o a lo que se le parecía entonces. Indefectiblemente, es oír o leer hablar de mi tierra y me conmueve. Todavía hoy, 29 años después, no lo puedo remediar.

Y en ese mismo libro también había un verso que ahora cobra mucho más sentido al leerlo —«Te llamas Casimuerte y lo sabes»— y que, como decía Sánchez Santiago: Estremece.

Nos queda la obra (no solo poética) de un gran escritor que solo se asomaba al mundo a través de la ventana de su ordenador, mientras pudo y te contestaba frases que sabías que solo tenían sentido en su mente sin ataduras. «Mucho me temo que a mí ya no me queda tiempo para casi nada». 

Luismi se ha ido a Olleir. 

Rabanal de joven en la casa familiar en Riello.
Rabanal de joven en la casa familiar en Riello.

 

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