Los premios Mujer Rural 2025 se entregaron en Laciana, en Villablino, y nadie dudaba que el remate perfecto a la cita, el nombre que lo aunaba todo, era el de Carmen Marentes: mujer, rural, artista, con la tradición y la música en las venas, con la historia en la biografía, con la memoria siempre fresca y el excelente ánimo que la llevó durante años a enseñar a niños y niñas de Laciana las viejas canciones y a fundar —con su marido Lucio— la Sociedad San Miguel de Bailes y Costumbres de Laciana. Mantiene Carmen el mismo espíritu, por más que pida el relevo y quiera dar paso a nuevas generaciones que sigan su estela, «que ya tengo 79 años y...».
-¿La música estaba en tu vida desde niña?
-Sí, y eso que no eran buenos tiempos para ella. Yo nací en el 46 y con la Guerra Civil habían perdido mucha vitalidad todas aquellas historias de contar y cantar, los calechos y los filandones...
-¿Con quién cogiste la afición a la música, al pandero, las canciones, las castañuelas...?
-En mi caso con mi tía Felipa, una prima de mi abuela, que tocaba en las bodas; y también con mi abuela, que su casa era muy calechera. Después también una maestra de la Sección Femenina, Elena Calzada, que era de Robles. Recuerda Marentes aquellos años, su infancia, que iba mucho más allá de la música. «Nuestra casa era como tantas de la comarca, nosotros teníamos una pequeña fonda de huéspedes que había que atender y unas pocas vacas, entre una cosa y otra pues se iba saliendo adelante... que no era gran cosa, pero no se pasó hambre, que ya es mucho decir para aquellos tiempos».
-Hablas de unas pocas vacas, ¿ocho, diez...?
-¡Para!, ¿dónde vas con 10? Y hasta con ocho, déjalo en siete. Una vida a la que Carmen puso música y perpetuó los recuerdos, con la complicidad de Lucio su marido. «Él colaboró en todo. Y como le gustaba la fotografía y esas cosas pues guardó testimonios y grabaciones, y el grupo San Miguel...»