Pasajes ocultos de aquella guerra que no acabó en 1939

Las historiadoras Ángela Aguayo y Susana Sueiro desvelaron en la penúltima jornada del Curso de Verano de Cistierna historias poco conocidas de figuras del régimen y sobre la importancia de Tánger y España en la II Guerra Mundial

24/07/2025
 Actualizado a 24/07/2025
Ángela Aguayo durante su ponencia en el Curso de Verano de Cistierna / B.G. PRIETO
Ángela Aguayo durante su ponencia en el Curso de Verano de Cistierna / B.G. PRIETO

El Curso de Verano de la ULE que se viene desarrollando en Cistierna tuvo este jueves su penúltima jornada con una visita al Museo del Ferrocarril y dos ponencias previas, las de Ángela Aguayo Seoane sobre ‘La larga sombra de una guerra silenciosa. De espías en el Frente Norte a ministros de la Dictadura’ y una segunda de Susana Sueiro Seoane titulada ‘Espionaje en el norte de África. La ciudad de Tánger como centro de operaciones secretas’.

Aguayo Seoane recordó a los asistentes cómo -a través del análisis de algunas trayectorias profesionales de militares versados en inteligencia militar que combatieron en el Frente Norte y alcanzaron las más altas responsabilidades en distintos gobiernos de la dictadura franquista- queda apuntalada “la tesis de que la guerra no finalizó con la firma del último parte el 1 de abril de 1939, sino que la lucha contra ‘el enemigo’, la anti-España, se transformó y continuó en determinados espacios hasta finales de los años 40 e inicios de los 50”.

Recuperó Aguayo Seoane nombres y trayectorias que ilustran su investigación de encontrar que estos personajes “alejados por completo de la imagen estereotipada del espía que el cine y la literatura han transmitido, militares como Juan Vigón, Fidel de la Cuerda, Pablo Martín, Antonio Cores o Jesús Fontán idearon, organizaron o dirigieron servicios secretos como instrumentos de control del ‘enemigo interior’ que coadyuvaron al sostenimiento de la dictadura en toda su extensión cronológica, e ilustran magníficamente las continuidades que se produjeron desde la guerra hasta el final de la dictadura en métodos y finalidades. Sus distintas y sucesivas responsabilidades al frente de organismos como la Oficina de Información y Propaganda Antimarxista, la Delegación del Estado para la Recuperación de Documentos, la Red Apis, la Dirección Nacional de Seguridad, la Delegación para el Documento Nacional de Identidad, los Servicios Documentales de la Presidencia del Gobierno, el Alto Estado Mayor, la Casa Militar de Franco, o sus cargos al frente de Embajadas, Ministerios, Gobiernos militares y civiles, así como sus nombramientos al frente de los centros de formación militar y su designación como Procuradores en Cortes así lo acreditan”.

La guerra no finalizó con la firma del último parte el 1 de abril de 1939

Por su parte, Susana Sueiro trasladó sus investigaciones hasta la ciudad de Tánger, que definió como “cosmopolita, multicultural y políglota, dotada de un régimen internacional, por lo que tuvo siempre una gran importancia estratégica y comercial.

Recordó como “el 14 de junio de 1940, el mismo día en que el ejército alemán ocupaba París, Franco mandó ocupar militarmente Tánger desde el protectorado español, violando la neutralidad del régimen internacional. Francia, al estar siendo invadida por la Alemania nazi, no pudo responder a la ocupación española. Por su parte, el gran interés de Gran Bretaña, que era el único país beligerante contra Hitler, era evitar a toda costa la entrada de España en la guerra del lado alemán, así que prefirió contemporizar con el régimen de Franco y aceptar la nueva situación en Tánger”. Esta situación tuvo, además, otra derivada: “Valiéndose de una ayuda económica fundamental para la España de Franco, Gran Bretaña obtuvo un importante triunfo al arrancar a España la firma de un acuerdo o modus vivendi secreto sobre Tánger que, aunque violado en múltiples ocasiones por las autoridades españolas, salvaguardó los derechos e intereses de la colonia británica durante los años de la ocupación española”.

El gran interés de Gran Bretaña, que era el único país beligerante contra Hitler, era evitar a toda costa la entrada de España en la guerra del lado alemán

Explicó Sueiro que “en Tánger se vivió una auténtica guerra de propaganda de los dos bandos, entregados uno y otro a informar de las bondades de sus regímenes y de los éxitos de sus ejércitos. En esa batalla propagandística, las autoridades españolas no fueron imparciales sino muy favorables al Eje. Cuando el norte de África pasó a ser el principal escenario del conflicto bélico, el papel clave de Tánger en el control de la navegación por el Estrecho convirtió a aquella ciudad en un “nido de espías”. El consulado alemán, instalado en 1941 en el suntuoso palacio de la Mendubia, se convirtió en uno de los principales centros de espionaje y propaganda política del III Reich en el extranjero, cuartel general de la actividad antialiada en el Norte de África. Por su parte, para el espionaje aliado, Tánger sirvió, además de para vigilar la actividad de los agentes alemanes, como plataforma desde la que facilitar información clave para la Operación Torch, la operación a gran escala de desembarco norteamericano-británico en las costas del Protectorado francés de Marruecos (Casablanca) y Argelia (Orán, Argel)”.

A través de sus investigaciones arrojó luz sobre este lugar cargado de enigmas.

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