Tan solo una semana antes andaba por Villamanín, unas horas antes era La Vecilla su lugar de destino y el viernes caminaba con su bicicleta por la plaza de Santo Domingo, ante la atenta mirada de la gente que se daba la vuelta cuando pasaba el que se hace llamar ‘el viajero poeta’.
- Es la tercera vez que te encuentro, ¿ahora para dónde vas?
- Voy dicite la verdad, y la verdad es que no se si voy o vengo. Menuda desgracia tenéis los que vais para alguna parte, tenéis que ir para allá, por la carril.
- Se te queda mirando todo el mundo.
- Sí, claro, y toy fartuco de salir en no sé cuántos periódicos; al personal le llama mucho la atención los que no vamos por la carril.
El habla le delata; es asturiano cerrado —«de la cuencona», dice él— pero le gusta pasar el Puerto con frecuencia y recorrer la montaña de León. Todo su mundo cabe en una bicicleta, pero su imaginación y su libertad no conoce ninguna otra frontera.
- ¿Tú no vas por la carril?
- No me hace falta. Estoy jubilado de la mina, tengo una paga que no soy capaz a acabarla, que no tengo más gastos que unas pintas de vino, algún pinchazo en la bicicleta y alguna avería, que la arreglo yo.
«Alguna vez me contante que fuiste un buen músico, que anduviste con orquestas por Marbella y esas zonas...», le recuerdo y reacciona rápido. «Tu di todo lo que yo te dije: Por Marbella y esas zonas... de mucho vicio, que no te imaginas lo que había allí. Y ahora el médico me quiere quitar a mi unas pintas de vino que un cantante mudo».
Dice que ahora le gusta estudiar, «por aprender, que yo ya tengo todas las carreras hechas»; y escribir algo por mantener el nombre de ‘poeta’, que lo de viajero lo tiene más que demostrado.
Y para que fuera evidente que tiene problemas para saber si va o viene resulta que llegó de Padre Isla y después de la charla marchó otra vez por dónde había venido ¿Va o viene?