Un fotógrafo que quería ser minero’ y ‘un minero que quería ser fotógrafo’ son los títulos de los perfiles de los dos artistas que ayer inauguraron en el Museo de la Siderurgia y la Minería (MSM), con sede en Sabero, la exposición ‘Memoria gráfica de la minería en Castilla y León’, una mirada a cuatro ojos de la que son autores el fotoperiodista Mauricio Peña (el fotógrafo que quería ser minero) y Jesús Juárez, que trabajó durante décadas en empresas mineras, especialmente la MSP (el minero que quería fotógrafo).
Esa doble mirada. Esos cuatro ojos sobre la minería componen, en palabras del director del MSM, Roberto Fernández, «una muestra muy completa pues uno ofrece todas las imágenes de todo lo que fue noticia en la minería: accidentes, manifestaciones, trabajos… y tantos aspectos que plasmó Mauricio para las páginas de los periódicos, recoge lo que podríamos llamar la minería de exterior; por otra parte, Jesús Juárez entró muchas veces en el interior de la mina con sus compañeros para plasmar trabajos, personas, situaciones en el corazón de la mina, es lo que podríamos llamar la minería de interior».
Y a esas dos miradas sumas la profesionalidad del comisario de la muestra, Eduardo Urdangaray, el gran fotógrafo de la minería, y da como resultado esta importante muestra de 150 fotografías de gran tamaño que podrá visitarse en el MSM hasta el próximo mes de noviembre. Completa esta exposición un verano en el que la minería protagoniza la programación del MSM, pues también puede visitarse durante este mes de julio la titulada ‘Los últimos de la mina’, de Luis Miguel Ramos Blanco; y en unos días se va a inaugurar otra titulada MinerIA, en la que el protagonismo será para la Inteligencia Artificial, desde la visión de 50 artistas que utilizan esta herramienta de la IA. El museo es más minero que nunca.
En la inauguración —a la que acudió la directora general de políticas culturales, Mar Sancho, y la Jefa de Servicio, Amelia Biaín en su último acto el día antes de su jubilación— Mauricio Peña reconoció su «especial predilección» por los asuntos mineros en sus imágenes, algunos momentos realmente duros en varios entierros «a los que acudimos con absoluto respeto»; accidentes «a los que asistimos en aquellos años en los que nadie nos ponía trabas para nuestro trabajo»; las protestas, especialmente las de Ciñera, y, por supuesto, «la I Marcha Negra, la que llaman la original». Y al hablar de aquella protesta señaló:«Cuando mataron la minería, pues no murió, la mataron, un daño colateral importante fue la pérdida de capacidad de lucha obrera, de protesta, las manifestaciones de la minería siempre fueron emblemáticas e irrepetibles»
No se atrevió el recién jubilado compañero a negar las últimas lineas del perfil que figura en los paneles de la exposición: «En aquella Marcha Negra supimos que Mauri quería ser minero porque cuando los 500 caminantes cogían sus cachas, ponían sus cascos y se arrodillaban para cantar ‘Santa Bárbara Bendita’, por ejemplo en la abarrotada Plaza Mayor de Valladolid, descubrimos al compañero gráfico emboscado detrás de la cámara, pero por una vez Mauri no estaba solamente haciendo fotos sino que tapaba sus ojos con el enorme teleobjetivo para que no se vieran las emocionadas lágrimas que le arrancaban aquellos que eran lo que él quería ser, además de fotógrafo: minero».
Jesús Juárez, por su parte, reconoció que esta exposición le permitió «coger el último tren para salvar y recuperar cientos de fotos que al finalizar su etapa laboral quedaron apiladas en cajas que ahora, contando con la generosidad del empresario minero y la profesionalidad de Eduardo Urdangaray, hemos podido salvar de la humedad y otros ‘enemigos’ que avanzaban en su destrucción». Y remató: «Esta muestra ha sido una bendición para mí, jamás había pensado en recuperar estas fotos que debo reconocer que yo mismo no era consciente de los documentos que había podido tomar pues podía entrar a la mina siempre que lo necesitaba, con mis compañeros, a los que podía pedir que repitieran la faena que estaban haciendo pudiendo hacer pruebas y pruebas de luz, encuadre… en fin, de todo. Ahí están».
Mar Sancho —que tuvo unas palabras de agradecimiento para Biaín—resaltó la calidad de la muestra y el montaje y, sobre todo, «el gran valor de las colecciones del museo, nacidos para preservar la memoria de oficios como la minería;que es pasado y todavía presente pues su cierre está aún muy cercano». Ahí están. Las dos miradas, los cuatro ojos, las 150 imágenes, la mina y sus trabajos, la de interior y exterior, la de Jesús Juárez y Mauricio Peña.