Luismi Ramos: "A los dos minutos de entrar se hizo de noche, estaba en otro mundo, la mina"

El fotógrafo ha inaugurado en el MSM de Sabero la exposición de 50 fotos titulada ‘Los últimos de la mina’, la mayoría de ellas tomadas en La Escondida, el último pozo en cerrar de la minería leonesa

14/05/2025
 Actualizado a 14/05/2025
Luis Miguel Ramos Blanco, uno de los fundadores de Focus, junto al cartel de la exposición, con una fotografía del fallecido Juan Hurtado.
Luis Miguel Ramos Blanco, uno de los fundadores de Focus, junto al cartel de la exposición, con una fotografía del fallecido Juan Hurtado.

Era 1989. Luis Miguel Ramos Blanco era un inquieto fotógrafo leonés, ya hacía unos años que había sido uno de los fundadores de la Asociación Focus, pasaba horas en los laboratorios, en el cuarto oscuro, con los líquidos en las cubetas, el fijador, cargando carretes, planchando las fotos… disfrutando de la magia de aquella fotografía de hace tres décadas. A través de su amigo Luis Lobo, alcalde pedáneo de Caboalles de Arriba y minero, le surge la posibilidad de bajar a un pozo de la histórica Mina La Escondida, la última de la provincia en la que hubo actividad… y bajó. 

- No exagero, es absolutamente real que aquella visita, aquel reportaje, cambió mi vida y mi forma de ver la fotografía… y la mina. Yo conocía los tópicos de la mina, incluso la visión romántica de la misma, pero aquello era otra cosa muy diferente. Bajé con un turno, estuve con ellos toda la jornada y nada más entrar ya me di cuenta de que había entrado en otro mundo: A los dos minutos de acceder a la mina se hizo la noche, se acabó la luz, y comprobé cómo aquella gente trabajaba, los mineros hacían su trabajo con una precisión milimétrica, con gran profesionalidad, rodeados de peligros, desprendimientos, costeros… y seguían. Te impresionan.

La fotografía era otro mundo. La mina también. «En aquel año 1989 en La Escondida, perteneciente a Hijos de Baldomero García, trabajaban 300 mineros, cuando regresé en 2.002 ya solamente eran 80, después fueron los últimos de la minería leonesa hasta aquella muerte por imperativo legal». 

Unade las fotos que puede verse en la exposición inaugurada en el MSM, la del minero Ramón Fisteos. luis miguel ramos
Una de las fotos que puede verse en la exposición inaugurada en el MSM, la del minero Ramón Fisteos. | LUIS MIGUEL RAMOS

Repite Luismi Ramos Blanco que aquel día marcó un antes y un después en su trayectoria como fotógrafo. Supuso un salto a una fotografía de carácter mucho más social. Trabajó con todo el material que había reunido, realizó todo el proceso… «con especial interés en la parte humana, también en los trabajos, pero sobre todo en los rostros, las gentes, aquellos mineros que me impresionaron. Allí entendí perfectamente esa leyenda que les acompaña, de gastar lo que ganan, ‘pues no saben qué va a ocurrir mañana’». 

Todas aquellas imágenes son una parte sustancial de una exposición que se inauguró hace unos días en el Museo de la Siderurgia y la Minería de Sabero (MSM), con el significativo título de ‘Los últimos de la mina’, que permanecerá en este centro hasta junio.

En esa expresión de Ramos Blanco de «no saben lo que va a ocurrir mañana» está la clave de la segunda parte de la exposición del MSM de Sabero. «Unos años más tarde de aquel primer descenso a la mina, en 1995, pude bajar nuevamente a una mina, en este caso a uno de esos llamados chamizos, pero minas a fin de cuentas, en Tremor de Arriba. Esta vez el contacto era un amigo, abogado, hijo de minero, que había perdido a su padre bastante joven en la mina.

No había sido en un accidente sino fruto de esa enfermedad tan cruel, la silicosis, que les persigue después de haber sorteado los peligros de la mina».Y en esta mina de Tremor observó nuevamente Luis Miguel Ramos Blanco «la profesionalidad de los mineros, la meticulosidad, lo serios que son, gente que  no deja nada al azar pues, no lo olvidemos, se juegan  la vida. Muchas veces se habla de lo que ganan los mineros, yo diría una cosa, no sé si es mucho, pero lo merecen». 

El autor de las fotografías destaca la espectacularidad que le da a la muestra el marco del MSM. luis miguel ramos
El autor de las fotografías destaca la espectacularidad que le da a la muestra el marco del MSM. | LUIS MIGUEL RAMOS

Recuerda el fotógrafo muchos momentos emocionantes, anécdotas, historias de compañerismo. «En La Escondida me invitaron a ir con ellos a lo que llaman ‘comer el torrezno’, el bocadillo, en un modesto cuarto habilitado para ello. Me encantó el ambiente entre los mineros, la conversación, aquel vino bebido por la bota… todo». Y también le llamó la atención la naturalidad con la que viven lo que ocurre allá abajo. «Cuando acabaron la faena se fueron a las duchas, todos juntos, se desnudaron y no les importó para nada que estuviera allí haciendo fotos, era su día a día. Y me sorprendió gratamente una cosa, ya en las duchas se frotaban unos a otros la espalda para quitarse el carbón, y jugaban con el jabón, se lo tiraban, como si fueran escolares en el colegio. Tenías la impresión de que estaban celebrando que le habían ganado otro día a la mina, a la vida».

Por ello tiene muy claro Luis Miguel Ramos que el final de la minería fue triste pero, sobre todo, injusto con su propia historia: «Parece que nadie se daba cuenta de que se borraba de un plumazo una forma de vida, la economía de unas cuencas, una ejemplar historia».

La exposición, que consta de 50 fotos de las tres veces que Luis Miguel Ramos bajó a la mina —dos veces en Laciana y una en el Bierzo—  ya ha recorrido algunos espacios ‘en territorios mineros’, como el Centro del Clima de La Vid (en la cuenca de Gordón) o el Centro de Interpretación del Urogallo en Caboalles de Arriba, en Laciana. «En Caboalles acudió a visitarla la viuda del minero que aparece en el cartel de la exposición, Juan Hurtado, que había fallecido unos meses antes, también bastante joven. Fue un momento muy emotivo para los dos, nos emocionamos en el recuerdo de Juan».  

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