Más de 50.000 libros dispuestos en los nueve expositores procedentes de León, Ponferrada, Bilbao, Pamplona, Valladolid y Madrid. A eso se enfrentan quienes, en plena capital provincial, se topen con una calle Legión VII convertirda en escenario para la XXXII Feria del Libro Antiguo y de Ocasión de León.
La inauguración de la misma corrió este viernes a cargo del alcalde José Antonio Diez y del presidente de la Asociación de Libreros de Viejo y Antiguo de Castilla y León (Alvacal), Abel Vieito. A los habitantes de cada uno de los puestos participantes en esta edición los definió el regidor como «elementos de alto valor, no solamente desde el punto de vista económico, sino también por la importancia y relevancia que tienen algunos de sus textos o ediciones».
Una «variedad inmensa de libros», en palabras de Vieito, es lo que dará la bienvenida a habitantes y visitantes hasta el próximo 26 de octubre en el enclave capitalino. Con un espacio algo más reducido que el año pasado, pero contando con la presencia del mismo número de librerías –Paraíso Lector y Oblomov (León), Cajón Desastre y Mi tienda de libros (Ponferrada), Azacán y Maxtor (Valladolid), Bibliomanía (Madrid), Iratxe (Pamplona) y Eurolibro (Bilbao)–, la feria permanecerá abierta desde las 11:00 hasta las 14:00 horas y desde las 17:00 hasta las 21:00 horas.
¿Qué buscan los lectores?
La franja temporal es vasta para un evento que, cada año, recluta adeptos. La prueba es su escenario: una calle repleta de gente, ansiosa por encontrar aquellas obras que parecen inexpugnable. «Se buscan mucho los clásicos», relata el presidente de Alvacal: «Y, luego, por otra parte, se buscan cosas que sólo se encuentran por Internet, que es donde se encuentra todo, o en estos espacios a los que se puede venir a buscar».
Las próximas dos semanas, los lectores leoneses sustituyen ese rincón inmenso e intangible que es el ciberespacio por uno que, inevitablemente, resulta más real y cálido, rehuyendo como lo hace de los ritmos frenéticos propios de la industria literaria actual. «El problema de España –y me imagino que de otros países– es que se editan del orden de 120.000 libros al año y el libro que se edita en enero, en junio, ya no está en ningún sitio», resuelve Vieito: «Ese tipo de libros son los que nosotros recuperamos y podemos volver a poner a la venta».
¿Qué tienen los libros de viejo?
Y es que, en esta feria, los libros revitalizan: adquieren una segunda vida. O una tercera o una cuarta. Tantas vidas como gentes retuerzan sus manos sobre los tomos. Y, frente a esa estampa habitual del bibliófilo enajenado que olfatea unas páginas nuevas como queriendo olfatear un relato, al caminar entre tomos de otrora, con lomos ajados y hojas teñidas del color del tiempo, es imposible no hacerse una pregunta: ¿Qué tienen los libros de viejo?
«Digamos que el libro antiguo y de ocasión tiene una cierta depuración con el paso de los años: hay libros económicos para todos los públicos, pero también hay otros que están descatalogados, que ya no se encuentran o son difíciles de encontrar», considera Jesús, regente de la librería Azacán: «Tienen esa parte que les ha dado el tiempo, que ha decantado contenidos y autores, que ha hecho ver qué libro es válido y cuál no... Entonces se encuentran cosas interesantísimas».
El adjetivo se repite en la voz de algunos lectores, que no difieren mucho en su opinión mientras atisban ese título necesario que están a punto de devorar. Y, como los ejemplares, algunos son más escuetos que otros. «Estos libros tienen una especie de halo... De sabor. Tienen sabor», medita rápido Vicente. A unos metros de distancia, la joven Irene también tiene algo que decir: «Algunos son inencontrables, así que no solo está el valor del libro, sino también el que sea difícil de conseguir».
En su caso, no sobran las manos para sujetar unas bolsas henchidas de tomos. Es que los tesoros se esconden adormecidos entre casetas, esperando a que llegue el afortunado –la afortunada– que, al fin, cumpla la hazaña de descubrirlos. «En un principio, vienes buscando algo curioso, desconocido», revela entusiasmada la joven leonesa: «Hemos llegado a una librería y, de repente, había un montón de libros imposibles de encontrar sobre temas interesantísimos y, bueno, esto es lo que ha pasado». Su mirada señala sus bolsas: las ha llenado el hambre insaciable de literatura propia del ávido lector.
A su lado, esperan pacientes ejemplares olvidados de Siruela, una edición de 1877 de ‘Las mil y una noches’ o la obra completa de Jovellanos fechada en 1845. Son sólo algunas de las sorpresas de unos puestos entre los que leoneses y leonesas podrán encontrar, incluso, más que libros de viejo. «Tener un original de estos sería una locura... Tendría que tener aquí a la Guardia Civil con los cañones y todo», bromea –no del todo– José Antonio, responsable del expositor de Eurolibro, compuesto por facsímiles, obras gráficas y otros ejemplares del estilo. «Esto son copias exactas de los libros de horas, de los códices beatos... ¡Imagínate el libro de horas de Isabel la católica! Serían miles de millones... ¡Lo compraría Bill Gates!», termina entre risas, antes de confesar: «Aunque, no creas, ya lo quiso comprar».