Y así vamos conociendo como en aquel Sabero, y su valle, de los años 1841 a 1862, de aquellos orígenes de la siderurgia, de la primera gran industria en aquel valle. Resulta complicado imaginarse cómo influiría en aquel valle agrícola la presencia de cientos de trabajadores, de puntos lejanos del país e incluso extranjeros ¿Cuántos?... «Las cifras concretas de la plantilla no se han podido constatar fehacientemente. Si Sabero hubiera sido municipio propio se sabría con mucha más aproximación al comparar los censos anteriores a 1841 y los posteriores, pero hasta 1927 pertenecía al municipio de Cistierna. Lo que sí hemos podido saber son otros datos que nos ayudan a aproximarnos a aquella realidad, importante pues sabemos que en la construcción de la ferrería, sólo en la construcción, había más de 400 operarios, pero no existe el dato concreto de la propia siderúrgica desde 1841 a 1862. Sí podemos saber de unas 300 personas vinculadas directamente a la Ferrería sólo en el núcleo de Sabero, pero habría que ampliarlo aún más en otros núcleos del valle, que es donde seguramente estaba la mayor parte de la mano de obra», señala Revilla, quien en su estudio recoge otro dato: «En 1854 tenía operativas en la cuenca 167 obreros, de los que 40 eran picadores, 58 rampleros, 54 carreteros, 6 entibadores, 6 camineros y 3 vigilantes». En otro momento recoge que «he localizado un total de 164 familias, de las que 50 trabajaron seguro en la ferrería, 90 tienen una alta probabilidad y una veintena son dudosas».
Todos estos datos abundan en la importancia de esta industria en la comarca, tanto que Revilla recoge que «la creación de la ferrería trajo a Sabero también otras inversiones complementarias. Por ejemplo, conocemos que el 9 de julio de 1850 Manuel Arija cedió a Juan González Agüeros, un prado en Sabero para hacer un parador, edificio cuya ubicación coincide con el actual Bar León (cerrado), inmediato a las instalaciones de la Ferrería de San Blas».

Otro aspecto importante es la procedencia de los trabajadores, que Revilla ha documentado con bastante precisión. «Hay ingleses, belgas, franceses, trabajadores expertos que vienen de otras ferrerías u otros núcleos industriales como técnicos, maquinistas… Pero también vienen otros trabajadores de Asturias, Cantabria o Málaga, y tiene sentido estas tierra de origen pues vienen después de otras crisis. Así los cántabros de la Cavada, que llegan después del cierre de la fábrica de cañones; otros desde Málaga con la crisis de los hornos de Marbella o Málaga; y otros extranjeros están casados con asturianas, cántabras o malagueñas, de lo que deducimos que han estado antes trabajando en estas tierras».
Otros aspectos llamativos del trabajo de Revilla pudieran ser los sueldos. Así desvela que, por ejemplo, en 1845 Philippe Paret (ingeniero director)cobraba 12.000 reales al año más entre 3-5% beneficios; y 5 años más tarde otro ingeniero director, José Denis, ya cobraba 27.000 reales/año más un 1% de utilidades mientras un obrero, de los que hay muy pocas referencias, se sabe que en 1843 ‘Miguel Santos y esposa’, minero y fab. Cok, cobraban a = 7 reales /jornal (y ella a 5 reales/jornal). De lo que se deduce que trabajaban mujeres.
Se habían apuntado algunas de las profesiones de los trabajadores, el trabajo de Revilla documenta claramente profesiones como ingeniero, maquinista, tunelador, calero… «Matizar escalafones o los distintos roles ejercidos por cada uno es ya tarea mucho más complicada. Como en todos los estudios históricos, nada es definitivo, mas al contrario, abre un camino que puede y debe ser completado en el futuro. Nos hemos limitado a estudiar la localidad de Sabero, emplazamiento principal, donde se situaban los edificios de la fábrica de hierro, de la administración local de la empresa y algunas minas; pero somos conscientes y tenemos la seguridad de que en los pueblos donde se explotaron el resto de mina».