Ignacio Fernández Herrero: "El sindicalismo no está hecho para la lírica"

‘A la siniestra’, editado por Eolas & Menoslobos, es una recopilación de las columnas publicadas por el escritor y columnista en los periódicos La Crónica de León y La Nueva Crónica desde el año 2011 hasta la actualidad

23/11/2023
 Actualizado a 23/11/2023
El autor Ignacio Fernández Herrero. | EOLAS & MENOSLOBOS
El autor Ignacio Fernández Herrero. | EOLAS & MENOSLOBOS

El Ateneo Cultural El Albéitar sirve de marco este viernes a las 18:30 horas a la presentación de ‘A la siniestra’ (Eolas & Menoslobos) en un acto en el que el autor, Ignacio Fernández Herrero, estará acompañado por Marina Maquieira, profesora de la ULE, y David Rubio, director de La Nueva Crónica.   
 
– ¿Quién le animó o por qué se convirtió en columnista?  
– No fue necesario el ánimo externo por parte de nadie, bastó con la devoción por la palabra, que fue lo que en su día me llevó a estudiar Filología y lo que, en paralelo, me animó a escribir en general. Lo de ser columnista, en realidad, es expresión de la admiración que siempre me despertaron algunos escritores y escritoras que han marcado tendencia en ese género. Siempre me pareció un reto condensar en espacio reducido un pensamiento que habitualmente se expresa con mayor extensión. Me impuse ese reto.  

 – ¿Quiénes han sido sus referentes en el género?  
– Hay tres nombres capitales para mí: Francisco Umbral, Manuel Vázquez Montalbán y Eduardo Haro Técglen. Hoy en día espero con muchas ganas las columnas dominicales de Íñigo Domínguez y de Elvira Lindo, ésta última con un texto mucho más amplio que el de la columna. Y en cuanto a la prensa local, no puedo dejar de envidiar la escritura de Luis Grau, de Ana Gaitero y de David Rubio.   

 – Pues gracias por la parte que me toca. ¿Es metódico? ¿Escribe siempre su columna el mismo día? 
 – Procuro ser metódico en cuanto a que no me urja la escritura, es decir, si puedo escribir al principio de la semana, mucho mejor que aguardar al viernes para que se publique el domingo. De todos modos, depende más bien del tiempo que me permiten mis otras tareas. Hay que sentarse con tranquilidad a escribir.   
 
– ¿Dónde nacen más columnas, caminando por la calle o leyendo los periódicos? 
 – A causa de mis idas y venidas por esta Comunidad Autónoma, me nacen sobre todo en los andenes de las estaciones y en los trenes. Es ahí cuando las conformo en mi pensamiento y luego les doy forma definitiva en casa. En particular las de los últimos seis años. Antes, con menos viajes, eran los paseos de casa al trabajo y del trabajo a casa los que servían para amasar. La lectura de los periódicos ayuda, pero hay que dejarla reposar en la cabeza.  
 

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– Ante tantas noticias plagiadas o, cuando menos, repetidas, ¿cree que estamos en el mejor momento para el periodismo de opinión? 
– Si todo lo que no es tradición, es plagio, debemos concluir que todos plagiamos. Ese es el punto de partida. Ahora bien, lo importante en quien escribe una columna es hacerlo con voz propia, crear un estilo propio que se pueda identificar en medio del barullo. El estilo es muy importante en este género. Y el punto de vista. En tal sentido, sí, es un buen momento para el periodismo de opinión en la medida en que lo puramente informativo es casi clónico en muchos casos, cuando no directamente desinformativo. Necesitamos firmas con crédito que nos ayuden a entender la información.  
 
– En LNC, por motivos obvios, sé que no, pero ¿ha sufrido alguna vez la censura respecto a sus opiniones?
– En ningún momento. Tampoco nunca nadie me dio pautas sobre límites ni temáticos ni de enfoque.   

 – ¿Se ha autocensurado alguna vez?  
– Bueno, uno escribe pensando en la audiencia y en que la audiencia merece un respeto. Eso obliga a distanciarse de las barras de bar e incluso de las conversaciones de amigos y amigas. Es otro, pues, el registro y el código para ser compartido. Pero no creo que eso sea autocensura.

 – Dedicará más tiempo a la escritura ahora que ha dejado sus responsabilidades sindicales?
 – He dejado sólo una parte de mis responsabilidades sindicales, la que me llegó como consecuencia de la crisis del sindicato en León. Eso ya ha concluido con la celebración hace unos días del congreso extraordinario. Pero sigo formando parte de la comisión ejecutiva de CCOO de Castilla y León y presidiendo la Fundación Jesús Pereda. Por tanto, sólo se han aminorado mis tareas sindicales digamos de urgencia, las otras permanecen y permanecerán un año y medio más, hasta el siguiente congreso ordinario. Más allá de ese límite espero poder cambiar de género y recuperar si es posible la escritura poética, el sindicalismo no está hecho para la lírica. 
 
 – ¿Cómo gestiona la frustración que produce que algunas de las injusticias que denunciaba en sus columnas de hace 20 años sigan exactamente igual?
 – No es éste el mismo mundo de hace 20 años, hay que ver cada momento en su contexto para entenderlo y para digerirlo. No creo que nada esté exactamente igual, todo es dinámico como la propia vida. Tampoco creo que mi escritura tuviera o tenga un afán redentorista, sólo trata de explicar el mundo y compartir pensamiento, aunque exhorte a la vez a la acción transformadora, en lo colectivo y en lo individual. Pero esa transformación se lleva a cabo por otras vías, la militancia sindical, por ejemplo, o los vínculos de amistad. En esto no estoy frustrado, al contrario, creo firmemente que caminamos. Aunque el paso de Atapuerca a Altamira es largo y en ocasiones el alma se nos arruga un poco. 

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