Julio Llamazares (Vegamián, 1955) acaba de publicar El viaje de mi padre, un "libro de viajes" en el que recorre el camino que hizo su propio padre atravesando la Península Ibérica durante la Guerra Civil. Sobre ella, el escritor ha asegurado que las guerras las pierden "todos los que participan en ellas, menos los que las dirigen. A la historia pasa gente que la protagoniza, pero los que realmente la sufren no pasan a la historia. De hecho, mi libro está dedicado a los que pierden la guerra, a los que perdieron la guerra civil de uno y otro bando. Hay gente que piensa que la guerra se gana. La guerra la pierden todos los que participan en ellas, y salvo algunos, salvo los que la dirigen, no se benefician de ellas", ha asegurado el escritor.
Así, ha añadido que en el contexto de las guerras actuales, los que participan en ellas son "antihéroes de segunda fila" que quedarán de por vida con una herida "moral y emocional. Unos antihéroes, que pierden la vida o que quedan con una herida de por vida ya: una herida moral y emocional, sin tomar ninguna decisión sobre su destino. Y, la mayor parte de la gente que participa en las guerras -en la guerra civil española, en las guerras mundiales, en las que están sucediendo ahora-, son antihéroes que no deciden sobre sus vidas y cuyas vidas no van a pasar a los libros de la historia", ha añadido.
Precisamente, El viaje de mi padre, se trata de un "alegato contra la guerra" con el que Llamazares apela a las "nuevas generaciones" que por "ignorancia o desconocimiento" vuelven a usar un lenguaje "guerra civilista".
"Hay gente que vuelve, por ignorancia o por desconocimiento, a utilizar un lenguaje guerra civilista -no solo los políticos sino la gente en la calle- incluso usando la palabra guerra civilista. Conviene recordar lo que es una guerra civil, que es una catástrofe para un país. Una guerra civil o una guerra normal, pero sobre todo una guerra civil es el fracaso de un proyecto colectivo y conviene recordarlo porque hay generaciones que por circunstancias o por la mala relación que los españoles tenemos o hemos tenido con nuestra historia, llegan a pensar que puede no ser una mala solución para resolver conflictos", ha lamentado.
Aunque por un lado Llamazares reconoce que el libro intenta ser un "pequeño grano de arena" para recordar lo que significó y continúa significando una guerra civil, lo escribió para saldar "una deuda emocional" con su padre. "Todas las personas, cuando somos jóvenes, no escuchamos lo suficiente a nuestros padres, luego nos arrepentimos de ello cuando ya no están. Es una deuda emocional, personal, pero conmigo mismo, no con mi padre ni con toda esa generación. A raíz de morir mi padre, ya hace bastantes años, sentí la necesidad de saber algo más de su juventud, de su vida. Mi padre, como la mayoría de la gente, se fue a la guerra muy joven y obligado sin ninguna ideología ni intención personal de participar en el conflicto", ha desgranado.
Por eso, Llamazares ha completado el recorrido que llevaron a cabo su padre y su joven compañero, estudiantes ambos de Magisterio, durante la contienda, aunque ya en tiempos de paz. Lo ha hecho en los mismos meses del año en los que lo hicieron ellos para intentar sentir lo que ellos sintieron. "He querido buscar esa memoria de mi padre y esa memoria de la guerra civil, de esas generaciones de jóvenes que vivieron y que tuvieron que intervenir y participar en el conflicto. He ido a buscar esa memoria en los paisajes de los territorios en los que sucedió", ha zanjado.