Hace un par de años que Julio Llamazares anunciaba su regreso a un género que a él le gusta y que muchos lectores creen que es en el que mejor se mueve: el libro de viajes. Llamazares no oculta su predilección por este género: "Creo que la literatura de viajes, y lo he escrito alguna vez, es el género fundacional de todos los demás. La gente empezó a escribir para contar sus experiencias, sobre todo los viajes, y si te fijas toda la literatura fundacional de los distintos países son libros de viajes, el Éxodo de La Biblia, la Anábasis, la Odisea, el viaje de Marco Polo, los viajes de Gulliver, el viaje de Nils Holgersson que se sube a un ganso y vuela por toda Escandinavia..."
Se lo contaba a Angélica Tanarro en una larga entrevista en la revista Turia, en la que también hablaban de su próximo libro, para el que incluso ya tenía título pero entonces solo era una idea, un proyecto: "Se va a llamar El viaje de mi padre y es un viaje que voy a hacer intentando repetir aquel gran viaje que hizo mi padre, prácticamente el único que hizo, con 18 años para ir a la guerra. Iré por los lugares que él fue, intentando reconstruirlo… porque cuando él vivía me contaba cosas que cuando eres joven no haces ni puñetero caso y luego te arrepientes de no haber escuchado más. Y sí, tengo los hitos principales de ese viaje que hizo con solo dieciocho años, obligado por las circunstancias, porque les movilizaban, desde León hasta el punto final en el mar Mediterráneo, viaje que por cierto pasa por Teruel porque le tocó vivir las peores batallas de la guerra civil española, la de Teruel, la de Castellón, la de Espadán. Así fue como mi padre fue a ver el mar a mil kilómetros teniéndolo a solamente cien en el Cantábrico..."
No era la primera vez que Llamazares daba pistas sobre esta mirada al pasado vinculada a la presencia de su padre en la guerra. Hace un par de años el profesor de la Universidad de Cádiz José Jurado Morales publicó un ensayo sobre los escritores que "han escrito de sus padres" y entre los que aparecían estaba Julio Llamazares y el viaje de su padre a la guerra, que definía con un verso que lo dice casi todo, te creció un fusil: "Sé que, una noche amoratada, te creció un fusil entre las manos./ Fue como una primavera de fusiles nacida a borbotones entre un brillo nervioso de cigarros. ¿Recuerdas? / Y tú, con los zapatos sucios de miedo y de tristeza, te marchaste a pisar aquella España llena de sangre y de inmisericordia".
En aquel ensayo el profesor andaluz profundiza aún más en la relación entre el novelista de Vegamián, Julio Llamazares, y su padre el maestro Nemesio Alonso (el hijo prescindió del Alonso en su firma literaria). Escribe Jurado: "Sobre la relación, vista desde la literatura, de Julio Llamazares y don Nemesio —como le suele llamar el escritor en señal de admiración y como uso común en nuestros pueblos con los viejos maestros— escribe el catedrático andaluz: "Julio Llamazares lleva muy dentro la entrega vocacional del viejo maestro de escuela, figura que ha ensalzado una y otra vez desde sus primeros escritos. Lo hace ya en una crónica para el número del semanario leonés Ceranda que recorre los días que van del 27 de abril al 3 de mayo de 1979. Desde entonces no ha dejado de mostrar su inclinación sentimental por aquellos hombres oscuros y flacos, tal y como llama a los maestros de posguerra, y su recelo ante los nuevos sistemas pedagógicos. Mucho de esto tiene que ver con su padre, a quien dedica su libro Trás-os-Montes. Un viaje portugués: 'A la memoria de Nemesio Alonso, maestro', una seña de identidad tan condensada y contundente como la que recoge el titular de la necrológica de El País del 9 de agosto de 1996, 'Nemesio Alonso, maestro'".
Aquello que antes vio la luz en verso es este proyecto que ahora toma cuerpo y ya es una novela que se asoma a las librerías, que mantiene el título y habiendo hecho realidad el viaje anunciado. El próximo día 20 de este mes llega a las librerías la obra del leonés de Vegamián, las reseñas de las novedades literarias del mes de septiembre (con nombres como la nueva entrega de Alatriste de Pérez Reverte, Dan Brown, Susanna Tamaro…) muestran el interés existente en torno al libro de Julio Llamazares, quien apunta sobre él: "Recreo aquel viaje de mi padre, que hizo por obligación, un recorrido que le llevó a cruzar la Península de punta a punta y que le marcaría por siempre, ya que volvió milagrosamente pues en la Sierra de Espadán, por ejemplo, estuvo a punto de perder la vida".
Como el padre de Llamazares falleció pronto y antes el escritor, como ha reconocido, le hizo poco caso a sus historias, realizó este viaje y fue recomponiendo el puzzle que conformaban sus recuerdos, sumando la literatura y la imaginación; y también lo planteó como "un homenaje a mi padre y a su amigo Saturnino. Hice el viaje en los mismos meses en los que ellos lo hicieron llevando a cuestas una de aquellas pesadas radios italianas con las que se comunicaba el Ejército español en los años treinta del siglo XX, para sentir lo que ellos sintieron siquiera sea referido al clima". Y desvela el autor de Luna de lobos que por el camino se encontró "con personajes que mantenían vivo el recuerdo de aquel invierno terrible y de una primavera y un verano calurosos junto al mar", y se encontró con algunas de las historias que su padre le había contado "y que los paisajes conservan aún flotando como una pátina sobre ellos, pues la historia permanece en los lugares en los que sucedió como las palabras sobre la memoria".
Llamazares, que ha pasado el verano en León, inicia ahora una larga gira de presentaciones en la que no faltarán esos lugares de la memoria, los que recorrió su padre camino de la guerra.