Eva Pereira: "Sólo una mujer gitana rompió el silencio cómplice con mi agresor"

Una paliza de su expareja la dejó ciega, no encontró más ayuda que la de una mujer gitana, sus dos hijas han sido su fuerza y en Fabero ha encontrado una nueva vida. Ha hecho de su historia un libro

Fulgencio Fernández
02/10/2016
 Actualizado a 14/09/2019
Eva Pereira espera en su casa de Fabero el momento de presentar el libro que recoge su vida cargada de tragedias y malos tratos.
Eva Pereira espera en su casa de Fabero el momento de presentar el libro que recoge su vida cargada de tragedias y malos tratos.
Hay reportajes complicados de contar, las teclas tiemblan y a ti te cuesta trabajo repetir lo que has escuchado. Y, curiosamente, tira del carro la víctima, su generosidad, su fuerza, la vitalidad que irradia y hasta la vitalidad de afrontar la etapa más bella de una vida dura, muy dura. Aunque hayadejado demasiados girones de vida por el camino, como la vista, pues su protagonista es ciega.

Vaya por delante lo que podía ser más fuerte de su historia. Eva Pereira es ciega a causa de una paliza —una de tantas—de su ex pareja.

Pero esta agresión, con lo fuerte y dolorosa que es, sólo es el final de una biografía que hace difícil entender su vitalidad y su humor o, más bien, los hace más extraordinarios. Agrandes rasgos, y sólo son pasajes sueltos, Eva, brasileña y pobre, vivió siendo una niña las agresiones a su madre de un padre violento y alcohólico, incluso presenció una violación a su madre;cuando parecía encontrar salida a su situación, trabajando para una familia que la trataba como a una hija y la envió a estudiar fue violada por un empresario y quedó embarazada por lo que la casi niña huyó a su casa y a su dolor, con una hija;con su primer novio, ella adolescente y él algo mayor, quedó embarazada y abandonada...

Mi padre era violento y bebedor, tuve una hija en Brasil fruto de una violación, vine a trabajar y me encontré en un club de alterne de Soria... La historia que sigue les suena mucho. Una chica que conocía de Brasil, de su poblado de Piquirí, le habló de un trabajo en España y no se lo pensó dos veces, con escala en Francia llegó a Madrid... Yel trabajo acabó en un club de alterne, con una deuda inmensa con una 'madame'.

- Vete donde quieras, pero aquí tienes una deuda de 250.000 pesetas (del año 1997) que tienes que pagar.

Imaginen la historia, pues así fue. Hasta que pudo salir e, incluso, se casó con un hombre que conoció en su ‘trabajo’, un militar de Zaragoza, pero reconoce que estaba mucho más agradecida que enamorada y todo se hizo difícil. Se separaron.

Através de viejas amistades entró a trabajar en otro club de alterne, pero de cocinera. «Sólo de cocinera, no estaba dispuesta a volver a aquel infierno pero había que comer». Un día salió de la cocina para hablar con una chica y el cliente que estaba con ella la vio. Comenzaron a llegarle notas del tipo «lo más bello del club está escondido en la cocina». A pedirle citas. Le hablaban bien de él. «Es mayor que tu pero es buena gente, es ganadero en un pueblo (de Burgos)».

Y accedió a un encuentro con él siempre que no fuera en el club, quedaron en un bar...

Todo fue bien al principio, después un infierno, una situación que Eva describe con una expresión brasileña muy gráfica:«No había descanso, cuando el diablo está de vacaciones manda a su secretario».

Me arrancó por el pelo de nuestras hijas, me tiró al suelo y no se lo que me hizo, tardé días en despertar, me hundió la cabeza, ciega Celos, de nuevo el alcohol aparece en su vida, una madre que «es peor que él» y las agresiones. No olvida la primera. Bajaron a un pueblo cerca del suyo —que ella llama en el libro Villacantinas porque era al que iba a beber su marido— a una fiesta. Allí les saludó un hombre con el que Eva habló lo justo y normal en estos casos. Al llegar a casa le dio una bofetada que la tiró por las escaleras. «Esto, por hablar con quien no debes».

Cada día era un suplicio y Eva era casi la única que trabajaba en la casa, con el ganado, haciendo todos los papeleos. Las agresiones y vejaciones se sucedían. La madre le protegía. Amigos de su marido las presenciaron, incluso un policía que le dejo «esto delante de mi no lo vuelvas a hacer».

Curioso, delante de mí.

Puso denuncias, las quitó, siempre el mismo miedo y las mismas amenazas. «Perderás a tus hijas, no eres nadie, eres quien eres...».

Nadie rompía ese cerco de silencio. Nadie parecía ver lo que sabía todo el mundo. Nadie. Ella se quiso ir. Un día hizo las maletas, le pidió dinero para irse a Burgos. «¿Dónde vas a ir si no tienes dónde caerte muerta?Vete andando a ver si te atropella un coche y acabamos de una puta vez».

- Miento, sí hubo una persona. Una gitana, por eso a mí que no me vengan con historias contra los gitanos...

Es curioso como llama en su libro a los personajes:Alos vecinos Mudito 1, Mudito 2;a su pareja Atila; a su suegra La Vieja...

Casi todo es mentira, yo sentí el racismo;mi agresor llevaba meses fuera de la cárcel y nadie me avisó Sigue el relato yahí, por primera y única vez, Eva se viene abajo. Cuando llega al día en el que estuvo a punto de perder la vida y perdió la vista. Solloza pero le digo que he entendido lo que me cuenta para que no tenga que repetirlo. Lo busco en el libro:Una mañana le dijo que la bajara a hacer la compra. «Todo el día gastando, no soy tu taxista», le dijo. Ella le recordó que quería comprar pañales, «para nuestra hija», pero no le hizo caso. Se puso a desayunar y no había pan «porque, le expliqué, aún no había pasado el panadero y le alcé la voz pues estaba preparando un biberón».

-Tu no me hablas en ese tono, hija de puta, y me arreó un golpe en la cara con la madera en la que estaba cortando el chorizo. Al instante comenzó a brotar sangre...

Se curó como pudo, con la ayuda de su hija mayor, y se fueron a dar una vuelta para no verlo. Regresó a la hora de comer, con las niñas, él estaba bebiendo por los baresb y se acostaron a la siesta cuando regresó, se acerco furioso, la cogió por el pelo y la tiró al suelo, entre insultos. «No se lo que hizo conmigo, no lo se. Fue aquella y soleada tarde de 14 de junio de 2010. Una niña tenía 8 meses y la otra 3 añitos cuando vi sus caritas por última vez. No se lo que hizo conmigo después de aquel primer golpe»pues tardó tres días en despertar. «Me hundió la cabeza por varios sitios y mis costillas quedaron machacadas». Y no veía. Yél estaba allí con La Vieja (su suegra)para decirme que «no hablara».

Pero se acabó. Emepzaba otra historia, muy dura también. «Tenglo que decirte la verdad, he sentido el racismo, hasta de médicos. Estoy convencida de que no se hizo todo lo posible por mi vista. Hay tanta mentira, como en lo de llama al número no sé qué, todo es mentira, no te protegen después... Fíjate, mi agresor llevaba cuatro meses fuera de la cárcel y nadie me dijo nada, ni Servicios Sociales, ni Guardia Civil... me tuvo que avisar una amiga».

Yllegó a la casa de acogida de Fabero, y encontró a un ángel para ella —Begoña—y lucha «por mis hijas, como en todo este infierno» y se muestra activa y bromista. «Si me echo un novio y es feo me da igual, no lo veo, o si se va la luz, no me importa».

Entran las niñas, preciosas. Se abrazan una de cada lado. Lo entiendes todo.
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