Ya es todo un punto de encuentro para vecinos y vecinas del barrio de El Ejido. Lo es por esa filosofía comunal que recuerda, en parte, al espíritu rural de los concejos. También, porque este espacio sostenido y financiado con el dinero de sus aproximadamente 130 socios es sede para actividades sociales, políticas, lectivas y de ocio.
Talleres de teatro, guitarra, apoyo escolar, español para extranjeros, taichí, yoga, seonmudo, tecnología y hasta entrenamiento personal, así como el VII Certamen de Microrrelatos sobre 'Violencia contra la mujer' celebrado con motivo del 25N –con plazo de envío abierto hasta el 17 de noviembre–, son algunas de las pinceladas de una programación completa y desinteresada. Las dimensiones no son un obstáculo para el enclave de la capital provincial: todo cabe en el Centro Obrero y Popular El Candil del número cuatro de la calle Antolín López Peláez. Desde hace apenas un mes, cabe incluso una biblioteca.

«El Candil abre sus puertas en 2014 y, durante todos estos años, hemos tenido toda una serie de donaciones y hemos conseguido libros a través de diferentes iniciativas», cuenta el coordinador del centro, Pedro Gómez: «Ya hace unos años nos marcamos el objetivo de clasificar todo lo que teníamos para ofrecer un servicio, de cara al barrio y a la ciudad de León, como biblioteca». Así, más de 500 tomos –332 novelas, 82 ejemplares de literatura infantil, 50 de temática leonesa y 54 en lengua francesa– completan un fondo literario cosechado por el altruísmo de multitud de donantes. «Muchas personas nos escribían por redes sociales o al correo electrónico o, directamente, llegabas aquí y, delante de las trapas bajadas, te encontrabas una bolsa de libros», ríe el coordinador: «Ya aviso: no podemos aceptar más donaciones de momento».
Es por esa multitud de donaciones que, hasta ser alumbrada, la colección de El Candil ha pasado por un minucioso proceso de selección. Ahora, ya construida sobre los estantes sujetos a sus paredes, permitirá a los visitantes coger prestados la mayoría de sus ejemplares. «Tenemos el problema de no tener un horario fijo para la biblioteca porque no tenemos la capacidad de tener aquí a nadie abriendo el local constantemente todas las mañanas o todas las tardes», explica Gómez: «Si hay personas que vienen y se encuentran el local cerrado, existe la posibilidad de que nos contacten por redes o a través del correo para que les informemos del horario que tenemos y así no venga nadie en balde». Inicialmente, esta recién estrenada biblioteca abrirá de lunes a jueves por las tardes, así como los fines de semana en los que haya alguna actividad programada.

Y, como ocurre con todos los talleres de El Candil, no hará falta hacerse socio para disfrutar de alguno de sus libros. «Es una biblioteca popular como el propio espíritu del centro y, un poco también, con el espíritu de esas iniciativas que en los años 30 fueron surgiendo para inaugurar unas primeras bibliotecas populares en diferentes pueblos», apunta el coordinador: «Ese es el principal objetivo de El Candil: que el pueblo, que los trabajadores y las trabajadoras de León tengan acceso a la cultura y una opción más en su propio barrio, porque, quizá, en muchos casos, las instituciones no pueden llegar o no llegan allí».
Entre tomos de Sartre, Julio Verne, Flaubert, Elvira Lindo, Miguel Delibes y Nativel Preciado –entre muchos más–, no puede faltar la presencia de Federico García Lorca. Parte de su discurso de inauguración de la biblioteca de su pueblo natal se plasma en una pieza de mobiliario de El Candil para rezar: «¡Libros! ¡Libros! Hace aquí una palabra mágica que equivale a decir: ‘amor, amor’, y que debían los pueblos pedir como piden pan o como anhelan la lluvia para sus sementeras».
De esta forma rinde homenaje C.O.P. El Candil, cuyo nombre recuerda las últimas luchas mineras de León, a esos objetos mágicos encargados de atesorar historias mágicas en una muestra más de que no hay muchos rincones como este en la ciudad. Menos aún si el rincón es igualmente cobijo para unos ejemplares que adquieren una nueva vida entre sus paredes. Unos ejemplares que, guarecidos en la nueva biblioteca de El Candil, tendrán como únicos dueños al barrio y a sus gentes.