Nuestra Señora de La Piedad, la de San Martín, la que cada año impar sale a la calle en la Procesión Oficial del Santo Entierro de Cristo, sobre los hombros de los hermanos de la Real Cofradía del Santísimo Sacramento de Minerva y la Santa Vera Cruz, lleva nada menos que 275 años recogiendo las plegarias, la devoción y la veneración de los leoneses de fe, y recibiendo la admiración de los que, siendo leoneses o foráneos, con fe o sin ella, tienen la sensibilidad suficiente para sobrecogerse ante una obra de arte excepcional.
Con motivo de este aniversario, se gestó en la mente inquieta del Abad de Minerva y Veracruz, Alejandro García Fernández, la idea de organizar una exposición singular, que finalmente la Cofradía decidió promover, y que contó con la colaboración del Museo Diocesano y de Semana Santa de León. Tras más de un año de trabajo por parte de la comisión mixta organizadora, la muestra se inaugurará este jueves en la vieja Iglesia de San Salvador del Palat del Rey. El objetivo de las siguientes líneas es ofrecer un avance de lo que podrá verse en la exposición, así como de la obra a la que ha dado lugar: el libro y catálogo titulado «El dolor esculpido», que La Nueva Crónica distribuirá a partir del próximo domingo en sus habituales puntos de venta y en sus propias oficinas de Santo Domingo.
La exposición gira en torno a un motivo principal: la representación plástica de La Piedad -el momento en el que el cadáver de Cristo es colocado en brazos de su madre- dentro de la diócesis de León y a lo largo de los siete siglos que han transcurrido desde que este tema empezó a recibir la atención de los artistas hasta la actualidad.

Ciertamente, sorprende que hasta, más o menos, principios del siglo XV, el arte cristiano no se fijase en este motivo iconográfico. La Virgen, hasta entonces, era representada en forma solemne y mayestática, sosteniendo casi siempre a un Jesús niño, con una actitud hierática que a veces recuerda la de las diosas paganas de la antigüedad. Nadie puede explicar mejor que Máximo Gómez Rascón, en el extraordinario texto que publica en el catálogo de la exposición, cómo se produjo el cambio que hizo que el pueblo fiel quisiera estar frente a una Virgen más humana, desgarrada, en el momento de mayor desamparo tras la muerte de Jesús en la cumbre del Gólgota.
Pero lo cierto es que este giro arraigó con fuerza en nuestra tierra leonesa, como prueba el hecho de que nuestra patrona sea, precisamente, una Piedad, la Virgen del Camino de la Basílica homónima. Tanto ésta como su hermana, Nuestra Señora del Camino, la Antigua, la de la Iglesia del Mercado, fueron los dos modelos principales en los que parroquias y familias pudientes de toda la diócesis se basaron para encargar tallas a su imitación para el culto público o particular. Ello, junto con el auge de las cofradías penitenciales y de sus actos procesionales, ha provocado que a lo largo de nuestra geografía se distribuyan numerosas Piedades de muy diferentes épocas y autores, que nos permiten contemplar un recorrido de siete siglos de evolución artística en torno a mismo y sobrecogedor motivo.
En este punto, el esfuerzo que supuso la organización de la exposición implicó a muchas más personas de las que componen el comité organizador. Párrocos y abades, pueblos y cofradías, han contribuido con su generosidad a la hora de prestar piezas que a nadie gusta sacar de sus localizaciones habituales. Verlas reunidas será un privilegio que difícilmente podrá repetirse.
Pero la imagen de la Piedad no agota el discurso expositivo. A ambos lados de este tema principal, se dedica un espacio a Luis Salvador Carmona, el autor de la Piedad de Minerva, y otro a la relación entre esta Cofradía y la Iglesia de San Salvador del Palat del Rey, la más antigua de la ciudad, que felizmente reabre sus puertas al público con ocasión de este acontecimiento. Los tres capítulos justifican el largo título «El dolor esculpido, Carmona, La Piedad y Minerva y Vera Cruz».
De esta forma, Carmona no sólo estará presente a través de la talla en torno a la cual gira la muestra, sino que podrán admirarse ejemplos de la labor de su maestro, Villabrille y Ron, de su escuela, y de sus propios sucesores, todas ellas procedentes de la diócesis de León.
En cuanto a la vinculación de Minerva con Palat de Rey, la documentación gráfica y documental disponible no abunda, y gran parte de la que podremos ver es inédita, incluida la que se refiere a los años, no tan remotos, en que para poder sacar la procesión del pequeño templo se demolía parcialmente uno de sus tabiques laterales, que se reconstruía finalizado el cortejo.

Mucho más que un catálogo
Aunque temporal, la exposición con la que se celebra el 275 aniversario de La Piedad de Minerva dejará una huella permanente materializada en un laborioso libro-catálogo. De nuevo, el trabajo desarrollado trasciende a los organizadores y se convierte en una obra coral. Como en la exposición, el centro del catálogo es La Piedad de Carmona, analizada desde el punto de vista histórico por nuestro insustituible Cronista Oficial, Máximo Cayón Diéguez -bracero de la Piedad-, y desde punto de vista artístico por Eduardo Álvarez Aller.
Las demás obras expuestas son objeto de un comentario técnico-artístico suscrito por uno de los 15 especialistas en Historia del Arte que colaboran en el catálogo, todos ellos acompañados por fotografías exclusivas. Sin pretender destacar a ninguno, sí me gustaría citar al gran César García Álvarez, Profesor Titular de Historia del Arte de nuestra Universidad y conocido divulgador, y a la Directora del Museo de San Isidoro, Raquel Jaén González.
La explicación del discurso expositivo y del diseño museográfico corre a cargo de los comisarios Iván González Sánchez y Alejandro Grande Martínez, y es de enorme profundidad el comentario sobre la iconografía de la Piedad que firma Máximo Gómez Rascón, Director del Museo Diocesano-Catedralicio de León. Sin duda, podemos considerar a don Máximo padre espiritual de esta exposición, puesto que su rumbo ha venido orientado en todo momento por la obra «Iconografía de la Piedad en la diócesis de León», que publicó en 2006 tras un exhaustivo trabajo de campo y de investigación documental.
Por último, es preciso mencionar el artículo, entrañable y muy personal, que mi querido profesor Fernando de Arvizu, bracero honorario de la Piedad, dedica a Minerva y Palat del Rey.
Creo, en definitiva, que la exposición que abrirá este viernes sus puertas al público es un verdadero acontecimiento cultural, al nivel que merece el aniversario de nuestra querida Piedad, y que dejará para la posteridad una obra verdaderamente única, cuya difusión se verá favorecida por la colaboración de La Nueva Crónica de León en su distribución, a partir del próximo domingo 7 de diciembre por un precio de 18 euros.