Surgen ahora muchas voces reclamando más presencia de la salud mental en la medicina pública, más atención, más recursos, más profesionales, más centros. Viene como anillo al dedo pues la vida de este sanatorio de Santa Isabel sabe mucho de los avatares del olvido.
La primera reflexión la propicia su propia creación, en 1965. La crónica del evento recuerda que «el Sanatorio Psiquiátrico Santa Isabel fue construido por la Caja de Ahorros y Monte de Piedad de León en las inmediaciones de Puente Castro. Se trasladó a León el día 22 de marzo de 1965 el Ministro de la Gobernación, Camilo Alonso Vega, asistió el Gobernador Civil León, Luis Ameijide; el Presidente de la Diputación, Antonio del Valle; el Alcalde de León, José Martínez Llamazares; el Director del Instituto de Crédito de las Cajas de Ahorro de España, Luis Coronel Palma; y el Presidente de la Caja de Ahorros y Monte de Piedad de León, Emilio Hurtado. Bendijo el nuevo Sanatorio el obispo Luis Almarcha».
No faltó nadie, ahí están todas las autoridades de la época, poderoso obispo incluido. Y allí se habló de su finalidad: «Solucionar un grave problema que tenía la provincia de León para el cuidado y recuperación posible de los dementes», otro de los términos hoy en desuso.
Son muy significativas las palabras en el acto de uno de los personajes citados, el presidente de la Caja de Ahorros, Emilio Hurtado, del que no olvidemos que era médico: «Estamos dotando esta Obra Benéfica de la Caja de Ahorros con todos los elementos más modernos y eficientes para que esta casa no sea un manicomio, no sea un edificio para encerrar hombres incurables». Muchas ideas en pocas palabras: obra benéfica, Caja de Ahorros y Monte de Piedad de León, y no sea un manicomio; es decir, apunta ya la necesidad de ir superando viejas creencias sobre las enfermedades mentales, representadas en frases que se repetían con frecuencia al decir de algún familiar: «Está en el manicomio», que llevaba un matiz de abandono, de estigma.
La otra reflexión es que se trata de otro logro más vinculado a la existencia de la hoy desaparecida Caja de Ahorros, maltratada y malbaratada hasta desaparecer. Podría recordarse que, por ejemplo, la Universidad también encontró el mismo ‘padrino o mecenas’. Y aparece la Diputación como aval de futuro, que lo fue hasta el año 1993 cuando se deshizo de esta competencia impropia, que soportó durante décadas.
Recuerda Fernando Rubio que las imágenes corresponden a 1976, once años después de la inauguración, para cubrir la información de la visita de los patronos de la Caja de Ahorros y Monte de Piedad de León; y la otra es de 1978: «Son imágenes de algunas de las actividades que realizaban los internos. Los principales objetivos que persigue la terapia ocupacional en salud mental, consisten en prevenir las discapacidades asociadas a trastornos mentales, físicos y sensoriales, que limitan el desarrollo de actividades en un entorno social, familiar y laboral. Asimismo, restaurar las capacidades residuales, para alcanzar el mayor grado de independencia y readaptación del medio».
Y no aparece en las reseñas citadas un personaje fundamental en esta creación y la sensibilidad hacia las enfermedades mentales, el que fuera director de Santa Isabel muchos años, desde su inauguración, José Solís, «el psiquiatra, asturiano de León», pues a esta tierra se entregó este excelente profesional. De un obituario, publicado en 2006 por el también psiquiatra Pedro Trabajo Vega, tomamos algunos datos, mínimos. «Se licenció en Medicina en 1932 con una clara vocación psiquiátrica ya antes de finalizar la carrera; y así en 1931 asistió como becario a un curso práctico de Psiquiatría Clínica en el Manicomio de Mujeres de Ciempozuelos. Vivió en la famosa Residencia de Estudiantes, con científicos como Severo Ochoa y Francisco Grande Covián, y poetas como Celaya y Lorca y conoció a la que sería su mujer, Galia (rusa de nacimiento, que estudiaba Geología), con la que tuvo dos hijos. (...) En 1933 obtuvo el puesto de psiquiatra de la Clínica de la Conducta del Tribunal Tutelar de Menores de Madrid, fue pensionado con una beca por cuenta de la Junta para la Ampliación de Estudios, que le permitió trasladarse a Viena durante casi dos años, en la guerra formó parte del cuerpo de psiquiatras del Ejército de la República por lo que al final de la contienda fue desposeído de su plaza y pasó a colaborar con el cirujano Vara López en Burgos, cuyos frutos aparecen en varios artículos. Dos años después, en 1941, recuperó el permiso para realizar su actividad profesional.

José Solís eligió la ciudad de León para el ejercicio privado de la psiquiatría. Abrió una clínica, en principio de 10 camas, que amplió a 22 posteriormente. (La clínica del Dr. Solis estaba en un chalet en la calle Álcazar de Toledo).
En los años cincuenta comenzaba una nueva era de la psicofarmacología, que experimentaba con el Largactil como antipsicótico. Solís acudió a Basilea para familiarizarse con el uso de la nueva sustancia, que ensayó con sus propios pacientes.
Sus resultados fueron presentados en Barcelona durante un congreso en 1958, con una casuística de 281 esquizofrénicos tratados con este fármaco desde 1953. En 1965 fue nombrado director del Hospital Psiquiátrico de León.
De su etapa leonesa destaca su colega: «De sus dotes organizadoras, vasta cultura y participación en la vida leonesa valgan como ejemplo la fundación de la Sociedad Filarmónica y las presidencias del Ateneo y de la Alianza Francesa. También se encargó de promover la primera reunión de antiguos residentes de la ya mítica Residencia de Estudiantes».
La no inclusión en la sanidad pública y ser competencia impropia de la Diputación provocó dificultades económicas en Santa Isabel que desembocaron en una denuncia de la situación que se vivía en la prensa nacional (El País) en 1991, la Diputación insistió en los gastos excesivos para ella y ya en 1993 la Junta asumió su gestión.
Cierra Fernando Rubio sus recuerdos con una frase del escritor Julio Cortázar que abre una nueva ventana de reflexiones: «No cualquiera se vuelve loco, esas cosas hay que merecerlas».