Todo empezó con dos micrófonos y una cámara. No hizo falta mucho más para que La Cuelga iniciara su andadura por terrenos cibernéticos. El primero de los episodios de este pódcast se publicó hace cinco meses. El escenario: una de las salas disponibles de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de León. Desde entonces, ya son once los programas emitidos en la plataforma erigida por un grupo de historiadores del arte leoneses. El nombre del proyecto no da lugar a dudas.
Así lo explica Javier Calderón, uno de los responsables. «Todo empezó con dos micros y una cámara», ríe al otro lado del dispositivo: «Y ahora estamos colaborando con la Radio Universitaria». El –al principio improvisado– estudio de La Cuelga ha ido metamorfoseando con la evolución de la iniciativa: de un espacio vacío de la facultad a la casa de alguno de los integrantes. De la habitación hogareña a las inmediaciones de la Radio Universitaria. «Estamos creciendo y eso es una buena noticia», resume el leonés sobre un «proyecto de divulgación» que surge entre lazos de amistad. «Estamos formándonos cada uno en lo nuestro y queríamos hacer algo juntos», añade: «Un pódcast nos requería una inversión no demasiado grande y nos permitía desarrollar nuestros conocimientos y ponerlos al servicio de la gente».
Fue tras finalizar el grado cuando este grupo de veinteañeros –ninguno pasa de los 25– tomó la determinación de embarcarse en este viaje digital. Un viaje que ya les ha llevado hasta Valladolid, Madrid o, sin ir más lejos, el Museo Diocesano y de Semana Santa, desde donde el pasado Martes Santo grabaron un directo. Con público y todo. Fue en ese escenario donde hicieron «un recorrido a lo largo de las distintas iconograías del ciclo de la Pasión» siguiendo un orden cronológico y «comparando los pasos que se conservan del siglo XVII con quellos que han sido realizados recientemente». Un recorrido que coincidió con el décimo programa de La Cuelga.

Después de eso, los leoneses han charlado con el comisario de la exposición ‘Una distancia insalvable’, guarecida en la Fundación Cerezales, Joaquín Jesús Sánchez, para alumbrar su más reciente episodio. Y es que a estos jóvenes no se les escapa nada de lo que tenga que ver con arte y patrimonio. Al menos, no lo parece. «La pretensión inicial era llegar al mayor número de gente posible que esté interesada en la cultura y no la conozca demasiado, pero manteniendo siempre el rigor que nos permita ser fieles a lo que hemos aprendido», cuenta Calderón: «También queremos interesar a gente especializada dentro del mundo del arte y de la historia».
El joven se turna ante las cámaras de La Cuelga con Yago Rejón, de Sahagún; Álvaro Martínez, de La Bañeza; Adrián Ríos, de Valencia de Don Juan; y Guillermo Martín y Daniel Santos, ambos de León. «Yo, bueno...», medita risueño: «Nací en León, pero luego he estado mucho tiempo fuera hasta que volví a hacer el Bachiller y la carrera». A estos seis leoneses acompañan entre bambalinas otras tantas personas. «Tenemos algunos colaboradores que nos ayudan con las redes: una chica que es de Valladolid, las chicas que nos llevan la parte de TikTok, que son de Sevilla y de Huelva, y luego otro amigo nuestro que nos hace la edición de vídeo, que también es de León», enumera el historiador: «Las carencias que teníamos las hemos ido supliendo con gente que conocíamos». Toda una plantilla de currantes que, por amor al arte, trabajan consiguiendo como fruto cada episodio de este pódcast de sello leonés.
Pero su contenido no se limita a esta provincia. Los leoneses de La Cuelga trascienden las fronteras de León para ofrecer a sus espectadores –a sus oyentes– un contenido lo más amplio posible en el ámbito artístico. «Nuestra intención es cubrir todo –vamos, si se puede– el territorio nacional, pero siempre hemos tenido muy claro que León tenía que estar muy presente», apunta Calderón: «Ya hemos podido colaborar con instituciones de la provincia, como la Fundación Cerezales, y hemos hecho programas como el de la Ruta de Retablos Renacentistas del Este de León; la provincia está muy presente y ojalá podamos seguir haciendo contenido aquí».
A su pulsión divulgativa se suma una faceta en constante formación que desentona en gran medida con esa idea manida de que carreras como Historia o Historia del Arte no tienen salidas. Los de La Cuelga se las buscan ellos mismos y, si no las hay, se las inventan. «Estamos un poquito en contra de esas afirmaciones porque es verdad que tiene una salida vamos a decir concreta, que es el profesorado, pero hoy en día hay mil opciones», opina el leonés: «Nosotros, en cierto modo, estamos emprendiendo con una idea distinta: La Cuelga es una manera distinta de enseñar y de divulgar».

No tarda en hacer mención de la gestión cultural y la interpretación de patrimonio –una profesión a la que «tiene más fácil acceso gente que haya estudiado Turismo»– como «opciones» factibles. «No creo que Historia del Arte sea una carrera con pocas salidas: la gestión cultural te permite, además, intervenir en todos los ámbitos de la cultura; luego hay mil especificidades en las que cada uno se puede adentrar y que, sobre todo, te permiten trabajar con la gente», refleja contundente: «Eso es lo que más nos gusta a nosotros, estar en contacto con la gente, y creo que es algo que no se acaba nunca realmente».
Con las ideas bien claras, este grupo de historiadores leoneses no ha hecho más que empezar su andadura en el terreno cibernético, al que destinan parte de su tiempo sin dejar a un lado su formación. «Nos hemos centrado en el pódcast ahora mismo porque es lo más sencillo, pero por los perfiles que tenemos nos gustaría empezar a trabajar, a lo mejor, en pequeñas exposiciones o ir creando contenidos culturales distintos que nos hagan crecer como proyecto en general», cuenta Calderón: «Deseamos que, en un futuo, el pódcast se integre en un proyecto más grande, así que el objetivo es poner al servicio de la gente nuestros conocimiento y todo el patrimonio cultural que tenemos tanto en León como en el resto de España». En sus palabras, «muchas veces nos vamos a otros lugares buscando maravillas y aquí también tenemos muchas cosas que hay que poner en valor».
Habla un joven con criterio. Apasionado y estudioso del arte, como sus compañeros, no le faltan ambiciones. Ese carácter fue el caldo de cultivo de La Cuelga; un proyecto que «empezó con dos micros y una cámara». Dos micrófonos y una cámara revestidos –seguro– de la férrea ilusión que desprenden sus miembros desde la pantalla.