Lo cierto es que los vecinos no sabían muy bien lo que había pasado aquella tarde, a las cinco, cuando iba a comenzar el entierro de una vecina de 83 años.Estaban realmente aturdidos, salieron como pudieron y corrieron a pedir ayuda. El lugar más cercano, abierto, era la Farmacia y hacia ella corrieron muchos de los asistentes al funeral, según recordaba el farmacéutico, Mario Montoya: «Empezó a llegar gente pidiendo ayuda, no sabían muy bien de qué...».

No les faltaba razón. La torre de la iglesia (del siglo XVIII) aparecía partida justo por la mitad, lo que alimentaba la teoría dada como la más probable de que el rayo «entró al templo a través del badajo». Las cristaleras de la iglesia estaban destrozadas y en el sueloaparecían en las fotografías e imágenes de televisión un buen número de piedras que bien pesaban más de cien kilos, en muchos casos.
Un vecino, el tío Teyo, contaba su experiencia: «Yo vi que venía una piedra gorda, directa hacia mí, y por esquivarla me atropelló otra, que era mucho máspequeña, y me hizo una herida aquí en el muslo», explicaba a las cámaras de las televisiones pues todas las cadenas conectaron con Prioro y mostraron su extrañeza con los hechos. Los rostros más conocidos de los telediarios de la época explicaban el extraño suceso «cerca de los Picos de Europa», repetían Susana Griso, Matías Prats, Ana Blanco o Lorenzo Milá, entre otros. Buena prueba del descontrol de los primeros momentos es que cada una ofrecía un número diferente de heridos:diez, trece, dieciocho, veinte, cerca de treinta... Normal pues llegaron ambulancias (también desde Palencia) y helicópteros (de Burgos) y las heridas se mezclaban con el pánico. Finalmente fueron tres los heridos de cierta gravedad, dos mujeres y un varón, y sólo una de las mujeres era grave.
En días sucesivos se iba dando noticias de la buena evolución de los heridos y otros aspectos, como el que insistía en destacar el alcalde del municipio, Francisco José Escanciano, aún hoy en el cargo. «Quiero reseñar el ejemplar comportamiento de todos los vecinos, en el momento de la que pudo ser una gran catástrofe y en días posteriores».
Por cierto, la fallecida tardó un par de días en poder ser enterrada pues el templo estaba acordonado y los vecinos conmocionados.
Cierto que pronto apareció el espíritu solidario y comunal de este pueblo queseguramente es uno de los que mejor cuida sus tradiciones. Y en un año, ahora hace 10, la iglesia ya lucía nueva torre, de diferente tonalidad en la piedra, como memoria de lo que pudo ser «una escabechina».
Y no lo fue por una circunstancia, los vecinos suprimieron la costumbre de esperar al cadáver en el exterior pues «hacía una tarde de perros», contaba Fructuoso Casquero, quien añadía: «Tuvimos mucha suerte, por la lluvia, que entramos todos para la iglesia, si nos quedamos en el exteriorhabría sido muy gorda... mucho».
Claro que ahora que ya todo es una ‘anécdota’ le bromean: «Es que si no llega a estar de tormenta tampoco había caído el rayo».