La cazuela de congrio con langostinos y setas de Marcelo Ramón

Plato para celebraciones, sin duda. Unas buenas tronchas de congrio abierto, uno de los peces más apreciados en el interior peninsular, de carne tersa y pleno de sabor marino. Langostinos, en cualquiera de sus versiones y variantes, delicadeza de la naturaleza marina. Y setas, los sabores concentrados de nuestros bosques y praderas. Combinación sublime que auspicia un resultado memorable.
Sartén al fuego con aceite de oliva. Vamos a ir elaborando por este orden: unas patatas, cortadas en discos de 4-5 milímetros de grosor, hasta que estén bien fritas. Conformarán el colchón de la cazuela de barro en la que cocinaremos el plato. Sellar ligeramente los langostinos hasta que cambien su tono hacia el rosa anaranjado. Sacar y reservar. Seguidamente el pescado, una vez salpimentado y sutilmente enharinado, sellar, retirar y acomodarlo sobre las papas dispuestas en el fondo de la tartera de barro. Y por último las setas, cada cual de la variedad que dispongamos. Una vez pochadas, condimentar con unas cucharadas de tomate frito y un chorrín de vino blanco. Dejar cocer suavemente e incorporar una picada que habremos preparado en un mortero, a base de ajo frito, un pedazo de pan, también frito, perejil fresco, unas almendras peladas, unas piedrinas de sal gruesa y cuando esté todo machacado, desleerlo con una copina de buen coñac. Dejar hacerse a fuego lento, que reduzca un poco y la pasamos a la cazuela, donde ya esperan colocados, las papas, el congrio, y los langostinos. Directos al infierno, precalentado a 200°, unos 10-12 minutos. Los aromas que envuelven la estancia, indicarán el momento del disfrute.
La salsa, merece el mejor de los panes posibles.
Un fresco, Fáfila Pétriz, de bodegas Pincerna de DO León, convierte este albarín en un lujazo total.
¡Tranca!