Casa de escudos y de "bueyes y gorrinos"

El Castillo Palacio de los Álvarez-Acevedo de Otero de Curueño luce en su fachada un buen número de escudos que hablan de una rica historia de nobles y que llega hasta unos singulares ganaderos que fueron los últimos ‘señoritos de Otero’

Fulgencio Fernández
10/09/2017
 Actualizado a 18/09/2019
La espectacular fachada de los siete escudos, un palacio que en los últimos años ya solo se abre en contadas semanas de vacaciones por ‘la señorita’.
La espectacular fachada de los siete escudos, un palacio que en los últimos años ya solo se abre en contadas semanas de vacaciones por ‘la señorita’.
En este recorrido por «casas con historia» a lo largo de la provincia no faltan un buen número de históricos edificios: casonas, castillos, palacios... habitados muchas veces por singulares personajes que conservan apellidos de ‘rancio abolengo’. Bastaría recordar a Pepe el de Ariego y los Rodríguez Valcarce; el palacio de Riolago convertido en Casa del Parque; los Marqueses de Villafranca... o el castillo palacio de los Álvarez-Acevedo de Otero de Curueño, con otras ramas de la familia en Lois o Benllera; por citar algunos.
Los Álvarez-Acevedo, cuyo morador en las últimas décadas heredaba el título popular de Señorito de Otero, es un excelente ejemplo de la transición de lo noble a lo popular, pues a la ganadería, como tantas gentes de la comarca, se dedicaron los dos últimos señoritos, fallecidos hacer pocos años: Federico y Basilio Álvarez-Acevedo, éste fue el último en fallecer y era conocido por el orgullo con que regentaba su pequeña ganadería de bueyes a la que se dedicó cuando dejó su profesión de guardia civil durante muchos años.

Los seis escudos de la fachada del palacio dejan constancia de la rica historia de los Señoritos de Otero Incluso Federico, que había trabajado en la Estandart Eléctrica y tenía un verdadero museo de recuerdos, tuvo su ‘minuto de gloria’ en las elecciones municipales de 2011 por su singular forma de protesta por haber sido excluido del censo electoral: se desnudó en el colegio electoral. Una imagen que recorrió todos los periódicos en los habituales «anecdotarios de la jornada de elecciones». Tres mujeres, de avanzada edad, son ahora las herederas de este apellido ylegado, aunque vienen bastante poco por la localidad estas «señoritas».

Pero hasta llegar a Basilio y Federico hay una larga y muy rica historia. La guía de la Asociación Española de Amigos de los Castillos dice que fue construido en el siglo XVI por Diego Alvarez Villarroel y Catalina Gutierrez-Acevedo, familia que tenía su casa solariega en Lois, construyeron en Otero de Curueño su palacio más importante. Esta casaes también conocida como la Casona de los Tovar, su primera dueña fueMaría de Ordás quien casó con un Álvarez Acevedo en el siglo XVII y, la casa cambio a su nombre actual.

Basilio se dedicó a la ganadería de bueyes selectos cuando se jubiló de la Guardia Civil El historiador Juan José Sánchez Badiola recorre la larga historia de este linaje y se sorprende de los moradores que encontró en la casa cuando la visitó, en los años 70. «Los paralelismos del edificio con el de Benllera son más que evidentes, desde el origen y evolución del edificio, hasta el peculiar y algo trasnochado personaje que concluyó la dinastía. En este caso, El Señorito de Otero, que se ocupaba de vacas y gorrinos en su palacio cuajado de escudos».

También Julio Llamazares visitó este lugar y al Señorito para su libro de viajes ‘El río del olvido’. Después de recordar también su larga historia y la de algún ilustre miembro de la familia —como Mariano Álvarez-Acevedo, diputado liberal que cuando iba a Madrid a hablar en las Cortes dormía siempre en casa propia pues tenía una cada veinte o treinta leguas— habló con el Señorito de Otero y también reparó que aquel hombre sordo y con aspecto de labrador andaba rodeado de sus gallinas. Fue con el escritor un hombre muy amable, al que invitó a una cerveza y le enseñó todas las instancias de la casa: «la capilla roída por el polvo de los años, el despacho arruinado, las mazmorras vacías, el comedor con los retratos de sus antepasados, la vieja biblioteca en la que se amontonan en desorden legajos medievales y periódicos recientes... los antiguos graneros, las caballerizas, la calesa de su bisabuelo el diputado».
- Pero usted sigue siendo el Señorito de Otero.
- El Señorito de Otero y el criado.
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