Un bohemio con principios ‘enchiquerado’ en San Marcos

Paco Pérez Herrero es hoy, más que nunca, el ‘padre de la leyenda de Genarín’, pero su figura va mucho más allá de este episodio y nos habla de un tipo de principios que, por ejemplo, le llevaron a la cárcel en 1937, en expresión suya "me ‘enchiqueraron’"

28/03/2024
 Actualizado a 29/03/2024
Placa colocada en la calle La Sal, donde se celebraba el rito de los treinta pasos en ‘El entierro de Genarín’, en 2006, año del centenario de su nacimiento.
Placa colocada en la calle La Sal, donde se celebraba el rito de los treinta pasos en ‘El entierro de Genarín’, en 2006, año del centenario de su nacimiento.

Si comenzamos una reseña biográfica diciendo que en 1937 Paco Pérez Herrero fue encarcelado por defender sus ideas ya nos ponemos en la pista de un personaje que trasciende a la creación de la leyenda de Genarín. Si recordamos que años más tarde era obligatorio para tener el carnet de prensa pasar por el Gobierno Civil y firmar ‘fidelidad a los principios del movimiento’ y que Paco Pérez Herrero se quedó sin su carnet por no pasar a firmar, estamos en la pista de un hombre de principios.

Si leemos a Pérez Herrero y vemos cómo él recuerda aquel pasaje de la cárcel con la expresión del aficionado a los toros que era: «Me enchiqueraron en el 37» ya intuimos al socarrón leonés que bandeó la vida como le vino y como pudo... pero con dignidad.

Por ello hoy, que su nombre aparece en muchas partes vinculado a Genarín —«y a mucha honra», que diría él— también es bueno recordar al otro. Un amigo suyo, el fallecido editor Santiago García, escribía en una columna del desaparecido periódico La Crónica de León un perfil que se ajusta mucho a la verdadera dimensión de este leonés al que también nacieron fuera, en Palencia, aunque siendo niño ya llegó a orillas del Bernesga. «Paco era, sobre todo, un tipo digno y la memoria de la otra historia de la ciudad; no de la historia, de la otra, de la real. ¿Cuántos quedan como él ahora? Muy pocos, casi ninguno, y lo que es peor, casi nadie les queremos es cuchar, como casi nadie escuchó a  Paco».

En un homenaje celebrado en el año 2006, con motivo de su Centenario, un buen número de leoneses profundizaron en la figura de Pérez Herrero. Uno de ellos, el también editor Ernesto Escapa, incidía en lo que apuntaba su colega García y afirmaba que Paco se disfrazaba con  una careta alegre que disimulaba la pena de sus renuncias»; en referencia a casos como el de su ‘no carnet de prensa’ (decía que fue el único que no lo sacó) o cuando estuvo enchiquerado. Frente a ello, este personaje que cultivó diversos géneros, desde la poesía al teatro o la crónica ciudadana, era para la gente un típico bohemio y autor de recordadas y jugosas coplas:  «Todo cambia. El mundo gira / inconstante y veletero: / Palmira es Doña Palmira y Folgueras fue joyero. / Murió la gorra visera / ya es jardinero El Patato. Es virgen la castañera / y cura guapo don Honorato», pura ironía en medio de una copla que es crónica ciudadana.

En aquella cita también deshizo Julio Llamazares, autor de El entierro de Genarín, otra vieja leyenda urbana, que el libro había enfrentado a Pérez Herrero y el autor de La lluvia amarilla: «De la nada, pero adornándolo año tras año, incluso en aquellos que el horno no estaba para muchos bollos, Paco llevó a Genarín hasta los altares de la heterodoxia y del santoral pagano, labor en la que colaboramos otros, siempre bajo su tutela», que en su caso la colaboración fue la novela/ensayo/crónica... y recordaba como prueba de que no hubo ningún conflicto entre ellos que «fue el propio Paco quien me animó a escribir el libro que yo le animaba a escribir a él, y cuya aparición le llenó de satisfacción, como prueba que fue él mismo quien lo presentó»; y que encaja mucho mejor con la personalidad de ambos. Dos bohemios disfrazados. 

 

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