Belén S. Campos expone en el Museo de León: "La imagen está en el ojo independientemente del objetivo"

La fotógrafa leonesa inaugura este viernes su muestra 'Lugares que soy' en el edificio Pallarés, donde permanecerá hasta el próximo día 6 de julio

08/05/2025
 Actualizado a 08/05/2025
Una de las imágenes presentes en la muestra ‘Lugares que soy’ del edificio Pallarés de León. | BELÉN SÁNCHEZ CAMPOS
Una de las imágenes presentes en la muestra ‘Lugares que soy’ del edificio Pallarés de León. | BELÉN SÁNCHEZ CAMPOS

Los espacios cobran vida en las imágenes de Belén Sánchez Campos, que los retrata como si de personas se tratara. Con sus atavíos, con su personalidad, con los defectos y virtudes que los caracterizan, la esencia de los lugares se reflejan en las fotografías de una leonesa que echó mano de la cámara, por primera vez, en su adolescencia. La que, al principio, era no más que la afición de una principiante fue cambiando de forma hasta convertirse en un ejercicio de tintes más profesionales hace siete u ocho años, cuando el ojo detrás del objetivo empezó a presentarse a concursos.

Desde entonces, Belén Sánchez Campos ha pasado por diferentes galerías de la provincia y ha llevado su manera de entender el mundo materializada en imágenes hasta rincones del otro lado del Atlántico: la leonesa ha sido dos veces seleccionada en el Festival Internacional de Fotografía de Calle en México. En la actualidad, debido a diferentes motivos que le impiden «hacer una vida normal de trabajo», dedica su tiempo de forma exclusiva a la destreza que representan los ‘clicks’ de su aparato. «Ha sido el mayor salvavidas que te puedas imaginar; ha sido lo que me ha mantenido viva», explica al otro lado del teléfono sobre su pulsión capturadora: «La fotografía se ha convertido en el motor de mi vida y en lo que me ha ayudado a seguir adelante». 

Las imágenes que alumbra, aunque cuidadas, no tienen nada de premeditación. La fotógrafa deja que ellas mismas le avisen de que ha de capturarlas en un gesto casi improvisado que le hace reflexionar sobre el soporte con el que las consigue. «Me dejo llevar; no me condiciono y, lo que me encuentre, lo fotografío», dice: «No tengo prejuicios; al contrario, me molestan mucho los prejuicios del tamaño de la cámara, de las marcas y de los objetivos». A su modo de ver, «la fotografía siempre está en la cabeza; está en el ojo independientemente del objetivo o la cámara con la que la vayas a hacer». 

Belén Sánchez Campos junto al cartel de su exposición en el Museo de León. | PABLO MARTÍNEZ jpg
Belén Sánchez Campos junto al cartel de su exposición en el Museo de León. | PABLO MARTÍNEZ

La leonesa no rehuye de los móviles. En un mundo en el que todo el mundo puede transformar un paisaje en una fotografía simplemente rebuscando en su bolsillo, Sánchez Campos tiene claro que lo que diferencia a un profesional de todo el resto, «desde luego, no es la cámara». La fotógrafa es más partidaria de la simbología que esconden los elementos que conforman la imagen. «Creo que lo que tienen que conseguir es que el espectador vea algo; que le cuente una historia y le transmita algo», considera: «Una imagen es buena porque quien la hace ha tenido la suerte de pillar un momento, pero, sobre todo, la sensibilidad de haber capturado el instante». 

Cada noche, Belén Sánchez Campos se acuesta «leyendo o estudiando». Cada mañana, se levanta «con la cámara en la mesilla». «La tengo aquí ahora mismo», confiesa: «¿Me siento profesional porque como de las fotos que saco con ella? No. ¿Me siento fotógrafa? Por su puesto que sí, pero creo que es más el espíritu; es la condición natural de alquien que todo lo que ve lo ve a través de una cámara aunque no la tenga consigo». Ese carácter de cotidianidad que le aferra constantemente a su pulsión se deja entrever en las imágenes que captura; imágenes que, en algún sentido, muestran paralelismos con el pintor estadounidense Edward Hopper.

La leonesa explica que conoció su obra en una exposición en el Museo Thyssen de Madrid. «Me quedé fascinada porque me sentí identificada; empecé a verlo todo, a leerlo todo acerca de él porque me sentía en su obra», cuenta sobre su primera impresión: «A mí me ha inspirado la pintura y me ha inspirado, de niña, el cine sobre todo; al venir de una cultura visual, a veces puedes encontrar imágenes que, en ese momento, no sabes de quién son, pero que sientes que ya están en tu cerebro». Mientras habla, hace gala de su inquietud cinematográfica: se le viene a la cabeza una imagen de ‘Marnie, la ladrona’ de Alfred Hitchcock. De la cinta destaca su gama cromática. Recuerda los colores vivos de una escena en la que la protagonista sale de un taxi en un plano con edificios rojos de fondo. 

La exposición de la fotógrafa leonesa será inaugurada este viernes a las 1200 horas.BELÉN SÁNCHEZ CAMPOS
La exposición de la fotógrafa leonesa será inaugurada este viernes a las 1200 horas. | BELÉN SÁNCHEZ CAMPOS

Y es que el color es a la imagen de Sánchez Campos lo que el oxígeno a los seres vivos. Buena muestra de ello son los espacios que retrata sacando lustre a su identidad. Espacios como los que protagonizan la exposición ‘Lugares que soy’, que tendrá su inauguración este viernes a las 12:00 horas en el Museo de León. El título –explica la fotógrafa– «es lo último que escoges». Y los lugares que titulan la muestra los define como su «paraíso». De su mano –de su ojo y su objetivo– el municipio gallego de Miño y el portugués de Caminha extienden sus términos, fuera de las fronteras, hasta un lugar privilegiado en plena capital leonesa.  «Cada vez que estoy allí las endorfinas están alocadas; soy otra persona», ríe la leonesa, enamorada de Miño y de Caminha: «Son lugares a los que estoy unida sentimental y emocionalmente; lugares que soy, no que fui, porque siempre están en mí esos colores». 

A pesar de ser oriunda de León, de esta tierra hay poco en esos «lugares». La autora de la muestra prefiere reservar la estampa de las callejuelas y los parajes leoneses a las fotografías que llama «street» y que la han acompañado en la maleta hacia lugares como México. Pero ya sean de calle, de paisajes abiertos, de espacios marítimos, de playas repletas o de cualquier parecer, todas ellas tienen algo en común. «No me complico, no hay pretensiones, no pretendo nada con estas fotos», asegura la fotógrafa. Esa austeridad cotidiana, esa cotidianidad austera es su denominador común. Eso y la firma de la leonesa, que se presenta emocionada ante la inminente inauguración; la primera a solas en el Pallarés. «La primera y la última porque creo que es una oportunidad increíble y casi no me lo creo», termina. 

Son sus últimas palabras antes de colgar. Pero a este texto acompañan sus fotos, que hablan por sí solas. Esas fotos que, desde mañana y hasta el próximo 6 de julio, hablarán también coloridas desde las paredes del Museo de León.

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