Asadurilla de cordero lechal de Marcelo Ramón

Los tiempos que corren y los dispendios que se nos avecinan (Navidad), obligan a economizar en nuestro gastos cotidianos. La alimentación no podía ser menos, pero no por ello ha de pasar a ser aburrida, monótona y complicada. Al contrario, debería ser variada, sabrosa y fácil de hacer.
Esta receta cumple con todos estos parámetros, si bien en la actualidad se recrea únicamente en bares y tabernas a modo de tapa gratuita y rara vez como ración de pago.
Tiene la aceptación que tiene y no por eso debe caer en el obtracismo. Dicho esto, paseo por el mercado de abastos y cita obligada en la casquería. Observo unas fresquísimas asadurillas de lechal y me apresuro a pedir una y para casa a prepararla a la antigua usanza.
Una vez limpia, me la dieron perfectamente preparada para su cocinado, trocearla con un cuchillo afilado en pedazos de bocado.
Cazuela al fuego con aceite de oliva, cebolla y pimiento verde en pequeños cubitos a pochar. Asadurilla a rehogar hasta que cambie el color con la ayuda de la favorita para revolver, una cucharina de pimentón ocal del Serranillo, dos de harina y seguir rehogando. Un majado de ajo y perejil desleidos en vino blanco, una guindilla y una hojina de laurel. Dejar cocer a fuego suave hasta que esté hecha. Si hiciera falta, se puede añadir un poco de agua. Muy caliente, a comer. Mejor para el día siguiente que asienten los sabores, carnes y salsa.
Si tapa, con palillo, si ración, con tenedor.
Armaros de una rica hogaza y no hacer apuestas a que no se acaba.
Vino, en vaso de culo grueso, típico de tasca o bodega.
¡Tranca!