Ariño: Viaje al corazón de una tierra de buen vino

Escapada a la Rioja alavesa: mucho viñedo, paraísos alucinantes y un comedero imperdible en Labastida

Susana Martín
08/01/2016
 Actualizado a 17/09/2019
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Queridos disfrutones, ¿qué tal, cómo lo llevan, mucha bronca con la báscula? Superados los excesos navideños (ay), y llegado el momento de hacer buenos propósitos para este año que acaba de comenzar, aquí está de nuevo la Ruta del Placer para volverles a guiar por el ‘camin del pecao’ y descubrirles algunos rincones gastronómicos. La tentación está por todas partes, ya saben, y lo mejor es caer en ella de vez en cuando, así que allá vamos de nuevo.La idea era abrir boca con una excursión por el Monte Toloño, uno de los picos más altos de la Sierra de Cantabria (entre Álava y La Rioja)... Pero sólo era una idea En estas fiestas les contaré que hemos aprovechado los descansos navideños para hacer justo lo contrario, y más que descansar recargamos las pilas disfrutando a tope de la vida sin reloj, de unos días sin prisas para despedir el año con fundamento: en un destino único (Euskadi), que lo tiene todo para huir de espumillones y atascos y perderse en cualquiera de sus infinitos paraísos. Las paradas fueron muchas, darían para unas cuantas comilonas de esta Ruta, y una de ellas fue en Vitoria, una ciudad preciosísima y desconocida repleta de comederos magníficos y de baretos con unos pinchos que decían ‘cóooomeme’. Nos quedamos con las ganas de probar un sinfín de exquisiteces, que no eran los días más apropiados para tapear antes de la enésima comilona pantagruélica, aunque no pudimos resistir la tentación de probar la mítica tortilla del Sagartoki. ¿Veredicto? Rica, mucho, pero quizá le precede la fama y por ello no cumple las expectativas.Y de Vitoria y sus alrededores, viaje de lujo por la Rioja alavesa. La escapada exprés a Laguardia para revisitar la bodega de Frank Gehry para Marqués de Riscal mereció la pena. Un vinito en su espectacular hotel-restaurante y seguimos ruta. A un cuarto de hora está nuestro destino final, otro pueblín-joya de la Rioja alavesa, una de nuestras tierras del vino: Labastida.La idea era abrir boca con una excursión por el Monte Toloño, uno de los picos más altos de la Sierra de Cantabria (entre Álava y La Rioja), y un excelente mirador para contemplar esta tierra de viñedos. No dio tiempo, por lo que aplazamos ese reto para la próxima y disfrutamos de un paseo por esta localidad cercana a Haro y repleta de bodegas y viñedos.Veníamos advertidos: «Hay un comedero imperdible en Labastida», y no hubo pérdida. Después de unos vinillos de la zona, ahí está Ariño, una casa de comidas familiar, pequeña y muy coqueta donde se disfruta aún más de lo que nos habían dicho. El problema es qué elegir entre tantos platos que ves pasar hacia otras mesas con una pinta (y un olor) increíbles. Y como éramos muchos, probamos casi todo: para empezar, piquillos verdes templados, alcachofas con jamón y delicias de la casa. Y luego –ligerito todo– rabo de buey, manitas de cordero y un chuletón de buey sabrosísimo. Regado con un Solagüen del pueblo, aún hubo valientes que probaron un postre típico vasco: la ‘goxúa’, una boooomba.------------------------------------------------Restaurante Ariño.                                                   Calle del Frontín, 26.                                      01330 Labastida. Álava. 945-331024
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