Ha estudiado también con maestros de la talla de Joaquín Soriano o Bruno Aprea. Este año ha ofrecido un recital dentro de programa de Jóvenes Interpretes del Conservatorio, en lo que considera «una gran oportunidad para mostrar el trabajo realizado durante años y para vencer el obstáculo de los nervios». Considera que la excitación sobre las tablas «en muchas ocasiones no me permiten demostrar y transmitir al publico lo que realmente quiero».
Pese a ello está convencida de que superará este y otros desafíos propios de su instrumento «como el sonido, que considero de especial dificultad en la flauta, la expresividad de la musicalidad o la falta de tiempo para el estudio». Retos comunes a todos los músicos, asegura, y que, en ningún caso, le harían cambiar de especialidad. Tiene claro que «la música va a seguir estando presente en mi vida», aunque por el momento no tiene planes concretos para emprender una carrera «profesional». De ser así, reconoce que «no estaría mal tocar en la Ópera Estatal de Viena o en la de Casa de la Ópera de Sydney». «En la primera porque a parte de ser muy conocida, en mi casa siempre se ha escuchado el Concierto de Año Nuevo que tiene lugar allí, y el segundo porque me parece una instalación inpresionante», explica.
En casa, en León, considera que «aunque es verdad que últimamente hay mas actividades musicales, pero yo no veo que se fomente mucho la formación musical». Por ello, para hacer realidad los sueños musicales recomienda «como decía Trevor Wye y mi profesor, todo es cuestión de tiempo, paciencia y trabajo inteligente».