Si ya parece difícil entrar en contacto con un rockero, cuando son dos, la complejidad se duplica. Aunque lo cierto es que no suenan muchos tonos hasta que Alén Ayerdi descuelga la llamada; otra historia es la de Eduardo Beaumont, más acostumbrado a que le llamen ‘Piñas’, que, al principio, no da demasiadas señales de vida. Así que, mientras espera a que el bajista se manifieste, Ayerdi se dispone a hablar. «Antes el rock era una cosa, digamos, de circuito de bares, y las bandas que destacaban acababan en las salas vendiendo entradas», relata el batería de la consabida banda Marea: «Ahora no tiene nada que ver la industria: nos hemos quedado sin el primer escalón, cuando los chavales que hacían canciones las exhibían por primera vez delante de un público sin cobrar entrada».
A la misma pregunta responde el bajista de la misma banda, aunque un rato después. Lo bueno de la prensa escrita es que, con un poco de chapa y pintura, el receso temporal ni siquiera se notaría si no fuera por la indicación que, en este caso, hace las veces de introducción, quizá queriendo bosquejar desde el principio la personalidad desenfadada de ambos músicos. «La industria musical va por modas», considera Piñas: «Como vamos por la vida todos mirando para delante como cabestros, consumimos la música que nos ponen, comemos lo que nos dicen y no tenemos tiempo para otra cosa, pues la mayoría consume la música que quieren las radiofórmulas».
Ninguno de los dos tarda en sacar a relucir ese asunto que tanto preocupa a tantos gremios y oficios artesanos: el relevo generacional. «Hay un montón de bandas resurgiendo y, por suerte, siempre hay cosas nuevas», opina el bajista sobre el panorama del rock. Al otro lado del otro dispositivo, habla el batería: «Yo creo que está volviendo la cosa; estoy viendo unos síntomas muy bonitos que me recuerdan a cuando empezamos nosotros».
Ayerdi, que ejerce también como director del sello El Dromedario Records, pone de relieve la juventud de la banda Linaje, como si fuera una especie de luz al final del túnel. «Que esas bandas estén vendiendo todas las entradas y petando las salas es un gran síntoma porque creo que va a haber mucha gente joven que les vea y muchos que, al verles, se van a animar a hacer discos», dice: «Habrá otra vez una escena; un movimiento, que es lo que yo echaba en falta. A pesar de llevar 27 años con Marea, hemos sentido durante mucho tiempo que seguíamos siendo los nuevos y eso nos daba pánico porque significaba que no había una escena activa». Al otro lado del otro dispositivo, Piñas menciona al mismo grupo, liderado por Aarón Romero, hijo del vocalista de Marea. Todo queda en casa. Más cuando ‘lo de casa’ es así de bueno.
Pero no son sus meditaciones sobre la industria ni sus recomendaciones musicales, ni siquiera sus consideraciones sobre los grandes éxitos de hoy, los que motivan esta charla –estas charlas–. La razón detrás de su aparición entre estas páginas es el concierto que este viernes –a las 21:30 horas– tienen programado en El Gran Café. Todo en un evento cuyas entradas pueden adquirirse a través de la plataforma web Enterticket. Como la charla, la cita, en realidad, son dos, pues Alén Ayerdi y Eduardo Beaumont ‘Piñas’ recalan en la capital leonesa dejando a un lado el sonido de Marea para presentar los de sus respectivas bandas: Ciclonautas y Malaputa.

El grupo de Ayerdi, que llegó a hacer una gira con Slash, el guitarrista de Guns ‘N Roses, se completa con la voz y guitarras de Mai Medina y el bajo de Javier Pintor. Mientras, Malaputa, tiene a Piñas como vocalista y bajista, a Eugenio ‘Euken’ Ubasos como batería y a David ‘Kolibrí’ Díaz –otro de los miembros de Marea– como guitarrista. Al comparar el sonido entre Ciclonautas y Marea, resume el batería que «no tiene nada que ver». «Ciclonautas, que se acerca mucho más al ‘stoner’, me hizo tilín porque era explorar otra creatividad y otras inquietudes compositivas y eso me puso mucho», confiesa Ayerdi: «Yo no me hubiera hecho de otra banda de rock urbano nunca porque ya toco en la mejor».
Mientras tanto –apunta Piñas– «Malaputa es más directo, rock and roll más clásico, igual más añejo, pero con más rabia y más rápido» que Marea. El bajista –segunda voz en la banda de ‘Kutxi’ Romero– disfruta de su papel como vocalista principal de Malaputa por tener «más margen para hacer otras cosas cantando». Y, aunque sus facetas musicales se bifurquen entre una agrupación y otra, no le resulta difícil compaginar la actividad de ambas. «Ahora mismo, con Marea, estamos componiendo, estamos creando, y con Malaputa ya tenemos todo hecho y solo estamos haciendo gimnasia, como quien dice», resuelve: «Cuesta más compaginarlo con la familia». Aun así, el músico refleja a cada rato el entusiasmo que profesa hacia una situación personal que asemeja con el fruto de la suerte: Piñas es un músico que se dedica a la música a tiempo completo y, en sus ratos libres, se puede permitir disfrutar de hacer más música. «Nosotros tenemos un regalo del cielo o de donde sea», asegura: «Tiene mucho más mérito y es más pelea para la gente que trabaja ocho horas y, encima, luego toca en una banda».
El de Ciclonautas asomó por primera vez el hocico en el mundillo cuando tenía unos 13 años. Piñas acometió la hazaña ya en su veintena. Desde entonces han sido testigos de la evolución de un género que, con una banda u otra, siempre llevan por bandera. Un género del que dicen que «nunca ha pasado de moda». Lo demuestran con sus trabajos discográficos más reciente: ‘De raíz’ de Malaputa y ‘Ecdisis’ de Ciclonautas. Lo demuestran, también, con su manera de sentir y, por qué no, de vivir. «El rock es un estilo de vida, una manera de sentir, y va pasando de generación en generación», suelta el bajista y vocalista: «Ya lo decía Pappo: ‘Que sea rock’».
Y, aunque el batería es de la opinión de que, igual que «el rock es la música nacional argentina», el pop es lo que más suena en España, son muchos los referentes que mantienen la escena vigente. Ahora, además, cada vez son más los pupilos que se atreven a mostrar su sonido creando bandas emergentes que aseguran la continuidad del género. Todo con matices, todo con detalles, pero haciendo del estilo uno que no defrauda a su público fiel, que en la noche de mañana podrá hacer de la sala leonesa su refugio al enfrentarse a estos artesanos del rock.
Así termina la charla –las charlas– con Alén Ayerdi y Eduardo Beaumont ‘Piñas’. Terminan tras un rato agradable, con alguna que otra conclusión y una certeza: con rockeros como estos suele ser más difícil contactar que conversar.