Gregorio Fernández Castañón: "No exagero si digo que recorrí mil rastrillos"

'Un León muy prestoso' es su último libro, un regalo de lujo en el que vuelca su excelente colección de imágenes del viejo León

Fulgencio Fernández
12/10/2016
 Actualizado a 13/09/2019
En noviembre de 1937, la Falange desalojó el Casino para instalar allí su sede, Casa de España, hasta 1940. También vivieron allí algunos militares alemanes.
En noviembre de 1937, la Falange desalojó el Casino para instalar allí su sede, Casa de España, hasta 1940. También vivieron allí algunos militares alemanes.
No son solamente fotos antiguas, que hay muchas (343), también grabados, planos, cuadernillos, cartas, litografías... Las ha ido coleccionando Gregorio Fernández Castañón, día a día, rastrillo a rastrillo, ciudad a ciudad. Ahora nos las ofrece, ya encuadernadas y comentadas, es ‘Un León muy prestoso’, pero muy prestoso.

– ‘Un viejo León muy prestoso’ recuerda mucho, en formato y estructura, a ‘León tras las sebes de un ayer’, ¿tan buen sabor de boca le dejó el anterior? ¿Es una serie?
– Sí. Mantiene las líneas de edición y diseño porque mi pretensión es hacer una trilogía leonesa, ya que dispongo de suficiente material y ganas. Todo depende de conseguir un logro: recuperar la inversión. Ahora bien, dicho esto tengo que añadir que cada libro es diferente; digamos que es un complemento del anterior, que no una segunda parte o una nueva edición corregida y ampliada.

–La elección del adjetivo ‘prestoso’ ¿guarda algún secreto?
– Ninguno. Cualquier persona que sea de León sabe lo que significa esta palabra. Me gusta. Y yo la defiendo hasta tal extremo de llevarla hasta la portada de mi libro. Sí, lo sé. Sé que el diccionario de la Real Academia Española no la recoge en su interior, como tampoco recoge la palabra «jicho». No importa, aunque merecerían ser incluidas en el mismo más pronto que tarde. Mientras tanto, a ambas palabras, muy propias de esta tierra, las quiero dar un protagonismo especial en mi libro. Forman parte de nuestra cultura. Son nuestras.

– De nuevo hay detalles de trabajo artesanal, hechos a mano, libro a libro… ¿No se cansa nunca?
– ¿Cansar? Uno hace lo que le gusta. Defiendo el libro tradicional por encima de todo. Lucho contra el libro electrónico y aunque posiblemente en un futuro perderé la batalla… que me quiten lo “bailao”. Quiero disfrutar con lo que hago y quiero que mis lectores disfruten de otro modo con mi obra. Al final salimos ganando todos. Ellos con sus cinco sentidos (ese olor, aquel tacto, aquella sensación cercana…) y yo con la propia creación. Mire, aunque parezca mentira, cuento con un montón de lectores fieles que me piden más y más. ¿No es este motivo suficiente para seguir creando con esfuerzo? Yo, sinceramente, creo que sí.

– ¿Qué magia tienen las fotos antiguas para Gregorio Fernández Castañón?
– Las fotos antiguas son para mí toda una lección de historia. Hay que saber mirarlas, eso sí. Ser conscientes de lo que te ofrecen para traducir, entre líneas, todas sus muchas lecturas. Volver al pasado con ellas es aprender a saltar al futuro. ¿Quiénes vivían mejor: nuestros abuelos ayer o nosotros hoy día? Reconozco que me duele ver tanto palacete destruido para hacer esos insulsos e inhumanos rascacielos. Y añadiré más: los fotógrafos de entonces, léase Germán Gracia, Pepe Gracia, Winocio Testera, Loty o Laurent, entre otros, sabían muy bien “congelar” sus miradas. Para mí, lo digo en mi libro, son como esos héroes inmortales que regresan a nuestros sueños cuando se les necesita. Pura magia.

– ¿Qué porcentaje de imágenes de las que aparecen en el libro son inéditas?
– Inéditas a ciencia cierta no lo sé. Lo que sí le puedo asegurar es que originales hay muchas, bastantes más que en mi libro anterior. Es muy posible que inéditas sean las 17 que publico sobre la romería de La Virgen del Camino. Fueron sacadas por un soldado de la Legión Cóndor y me consta que este tipo de imágenes se hacían a título personal y que así se conservaron durante mucho tiempo. Lo mismo le puedo decir de todas aquellas que fueron realizadas por «un viajero» o «un turista» a su paso por León.

– ¿Alguna de las fotos que ha recuperado conduce a alguna historia de León desconocida?
– Al parecer, he logrado poner al viejo Hospicio de León en el lugar que nunca debería haber ocupado: tercer Campo de Concentración que tuvo León, durante y tras la Guerra Civil, teniendo en cuenta, eso sí, el menor número de presos que en él permanecieron. Hasta el momento, que yo sepa, nadie había demostrado lo que yo aseguro en mi libro con una prueba irrefutable: la tarjeta postal que un prisionero envía desde él a su familia.

– ¿Qué fotografía le costó más trabajo conseguir y cuál es la que le hizo más ilusión encontrar?
– Pues no fue una fotografía sino la tarjeta de la que acabo de hablarle. Normalmente adquiero las fotografías que me interesan si las veo. Esta tarjeta del preso fue algo muy distinto. Tenía una referencia clarísima de que el viejo Hospicio había sido un Campo de Concentración, pero me faltaba la prueba definitiva. Y durante más de tres años la estuve buscando. La encontré en Barcelona. Y fui hasta allí, porque sabía que tanto el Campo de Concentración de Santa Ana como el del Hospicio cobijaron en su interior una mayoría de presos catalanes. Fue muy difícil pero lo logré. Y cuanto tuve en mis manos aquella tarjeta, si le digo la verdad, más que ilusión, lo que tuve fue una gran emoción al leer aquellas palabras de un ser humano que, lo sé, lo aseguro, vivía rodeado de un grandísimo sufrimiento y convivía con el máximo horror: «Josefina, hasta la fecha no he tenido noticias tuyas. Te mandé un telegrama desde San Sebastián y, desde León, una carta y una tarjeta pidiéndote el aval. Mándalo tan pronto puedas que tengo muchas ganas de veros para poderos abrazar». Me emocioné.

–¿Cuántos rastrillos, páginas de internet o coleccionistas ha visitado? ¿Cómo logra las fotos?
– Si le digo miles no exagero. Las fotografías, los documentos o cualquier otro objeto que vea que es interesante para seguir conociendo la historia de León los adquiero tras una laboriosa búsqueda que antecede a la de una no menor investigación.

– ¿Se puede hablar de dinero? ¿Por qué imagen del libro ha pagado más?
– La imagen de la portada de mi libro fue la más cuantiosa, seguida de la ‘Feria de lana en San Marcelo’, ambas procedentes de un negativo de cristal. Por cada una de ellas aboné cerca de 300 €. En cuanto al conjunto de imágenes, las más cuantiosas fueron las ya comentadas de la romería de La Virgen del Camino y las que ilustran el capítulo que denominé ‘Granja agropecuaria’. En este último caso, lo que adquirí realmente en una subasta fue todo un álbum completo, encuadernado en tela y sujeto en su costado por un lazo, en cuyo interior se incluían diversas fotografías, originales todas ellas y firmadas personalmente por Winocio Testera. Un álbum –y aquí te cuento la anécdota– que la Diputación de León entregó a su alteza real el Infante don Alfonso de Orleans como recuerdo a su primera visita a la Diputación. Está firmado por el presidente y fechado el 27 de noviembre de 1929. Como ves, a veces uno se encuentra con tesoros de reyes. ‘Tesoros’ que yo ofrezco a mis lectores a un menor coste.
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