Vanesa de Prado nació entre ganado en Gordaliza del Pino, vio a sus padres ordeñar a mano y aprendió a hacerlo porque ya le tiraba aquella vida. Y de ella hizo su vida, de la ganadería, volcada después en el rebaño de ovejas que sigue teniendo en Gordaliza, después de subir muchos años en los meses de verano a los puertos y las majadas de la montaña, los últimos en la comarca de Lillo (en los puertos de Cofiñal). Allí vivió un duro trance de salud que marcó su vida, pero no dejó de seguir entre sus ovejas.
Recuerda como entonces muchos días subía del hospital, de recibir su sesión de quimio o radioterapia, y necesitaba ir hasta la majada, a respirar aquel aire, a ver el rebaño o escenas que se le han quedado grabadas.
«A veces dejaba a mi hija pequeña, casi un bebé, en la silla mientras hacía algo por allí, teniéndola siempre al alcance de la vista; y así pude observar cómo la niña se bajaba de la silla y un mastín acudía al lugar, a protegerla, colocándose como barrera de protección entre ella y el peligro».
Han pasado cinco años, le acaban de dar oficialmente el alta, la certificación escrita del fin de su larga batalla contra el cáncer, y también le ha llegado el reconocimiento como Pastora de Honor de la Feria Carea 2025, que este domingo recibe en Cerezales del Condado. «Ha sido una gran alegría, lo reconozco, me reconforta mucho que pueda estar allí con mis dos hijas, que han sido el motor de estos años a veces tan duros. El premio lo recibo como un reconocimiento más que personal a toda la gente que seguimos en el campo, dedicados a la ganadería, a los rebaños, que ciertamente cada vez somos menos».
- Resistentes, ¿frente a qué?
- No te oculto que es un oficio duro, de todos los días y a todas las horas;pero uno de los enemigos más engorrosos es la burocracia, es terrible.
- ¿Peor que los lobos?
- Para los lobos hay mastines, para la burocracia no.
Sus hijas la miran orgullosas.