Ingenieros sueltos

La última de La Nueva Crónica

Fulgencio Fernández y Saúl Arén
29/12/2023
 Actualizado a 29/12/2023
Saúl Arén
Saúl Arén

Te propongo (perdón por tutear pero si con la disculpa de que es Navidad la gente me abraza sin conocerme algo tendré que hacer yo) —vuelvo a la propuesta— dos actividades de ocio y conocimiento que me agradecerás. 
Consiste en ir un mercadillo, para esta propuesta sirve cualquiera, a primera hora de la mañana y a la hora del cierre, de la recogida de lo no vendido o las jaulas vacías. Allí vas a saber lo que es el aprovechamiento del espacio o las imaginativas soluciones habitacionales para frutas, verduras, romanas, básculas, martillos, chandales con apariencia de originales, aceitunas a granel, chuches sin el IVA subido, patatas de la Sobarriba, zapatillas de todas las marcas incluso sin ellas, sandalias para lugareños que jueguen a ser turistas a tiempo parcial, puntas de todas las medidas, cachas artesanas, navajas de cerca de Taramundi, cuchillos jamoneros, pollos de cría de todos los colores que al crecer se quedan de uno solo, zapatillas de cuadros de felpa que creías que ya no las fabrican, fajas y refajos... y lo que está pensando posiblemente también lo tengan. Yademás de gran calidad, explican ellos, los vendedores.

Cuando veas cómo descargan y cargan, ése es el orden, no podrás entender cómo Ikea lo puede haber inventado un sueco estando sueltos todos estos ingenieros, titulados por la prestigiosa universidad del mercadillo, poco teórica y muy práctica.

Verás como de una pequeña furgoneta, incluso mediana, empiezan a salir cajas y productos que cuando los extienden sobre el suelo de la plaza crees que tuvieron que llegar en un gran camión, más las correspondientes barras para colgar el producto. 

Ingenieros sueltos y olvidados. 

Archivado en
Lo más leído