Un enemigo silencioso acecha en numerosos lugares de trabajo y su presencia pasa bastante desapercibida. Se trata del gas radón, un gas radiactivo natural que se emite desde el suelo y puede acumularse en espacios confinados, particularmente en sótanos y plantas bajas. En España, su amenaza ya no es un riesgo abstracto, sino una realidad: un nuevo decreto del Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) ahora obliga a las empresas a medir los niveles de gas radón en el trabajo. Se trata de una medida urgente y necesaria, pues la acumulación de radón está estrechamente ligado a un aumento en los casos de cáncer de pulmón en no fumadores.
Así, cuando se trata de proteger la salud de los trabajadores, cada segundo cuenta. Encuentra el mejor seguro aquí para cubrir tu bienestar y, si eres empresario, el de tus empleados. Cumplir con la normativa es una inversión en salud y productividad. Las repercusiones ante el riesgo del gas radón pueden ir desde multas hasta demandas laborales; sin embargo, lo más grave es el daño a la salud de quienes trabajan sin saber que están expuestos al gas.
Características del gas radón
El radón es un gas invisible, inodoro e insípido. Proviene de la descomposición del uranio en rocas y suelos. Puede escapar a través de fisuras en los cimientos, desagües, conductos y otras aberturas. Una vez dentro, se acumula si no hay ventilación suficiente, lo que significa que puede convertirse en una amenaza a largo plazo y constante. Es invisible, lo que significa que puede acechar sin ser detectado durante años, o para cuando se detecta, a menudo es demasiado tarde. Las cifras hablan por sí solas: se estima que alrededor de 1.500 muertes por cáncer de pulmón al año en España podrían estar vinculadas a la exposición al radón.
El radón y el cáncer de pulmón
El radón es la segunda causa más común de cáncer de pulmón, detrás del tabaquismo, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). La exposición prolongada a concentraciones elevadas hace que sea exponencialmente más probable padecer esta enfermedad. En el territorio español, el CSN ha determinado regiones con un alto grado de exposición al gas radón, como la cadena central y otras regiones ubicadas en el norte o en Galicia. Eso no significa que el resto del país esté completamente seguro: la cantidad de acumulación están en función del contexto geológico, histórico y climático, que puede variar incluso dentro del mismo lugar.
La nueva legislación
El nuevo estándar requiere que los empleadores prueben el radón en aquellas instalaciones situadas en regiones de alto riesgo. Las mediciones deben realizarse con detectores aprobados y, si esos niveles superan el límite de 300 Bq/m³ deben implementarse acciones correctivas adecuadas con urgencia. Pueden ir desde un poco más de ventilación hasta sellar grietas y ajustar sistemas de presurización del suelo. También se aconseja revisar las condiciones periódicamente para que el deterioro con el tiempo y las alteraciones estructurales no agraven las condiciones.
Esta regulación es parte de la transposición de la Directiva Europea 2013/59/Euratom, que establece normas básicas de seguridad para la protección contra los peligros derivados de la exposición a radiaciones ionizantes. No cumplir con esta norma puede resultar en multas, pero también es una cuestión de vida o muerte para los empleados. La prevención aquí es tanto un asunto de derecho como de ley.
La importancia del seguro de salud
Aquí es donde entra en juego la responsabilidad individual y familiar en el cuidado de la salud. Aunque las empresas están obligadas a cumplir con las normativas de prevención, cada persona también puede tomar medidas para proteger su bienestar. Contar con un seguro de salud privado puede marcar una gran diferencia en la detección precoz y tratamiento de enfermedades respiratorias graves como el cáncer de pulmón.
Aura Seguros, por ejemplo, ofrece seguros de salud dirigidos a particulares y familias, con acceso a una amplia red de especialistas, pruebas diagnósticas y tratamientos. En un entorno donde las amenazas ambientales como el gas radón comienzan a reconocerse como un riesgo real, invertir en salud personal no es solo una decisión inteligente, sino una forma responsable de cuidar de uno mismo y de los suyos.
La reducción del radón no es un proceso excesivamente costoso ni complicado. Hay empresas que se especializan en diagnósticos de precisión y en intervenciones personalizadas. Los sistemas de ventilación mecánica, recubrimientos antihumedad y sellado de juntas suelen ser suficientes. Pero la clave en este caso es actuar antes de que los niveles empiecen a causar un problema más serio. Es imperativo registrar y comunicar estas operaciones para cumplir con las normas e inspirar confianza entre las partes interesadas internas y externas.
Además, la regulación del radón debería formar parte de un sistema integral de prevención de riesgos laborales. Así como medimos el ruido o evaluamos la iluminación, las mediciones de radón deberían formar parte del protocolo estándar en áreas de alta susceptibilidad. La cultura de la prevención salva vidas y dinero. Las inversiones en salud ocupacional no solo previenen enfermedades, sino que también reducen el absentismo y contribuyen a mejorar el ambiente de trabajo y la imagen corporativa. En suma, en un contexto donde la salud laboral y personal es fundamental, cada medida preventiva que se tome tiene valor.