Villafranca del Bierzo, joya de la comarca berciana, se presenta como un destino turístico imprescindible: un cruce de historia, naturaleza, cultura y peregrinación en pleno Camino de Santiago. Este municipio, declarado Bien de Interés Cultural, acoge al viajero con su patrimonio, paisajes y oferta locales únicas.
Legado en cada piedra
La imponente Colegiata de Santa María, con orígenes en el siglo XII y reedificada entre los siglos XVI y XVIII bajo el Marquesado, ofrece una síntesis de estilos gótico tardío, renacentista y barroco. Su interior desvela bóvedas policromadas y un coro barroco de exquisita hechura.
Muy cerca, la Iglesia de Santiago Apóstol alberga la histórica Puerta del Perdón, única reliquia jacobea que solo abre en Año Santo, para perdonar el pecado a peregrinos imposibilitados de llegar a Compostela.
El Convento de San Francisco de Asís, fundado en 1213 bajo auspicio real, conserva su portada románica tardía y elementos barrocos, así como sepulcros dignos de contemplación.
Y la Iglesia de San Nicolás, obra del siglo XVII inspirada en el Escorial, deja entrever la pretensión arquitectónica del Marquesado de Villafranca.
La villa como museo urbano
La famosa Calle del Agua es un eje monumental repleto de palacios y casas blasonadas como el Palacio de Torquemada, la Casa Morisca y la casa natal del escritor Enrique Gil y Carrasco, junto a conventos como San José y la Capilla de Omaña. Al final de la calle, el puente medieval sobre el río Burbia regala una vista perfecta para degustar el entorno urbano.
Además de la arquitectura, destaca el Castillo-Palacio de los Marqueses, construido en el siglo XVI sobre una fortaleza anterior, transformado en residencia nobiliaria con fuentes, patios y ornamentos renacentistas.
Y como novedad cultural reciente, el Jardín Romántico dedicado a Enrique Gil y Carrasco, inaugurado en julio de 2025 en su casa natal, permite recorrer la vida del autor por medio de paneles y códigos QR, con entrada simbólica de 3 euros.
Parada clave para peregrinos
Villafranca del Bierzo se sitúa en un momento clave del Camino Francés o del Invierno, justo antes del exigente ascenso a O Cebreiro. Es un punto muy habitual para descansar y reponer fuerzas.
El municipio ofrece dos albergues principales: el público municipal, junto a la Iglesia de Santiago, con capacidad para 58 – 60 peregrinos por 10 € la noche, servicio básico y credencial incluida; y el privado Ave Fénix, con más de 100 plazas, cena comunitaria, masaje, transporte de mochilas y ambiente rústico acogedor. Además, aquí se expide la credencial del peregrino, paso fundamental en la ruta.
Naturaleza y enoturismo
Rodeada por la Reserva de la Biosfera de Ancares Leoneses, la villa ofrece rutas de senderismo entre castaños, acebos, cascadas y antiguos molinos; baños en arroyos cristalinos y contacto directo con tradiciones rurales en aldeas como Campo del Agua.
La comarca del Bierzo brilla especialmente por su gastronomía y vinos. Platos como el botillo, la empanada de batallón, el lacón con pimientos y dulces como las castañas en almíbar, frisuelo o peras al vino revelan una cocina auténtica y de fuerte personalidad local. Complementando los sabores, las catas de vino de la DO Bierzo, elaboradas principalmente con uva Mencía, son un clímax enoturístico: tintos, rosados o blancos reconocidos por su calidad internacional.
Un destino singular
Villafranca del Bierzo combina historia, patrimonio religioso, naturaleza, cultura y hospitalidad jacobea. Conecta simbólicamente con Las Médulas, Ponferrada, Cacabelos o el Valle del Silencio, creando un tejido turístico rico y diverso en la comarca berciana.
Para los peregrinos, es lugar de descanso, recuperación y rito: aquí, además de ganar el Jubileo en la Puerta del Perdón y reponer energías, descubren un enclave vivo que enriquece cuerpo y espíritu.