Un castillo de cuento de hadas, un palacio de hielo, una fortaleza que guarda secretos, símbolos y leyendas. El sueño de dos empresarios que abandonaron su modesta tienda en el número 8 de la Plaza Mayor para crear el primer gran edificio del ensanche de León. Todo eso, y mucho más, es el Museo Casa Botines Gaudí de León. Un edificio que empezó a alzarse en 1892, cuando un joven Antonio Gaudí cruzó la Península para erigir, en apenas diez meses, un almacén de tejidos que también sería su primera casa de vecinos. La magia del universal arquitecto se revela en cada rincón y, sobre todo, en su diseño inspirado en la figura de un dragón, guardián de la ciudad amurallada.

Pero el Museo Casa Botines Gaudí no es solo ese monumental edificio que deslumbra a quienes llegan a León desde cualquier parte del mundo. Se ha consolidado como motor cultural de la ciudad y de la provincia, con un programa anual de actividades que incluye conferencias, conciertos, talleres infantiles, presentaciones de libros, rutas urbanas, eventos de empresa y, por supuesto, exposiciones temporales y visitas guiadas. En resumen, un ágora abierta a la ciudadanía.
Tras la reciente restauración exterior, que devolvió al inmueble el aspecto original proyectado por Gaudí, el edificio gestionado por la Fundación Obra Social de Castilla y León (FUNDOS) encara ahora un horizonte decisivo: el Año Gaudí. En 2026 se conmemorará el centenario de la muerte del genial arquitecto y Casa Botines -una de las tres únicas obras de Gaudí fuera de Cataluña- aspira a ser reconocida como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Un aldabonazo final que situaría definitivamente a León en la liga de las estrellas del patrimonio nacional.