Javier Sánchez-Palencia, Almudena Orejas y Brais Currás, todos científicos del CSIC, no han podido pasar la tragedia de ver arder Las Médulas, Patrimonio de la Humanidad en el que han trabajado y han escrito un documento en el que reclaman un plan de gestión para ellas “que preserve sus valores medioambientales y el patrimonio cultural”, y alertan de que la UNESCO podría replantear que este territorio siga teniendo esa catalogación.
“La unión indisoluble de la riqueza vegetal y el legado histórico debe guiar los pasos de la recuperación del paraje, que debe contar con la participación activa de las poblaciones locales y de los grupos de expertos científicos”, explican.
El incendio ha afectado tanto a los canales de la red hidráulica septentrional de Las Médulas, en las proximidades de las propias Médulas y ahora en La Valdueza y el Valle del Silencio, como a los de la red meridional, desde las mismas Médulas y a lo largo de toda la comarca de La Cabrera.
Las Médulas es un Paisaje Cultural formado a raíz de la explotación de una mina de oro en época romana (1.200 ha transformadas) en los siglos I y II d.C. También entonces se introdujo el cultivo del castaño. Así, el paisaje característico de Las Médulas, con el verde de los castaños y el rojizo de los frentes mineros, era un claro ejemplo de unión de valores culturales y medioambientales. Esa visión integral del Bien de Interés Cultural y Patrimonio Mundial “ha sido reducida a cenizas por las llamas”, lamentan. Solo se ha salvado una pequeña parte de los castaños en el interior del sector 3, el principal de la mina, y las zonas ocupadas por los pueblos.
Por esa unión indisoluble, el daño patrimonial causado “no se reduce a la cobertura vegetal, que actuaba como protectora de todas las estructuras mineras, que ahora van a verse sometidas a una mayor erosión y degradación”. Además, más allá de los valores estéticos, apuntan que “se ha perdido un recurso crucial, el llamado patrimonio cultural, tanto para sus habitantes, que viven allí y viven de él (de la restauración, del alojamiento o de la recogida y venta de castañas), como para los visitantes, que disfrutan de él”.
Aseguran, como expertos en el territorio que “la recuperación del paisaje cultural va a ser casi de alcance generacional. Una vegetación en gran parte centenaria no se recupera fácilmente”. Según las valoraciones más optimistas, todavía provisionales, la superficie quemada es de unas 1.500 ha dentro sólo de la zona declarada BIC y Patrimonio Mundial (2.208 ha). A ello hay que unir una superficie muchísimo mayor, aún en crecimiento, que afecta a toda la red hidráulica. “A raíz del gravísimo daño causado, la UNESCO podría incluir Las Médulas en la lista de patrimonio mundial en peligro, el paso previo para su desclasificación, si no se toman las medidas adecuadas de manera urgente”, advierten.
Y esas actuaciones futuras de recuperación, apuntan que deberían regirse por las recomendaciones de la UNESCO, es decir, la elaboración de un plan integral de gestión que aborde de forma integrada soluciones para la valoración, difusión y prevención de los bienes culturales y medioambientales, que cuente con la participación activa y el beneficio de las poblaciones locales; y que tenga en cuenta las visitas planificadas de carga controlada; el fomento de los usos tradicionales del suelo, el fomento de los usos tradicionales del suelo, incluyendo la ganadería extensiva, el mantenimiento del monte y los caminos.
Y ofrecen la pautas para realizar ese “abordaje integral”, que “requiere una planificación interdisciplinar, una adecuada dotación de medios humanos y técnicos y una gestión territorial integrada tanto de los actores institucionales como de los actores sociales y económicos de los distintos sectores, incluyendo la academia y las redes de expertos científicos. Sólo así se podrá convertir Las Médulas en un recurso duradero y comunitario, es decir, sostenible”, apuntan.