Puede que alguien inventase la primera expresión, que otra persona con la expresión quisiera representarla con un símbolo, que el símbolo acabase siendo una letra, y el conjunto de estas, con el tiempo, se convirtieran en palabras. Puede que alguien unificara palabras para llegar a frases y, quizá, todo este camino de milenios llegase hasta nosotros para que los poetas, grandes exponentes de lo sentido y lo escrito, pudieran llegar a construir versos. Y uno de ellos es Marcelo Tettamanti.
Los caminos de la vida son extraños, a veces forman ríos que llegan a unificarse y, de entre varios ríos llenan un mar entero. ¿Qué posibilidad había en esta vida para que, habiendo nacido en lugares tan lejanos como los miles de kilómetros que muestran los planos, tuviera la fortuna de cruzarme con él? Y que no fuera de casualidad, sino por la literatura, la bella y hermosa palabra que da sentido a muchos caminos, entre ellos el mío.
Por primera vez hablo de Marcelo Tettamanti, pero seguro que no será la última. Consigo viaja la sensibilidad, la suficiente como para realizar bellas fotografías, la suficiente como para dibujar en hojas en blanco buenos poemas.
Querencia recíproca, el libro del que hoy os voy a hablar, es un libro al que recurrir para los que amamos los versos y a quienes los construyen. Lleva consigo ya un título sugerente y reflexivo, con una enorme carga de profundidad sobre lo que es la vida. Ya antes de comenzar nos deja una reflexión del genial Luis Artigue, a quien admiro: «Lean poesía, porque sin la poesía probablemente la vida seguiría existiendo, pero no sabríamos qué significa». Estoy completamente de acuerdo. Se lo he escuchado en alguna de sus presentaciones, y me parece una gran afirmación con la que cerrar cualquier debate.
Si damos un pequeño salto hasta la siguiente hoja, nos encontramos con el bello prólogo de Isamil9, a quien os recomiendo acercaros. La he escuchado varias veces y creo que mis sentidos se han sincronizado con su voz y su capacidad innata para hacernos vibrar. En él podemos leer: «Con la timidez y la prudencia de quien se cree poco capaz, durante meses he deambulado descalza por cada una de las estancias para no perder ni una sola palabra. Ahora, enredada irremediablemente en ellas, a ti que me estás leyendo no puedo sino escribirte esta carta hoy por si acaso mañana».
Son varios los versos que os quiero destacar, como son también varios lo que quedarán, por espacio, sin mencionar. Pero lo que deseo insistiros es que os acerquéis a Querencia recíproca. Os alegraréis al hacerlo.
En Agradezco al cielo podemos leer esta excelente reflexión, que particularmente me encanta: «Agradezco al cielo un día nublado / que me acerca más rápido a la noche, / encontrar cobijo en las estrellas / y dejar al niño que juegue con el hombre.» Yo, en ocasiones, quisiera estar periodos largos nublado, cerca de la noche. No tengo ninguna duda.
Justo en la siguiente página, en Al final te das cuenta me quedo con el siguiente texto, que nos habla de lo realmente importante y de algo que nunca deberíamos de olvidar, como es saber apreciarlo y disfrutarlo: «Al final tendrás que volver / a tirar de ti mismo / para que pase el tiempo, / y vuelvas al mismo lugar. / Al final serán el abrazo del amigo, / el calor de la familia, / y poco, poco más, / las paredes de un pesebre / llamado Navidad. / Que no te parezca poco.» A mí, a veces me ha parecido poco, y ojalá nunca me vuelva a pasar.
Como muchos poetas, Marcelo nos habla también del amor. Y es que si quieres hablar de la vida, de tu vida y de la vida de otros, el amor es uno de los pilares. Siempre he pensado que no deberías de fiarte de alguien que nunca no se hubiera sentido atraído por otra persona, sea con la fuerza que sea, sea con la intensidad que sea, pero por alguien. El amor es parte de nosotros.
En Aprendí a amarte podemos leer, en sus primeros versos: «Aprendía a amarte en silencio / a volar mis manos y descansar / en tu nido de paloma, / amar despacio, / la intensidad solo empuja / hacia el abismo, / soy como la garúa que desborda el río.»
Bajo esa misma sensación el poeta, en Salir a tu encuentro nos dice que «Te busco porque no pertenezco a tierra ni / a lugar alguno».
Como también amor, y realmente sincero, aunque sea impuesto por la naturaleza, es el que tenemos hacia nuestras madres. Sobre ello también nos habla nuestro autor en Ahora que la herrumbre, donde tiene versos tan potentes como los siguientes: «Te hice llorar, rabiar y reír, / a carcajadas… / ¿Qué otra cosa puede hacer un hijo? / Quizás darte las gracias / parece poca cosa, / iluminar tu cara / con el último verso. / ¡Te quiero, mamá!».
En Pasé por el portal, Tettamanti nos deja escrito que «Se me olvidan los besos que sí di, / infértiles, vacíos, / menos ese que rodó por el suelo / hasta caer por la alcantarilla, / hundiéndose en el agua donde naufragó el deseo, / ese que podría haber sido, ese / que lo era todo, aunque solo fuera un beso». Cuántos besos lo han sido todo…
De entre todos los poemas, hay uno del que os quiero hablar y que lleva por título Hay un silencio. Leedlo, leedlo una y cien veces. Y si tuviera que elegir un segundo, daría un pequeño salto hasta Vengo de la frontera. No diré nada, solo que os sorprenderá.
Los poetas siempre que publican un nuevo libro se abren al mundo. Marcelo lo hace a lo largo y ancho del libro. Me quedo con Hace tiempo: «Hace tiempo descubrí / que me iré sin hacer ruido, / que dormirá mi piel deshidratada / soñando que en el fondo / de un bolsillo / escrito en un papel / hay un: ‘Te quiero’».
Acercarme a la obra de Marcelo Tettamanti ha sido todo un acierto. Con él tengo la misma sensación que he tenido con otros autores: él seguirá escribiendo y yo, no tengo la más mínima duda, le seguiré leyendo.

Entre mi biblioteca y yo
Querencia recíproca es el primer poemario del autor Marcelo Tettamanti que aparece en la sección Lecturas de un alma vagabunda, como también sería el primero si contamos Cartas a ninguna parte. Es un libro abierto a que el lector se adentre con el autor en un viaje por su alma y su vida. Navegar entre los versos de lo que el poeta nos quiere contar y transmitir. Y como buen poeta lo hace bajo la belleza de los que aman la poesía, de los que han leído mucha (y eso se nota) y de los que tienen ese talento innato para hacerlo. Como sabéis, soy gran amante de los libros de poesía. Me encantan.
Y creo que queda reflejado en lo que escribo, pues un buen porcentaje de los libros de los que os hablo son de poetas. Este año creo que estamos de suerte. Se han publicado en León varios y buenos libros de esa temática, y que en mi humilde opinión merecen tener una gran repercusión, pues llegan hasta donde tienen que hacerlo: el latido del lector. Querencia recíproca es uno de ellos. Os recomiendo su lectura. Yo, que ya lo he hecho, espero a por el siguiente.
Más que un libro, un autor
Conocí a Marcelo Tettamanti porque la vida así lo decidió. Nuestros caminos los unió la literatura, cuando, si no recuerdo mal, aunque ya nos conocíamos por redes sociales, se acercó a alguna de las presentaciones que realicé en la ciudad de León. A partir de ahí nos hemos visto varias veces y seguro que nos veremos muchas más. Marcelo lleva el arte con él, esa forma genial de ver el mundo, su mundo, que también es el nuestro y el mío.
Además de poeta y de ser muy activo en la vida cultural, es un excelente fotógrafo, de lo que puedo dar buena cuenta, pues yo mismo he sido objetivo de sus ojos y su cámara, dejando algunas de las imágenes a las que tengo más cariño. Solo él lo sabrá, pero estoy seguro de que gran parte de los autores leoneses más representativos han pasado por su cámara. Marcelo, la vida seguirá, lo sé, y yo, también lo sé, seguiré de cerca cualquier nueva obra tuya.