‘La Tebaida en el corazón’ late en la abadía de Compludo

Javier Pérez Acebo
09/08/2025
 Actualizado a 27/08/2025
La autora de la muestra en una de las exposiciones anteriores.
La autora de la muestra en una de las exposiciones anteriores.

Una promesa personal fue lo que llevó a la pintora berciana, Ana María Martínez Álvarez a pintar con óleo sobre lienzo a los santos más representativos de la Tebaida Berciana. Tres obras de gran tamaño repletas de simbología que resumen perfectamente la vida y obra de tan ilustres moradores de los recónditos valles de Compludo, de Peñalba y de Montes de Valdueza.

La autora explica, cada vez que expone sus obras, que mientras caminaba desde su San Cristóbal de la Valdueza natal hasta dar vistas al pueblo y monasterio de Montes de Valdueza, en un momento de su vida en el que necesitaba encontrar fuerzas para hacer frente a una complicada situación de enfermedad de su madre, prometió que pintaría a San Fructuoso, a San Valerio y a San Genadio.

Su ya anterior devoción hacia San Fructuoso la empujó a conocer más a fondo la vida y obra del abad de Compludo que llegaría a ser el obispo de la archidiócesis de Braga, en el siglo VII d.c. Luego siguió con el coetáneo eremita de Montes de Valdueza, San Valerio del Bierzo, que nos dejó grandes obras que han llegado hasta nuestros tiempos en las que explica con todo lujo de detalles como era aquella sociedad rural y eclesiástica berciana. Y por último, la importante bibliografía de San Genadio, que en el siglo IX vino desde el monasterio de Ayoó de Vidriales en Zamora, acompañado por otros doce entre monjes y novicios, para continuar con la reconstrucción que iniciara el obispo de Astorga y de origen berciano, Ranulfo, en el Monasterio de San Pedro y San Pablo, en el actual pueblo de Montes de Valdueza.

San Genadio sembraría de nuevos monasterios, sobre todo, la cuenca del río Oza, y se retiraría para su descanso eterno, tras años de ser obispo de Astorga, a su última fundación, el monasterio de Santiago en Peñalba y a la cueva del Valle del Silencio. Los cuadros, que según explica Ana María, tardó ocho meses en pintar, sin descanso, ocupando sus pensamientos en todo momento, emanan la sensibilidad de la autora y el dominio del trazo en cada detalle.

Las texturas y colores del paisaje y de los animales, las vestimentas, y el realismo en la expresión de los rostros de los santos; la bondad de San Fructuoso, la erudición de San Valerio y la enajenación del mundo banal de San Genadio, quedan perfectamente reflejados. Pero como pasa con todo lo que tiene “vida” hay un principio y un fin. El alfa y la omega que nos recuerda nuestra preciada cruz de Peñalba, entregada a su preciosa iglesia de Santiago por el rey Ramiro II y por el obispo de Astorga, Salomón, tras la ayuda del Apóstol en la victoria de Simancas. Y digo fin, porque si no “hay un milagro”, los tres santos bercianos, una obra que cobra sentido junta y en nuestra querida Tebaida, va a ser dividida para siempre.

La pintora, no obstante, desea que se queden en El Bierzo pero la falta de acuerdo con estamentos públicos locales y sus representantes, además de una decepcionante actuación municipal justo cuando un autor necesita más apoyos, durante los primeros pasos, han llevado la situación a un punto crítico. Todo lo contrario a lo ocurrido en los lugares en los que las obras han sido expuestas y que la autora agradece de todo corazón.

La buena acogida por vecinos de los pueblos del Bierzo; Montes de Valdueza, Peñalba, y ahora Compludo, se suman a vecinos y autoridades de las ciudades portuguesas de Dumio y Braga, en donde el Santo Fructuoso es recordado y goza de gran veneración. La abadía de Compludo, el origen de la Tebaida Berciana (aunque todavía estamos pendientes de ser reconocidos), va a ser el último lugar donde poder contemplar las tres obras juntas. Y de Compludo se marcharán a otros lejanos lugares para gozo de sus compradores, como lo hicieron otras tantas obras de arte sacro en tiempos pretéritos, cuando venían a comprarlas por cuatro duros en el mejor de los casos, o a robarlas, en el peor… y es cuando me vienen a la boca las palabras tantas veces repetidas por mi abuelo Salvador, cuando se llevaron las imágenes románicas de la iglesia para no volver, allá por los años sesenta; “¡no dejéis que se lleven a los Santos!”.

Por nuestra parte, no podemos más que agradecer a Ana María su deferencia por exponer a sus “hijos”, como dice ella, en la iglesia de los Santos Justo y Pastor de Compludo, y habilitar un horario de visitas gratuitas durante los meses de agosto (de miércoles a domingo de 12:00- 14:00 y de 18:00-20:00) y septiembre (fines de semana/preguntar en el bodegón de Candi).

 Javier Pérez Acebo es investigador y defensor del espacio natural de Compludo

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