¿Fue Rosendo el culpable?

Amor y Justicia en el Siglo XVIII en El Bierzo (cap. VII)

Rogelio Meléndez
14/09/2025
 Actualizado a 14/09/2025
Iglesia de Matachana, localidad que se nombra en los documentos del pleito.
Iglesia de Matachana, localidad que se nombra en los documentos del pleito.

En junio del año 1759 comienzan los interrogatorios. No sé hasta qué punto sirvieron para aclarar la culpabilidad de Rosendo, pero sirvieron al menos para que aún hoy día conozcamos escenas de la vida cotidiana en aquella época.
El 23 de junio de 1759, es decir el día inmediato anterior al del cambio de juez ordinario de la villa de Castropodame, se toma declaración a 5 de los testigos que compadecen por la parte de Rosendo. Son Francisca Cuadrado, viuda, Olaya Vegal moza soltera, Baltasara Ramón moza soltera y sobrina de Manuel Ramón, en cuya casa estaba de criada, Felipe González y Gabriel Álvarez. Las dos mozas eran jovencitas ( 19-22 años).

La señora viuda tenía unos 40 años y los dos hombres entre 37 y 54 años. No procede describir una a una las declaraciones de este primer lote de testigos presentados por Rosendo y sólo señalar, en todo caso, lo más relevante. Como era de esperar, definen a Rosendo como un hombre honesto, intentando hacer ver que no pudo tener tratos ilícitos con María. No obstante una de las mozas, Olaya Vegal (que admitió tener un parentesco aunque lejano con Rosendo) reconoció que este es un tanto licencioso en su modo de vivir. En los documentos aún hoy conservados esta puntualización de la moza aparece subrayada. Parece pues que el juez o letrado que analizó las declaraciones de los testigos, se percató de que esta era una nota discordante. Lo normal es que los testigos presentados por Rosendo, mostrasen una imagen del mismo distinta. 
 

Por lo demás no hay mucho que destacar. Confirman que María de Viñales había sido pretendida por otros dos hombres, uno de Matachana (de apellido Raposo) y otro de Castropodame (Alonso González) y por lo que se deduce de sus declaraciones, quizá con el de Matachana, tuvo un trato que excedió los límites de lo que era lícito entonces. Eran, no obstante, simples indicios. En aquella sociedad se consideraba un comportamiento ya anómalo, el simple hecho de que una moza fuese sola a una taberna o que estuviese de paseo con un mozo. En un caso un tanto similar que pocos años después sucedió en Villaverde de los Cestos y que ha estudiado ‘Toño’ Marqués se refleja muy bien esta situación. Lo que en nuestros tiempos hemos conocido como la normal (y lógica añado yo), etapa de noviazgo, entonces no existía. Se pasaba de la nada al todo en cuestión de días.

Se interrogó también a los testigos acerca de donde pasó la noche Rosendo los días 14 y 15 de agosto de 1758. Lo único que se dijo de cierta relevancia a este respecto, es que dos de los testigos (la moza Olaya Vegal y la viuda Francisca Cuadrado) al amanecer del día 16 de agosto de 1758 vieron a Rosendo muy temprano por la calle, tanto que al parecer les sorprendió a ambas, pues tanto una como la otra le preguntaron al mozo  de dónde venía a aquellas horas, a lo cual Rosendo respondió que venía de su casa, aclarando que había dormido en un escaño y que se había levantado porque el frío le había despertado.

En aquella época y en pleno mes de agosto al parecer las noches eran frescas. “En agosto el frío en el rostro”, dice un viejo refrán popular y por ello esa justificación de Rosendo de que en su casa había frío, por cuyo motivo salió fuera, no es muy lógica. Lo normal es que se hubiese quedado en casa bien tapado con una manta.

Quizá un dato curioso (entre otros), es el que se hace referencia a bailes que ya entonces  tenían lugar en los que participaban los lugareños, pero por lo que respecta al punto clave (la presunta culpabilidad de Rosendo), creo que nada se aclaró.

Más testigos declarando

Hubo más declaraciones de testigos que presentó Rosendo. Entre estos un tal Antonio Álvarez Quindós, un hombre de 34 años, pero que con tan corta edad ya había estado casado con dos mujeres, ambas fallecidas. Una de estas, la madre de María Viñales. Había sido pues el padrastro de María, pero también, por lo que parece, amigo de Rosendo, del que dice que es una persona honesta y que nunca vio en el acusado tendencia alguna al «vicio»  de la sensualidad ni a decir palabas lascivas.

Vamos, lo que hoy llamamos por ejemplo estar siempre contando chistes muy verdes. Aclara que ahora, con la que fuera su hijastra, tiene muy poco trato y que sabe que un tal Santiago Raposo (de Matachana) la pretendió, pero siempre en términos honestos y corteses. También que María lo rechazó y que tanto él cuando era su padrastro como la que fuera su mujer (y madre de María), se opusieron a que esta se casase con el individuo de Matachana. En cuanto a la opinión de María Viñales señala que siempre fue una mujer honesta sin dar lugar a murmuración alguna, tanto en Castropodame como en otros lugares, como Cubillos, donde también fue sirvienta. En definitiva, una de cal y otra de arena.

El incidente que afectó a Castropodame, San Miguel de las Dueñas y Matachana debió tener amplia repercusión, aunque a mitad del siglo XVIII, no había redes sociales. Antonio Álvarez Gundín, un vecino de Matachana llamado a declarar, señaló que en las eras de Bembibre, se había comentado el asunto y que había división de opiniones, unos culpaban a Rosendo y otros decía que era inocente, refiriéndose al hecho concreto de que fuese el padre de la criatura hallada muerta.

También indicó que Santiago Raposo le había contado como María de Viñales en muchas ocasiones lo había rechazado, cuando este le propuso matrimonio, hasta el punto de que Santiago Raposo (también de Matachana) se había, al parecer, enojado un poco. No obstante el detalle más importante (para este dilema), es que Santiago Raposo insinuó que aunque había sido rechazado como esposo, había mantenido relaciones sexuales (trato ilícito) con María. El hombre rechazado habría declarado, que pese al rechazo ya le había llevado «lo mejor» a la moza. Este es el punto que interesaba sacar a relucir a Rosendo. Claro que la opinión de un hombre que recibió reiteradamente «calabazas», quizá no es muy de fiar. En cualquier caso y aun cuando así hubiese sido, ello no es suficiente para exculpar a Rosendo.

Otro de los testigos fue Antonio Ramón, un mozo de unos 25 años, hijo de Don Manuel Ramón el juez de Castropodame que inició este proceso y por tanto primo de Rosendo. Hace una descripción de su primo como un hombre que siempre ha sido un «buen cristiano, temeroso de Dios y de los santos» y que, como tal es considerado en muchos lugares por los que ha viajado, cumpliendo encargos del padre del declarante. Considera que la acusación contra Rosendo planteada por María es sólo una artimaña de esta moza, con el fin de casarse con Rosendo y también «cubrir su debilidad». Es decir, entiendo yo, que María se inventó lo referente a sus contactos con Rosendo, (incluyendo por ello la promesa matrimonial), sólo para justificar el que habría sido (en aquellos tiempos), un comportamiento indecente de la moza, con resultado de un embarazo estando soltera. Después habría culpado a Rosendo y, si este accedía a casarse con ella, el problema habría quedado resuelto.

Para justificar sus afirmaciones, señala que Santiago Raposo el pretendiente de María, entró a verla algunas veces a la casa del Señor Cura, incluso cuando el cura no estaba. También dice que a la casa del cura de Castropodame entraba el otro pretendiente. Cita como garante de sus afirmaciones a la otra criada del cura (Manuela de Rivas) e incluso dice que al pretendiente de Castropodame, el mozo Alonso González, lo vio retozando con María dentro de la casa del cura. Sin embargo Manuela de Rivas, en su declaración, no confirmó las declaraciones de este primo de Rosendo.

Por otra parte y respecto a lo que sabía sobre lo que hizo Rosendo las noches de 14 y 15 de agosto de 1758, dijo que el día 14 llegó tarde porque había estado pescando truchas, lo que si parece que fue cierto y que después durmió en casa del declarante. Respecto a la otra noche dice que ha oído decir que la pasó toda ella conversando con Olaya Vegal (moza soltera de Castropodame) y con Francisca Cuadrado viuda de Castropodame. Estas dos mujeres en su declaración dieron una versión totalmente distinta de los hechos, como hemos visto. Ambas dijeron que preguntaron a Rosendo como estaba tan temprano por la calle. Además eso de que Rosendo se pasase toda la noche conversando con una viuda y una moza y en aquellos tiempos…pues no parece lo más habitual. En definitiva este primo de Rosendo realizó unas declaraciones que parecen desmentirse por si solas.

Más mujeres declarando

A juzgar por lo que hoy sabemos, parece que Rosendo  no era  lo que hoy llamamos una buena persona. Mas bien un sinvergüenza, irresponsable y machista, pero es curioso que en su tiempo muchas las mujeres declararon a su favor. Claro que posiblemente había «gato encerrado». Era el acusado un tipo que aunque caradura, parece que era muy atractivo para las mozas de su época y ante esto…luego veremos más detalles. Una de estas mozas se llamaba Luisa Cuadrado. Tenía unos 22 años y como veremos, no era una mujer más en esta historia, pero no adelantemos acontecimientos. En su momento declaró no ser ni amiga ni enemiga de ninguna da las partes en litigio, pero… Lógicamente al ser presentada por la parte de Rosendo, defendió la honestidad y honradez de este mozo de su pueblo y dijo que era buen cristiano. Señaló que nunca tuvo noticia de trato inapropiado entre Rosendo y María, aunque oyó decir a Antonia Payero  hace meses que Rosendo, se pensaba casar con  María Viñales. Nada más. También afirmó tener noticias de que Santiago Raposo  el de Matachana pretendía a María, pero no le consta que hubiese entre ambos trato ilícito.

Asimismo prestó declaración Antonia Payero la mujer citada por Luisa Cuadrado. Antonia tenía unos 28 años, pero ya era viuda. Defendió la honestidad de Rosendo y contó que cierto día ( agosto de 1758 le parece) estaba en la fuente lavando ropa con María Viñales y que le dijo a esta que una tal Escolástica Martínez, otra moza del pueblo se pensaba casar con Rosendo y que entonces María Viñales se sobresaltó y dijo que eso era imposible, que Rosendo no era para Escolástica. La declarante sospechó pues que era María, la que quería casarse con Rosendo y de ahí su sobresalto. Asimismo declaró que Santiago Raposo le había dicho que quería casarse con María Viñales, para cumplir cierta obligación y que no sabía, a que se refería en concreto con esa obligación.

Este asunto de la obligación parece apuntar a que tiene algo que ver con las hipotéticas relaciones ilícitas. La propia Antonia Payero lo deja entrever en algo más que declaró. Dijo que el día de San Juan del año 1758 ( 24 de junio ) asistió a una entrevista entre María de Viñales y Alonso González el pretendiente de Castropodame. En aquella ocasión el mozo le dijo a María que porqué razón no quería casarse con él, a lo que la moza replicó que porque «no le debía obligación alguna» y añadió algo más, que puede ser importante. Dijo textualmente María que «dado caso que se la debiera, que primero consentiría quedarse preñada y criar la criatura que casarse con él». Vamos que al mozo de Castropodame no lo quería ver «ni en pintura» como hoy decimos.  

El problema (apunto yo) está en que parece dejar entrever que cuando se aludía a la obligación, era un modo de decir que tras haber tenido trato ilícito (relación sexual) se adquiría por ambas partes parece la obligación de contraer matrimonio. El pretendiente de Matachana habría dicho según los testimonios que tenía una obligación con María. Así pues… la idea de que el pretendiente de Matachana hubiera «pasado la línea roja» en su relación con María, empieza así a ser creíble. Antonio Álvarez Gundín ya lo había insinuado y también otro de los primeros testigos en declarar, (Felipe González), todo dentro del contexto de la mentalidad de la época. Lo que F. González indicó lo hizo además en términos, que hoy resultan un tanto groseros y machistas, si bien basándose en afirmaciones que curiosamente, habría hecho la propia María.

Por si fuera poco, hay otro testimonio de otra mujer (vecina de Matachana) que apunta de nuevo en la misma dirección: el trato ilícito de María con el pretendiente de Matachana. La vecina de Matachana se llamaba Manuela Gundín y describe una escena un tanto curiosa. Dijo que en cierta ocasión María fue a Matachana y rogó a la declarante que llamase a Santiago Raposo , que este mantuvo una entrevista con María y que al final de la misma, oyó a la mujer decir: «ven acá demonio, tu estás casado y yo estoy perdida». También que Santiago dijo: «Vaya, vaya, ¿dónde me esperas?» a lo que María respondió que en la Reguera de Presas. La testigo añadió que después supo, que María había ido a buscar a Santiago Raposo para que declarase como testigo, a su favor. También dijo que Santiago había pretendido con insistencia a María y que esta siempre lo había rechazado.

Todo apunta a que Santiago (casado) y María (soltera y perseguida por la justicia) concertaron una entrevista en la Reguera de Presas. Es este un paraje discreto aún hoy conocido. Se halla entre Matachana y Castropodame, en la hoy carretera que enlaza ambos pueblos. El nombre ha de ser atribuido, a que por allí discurre un arroyo que debía servir para que en invierno funcionasen unos molinos (hoy desaparecidos), llamados entonces Molinos de Valdeturienzo (valle de Turienzo Castañero) que tenían lógicamente sus presas de abastecimiento.

Si empezamos a encajar las piezas, cabe suponer que María en su desesperación, ofreció a su antiguo pretendiente favores sexuales, para que este accediere a declarar a su favor en el juicio lo que en efecto hizo. Quizá pudo ser más bien un chantaje en toda regla, que el hombre hizo a María, por haber recibido muchas «calabazas». El antiguo pretendiente y pese a estar casado, no habría tenido reparo en ser infiel a su mujer. De ahí la alusión (de matiz machista hoy día), de ese antiguo pretendiente de Matachana, de que había llevado lo mejor a la moza soltera. Claro que aun suponiendo que en efecto así hubiere sido, habría sido después del nacimiento ya conocido en el convento de San Miguel de las Dueñas. La presunta culpabilidad de Rosendo seguiría intacta, aunque estos y otros detalles servían para insinuar, que quizá el embarazo de María que dio lugar al largo pleito, pudo ser debido a su pretendiente de Matachana. Es lo que a Rosendo le interesaba demostrar.  

También la viuda de 51 años Manuela de Rivas (vecina de Astorga) y compañera de trabajo de María Viñales, cuando ambas estaban sirviendo en casa del cura de Castropodame; declaró por parte de Rosendo defendiendo la honestidad de este mozo y afirmando que le parecía que María le estaba acusando injustamente. Afirmó que jamás notó nada extraño entre su antigua compañera de trabajo y Rosendo, pese a que debió ver en muchas ocasiones a ambos (eran vecinos) muy cerca.

En definitiva que a juzgar por las declaraciones de los testigos presentados por la parte de Rosendo, parece claro que este es inocente. No obstante y como debe ser en todo juicio hay que escuchar también a los testigos de la otra parte y después analizar y contrastar, las declaraciones (en general contradictorias) de cada parte.  Eso lo veremos en el próximo capítulo.
 

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