El Botillo del Bierzo se asienta en un incremento del 5% de ventas cada año

El año pasado certificó 254.297 unidades en las nueve empresas inscritas en la IGP, y consiguió un volumen de negocio de 1.650.000 euros , el máximo en sus 16 años de vida

Mar Iglesias
26/12/2016
 Actualizado a 14/09/2019
Los botillos bercianos son el símbolo de su gastronomía particular. | ICAL
Los botillos bercianos son el símbolo de su gastronomía particular. | ICAL
El Consejo Regulador de la Indicación Geográfica Protegida Botillo del Bierzo cumple 16 añossin aspavientos. Crece su consumo pero su presidente, Óscar Ramos, asegura que no supera el 5% cada año. Eso le hace mantenerse en la misma tónica y sin más pretensiones que ese mantenimiento en los mercados interiores, porque el planteamiento de sacarlo fuera queda lejos aún «requiere mucho esfuerzo y es complicado», dice Ramos «algunos a título propio si lo hacen». En casa es donde más encaja el botillo, sobre todo en la comarca donde desde las primeras heladas del mes de noviembre huele a matanza «esa es una época fuerte», dice Ramos. Conservar las tradiciones es un punto a favor del botillo, que se vende en base a ellas como un producto típico de la comarca que se mantiene. El botillo suena con fuerza sobre todo en Barcelona y Madrid, donde ha encajado por las intenciones de algunos bercianos que se han convertido en embajadores de lujo del embutido rey.

Así las cosas, la IGP del Botillo a lo que aspira es a seguir trabajando como lo está haciendo «sin novedades a corto plazo», dice Ramos, pero manteniendo la asistencia a ferias para promocionar el producto y, sobre todo, siguiendo adelante con la colaboración con los hosteleros que se inició este año y que funcionó a la perfección.

‘Las tentaciones del Rey’ fue el nombre de las jornadas post carnavaleras del botillo que se iniciaron en febrero, manteniendo esa tradición de consumir el primer botillo del año en navidad y el último el martes de carnaval, en una fiesta que da entrada a la cuaresma. La IGP mantuvo en menú, durante todos los fines de semana después del carnaval hasta la llegada de la Semana Santa, el botillo como enganche en la mesa.

El precio del menú no podía subir de los 18 euros y la pretensión era dinamizar el turismo, la gastronomía y la cultura de la comarca alrededor del sabor del botillo. Además, entre los participantes se sorteaba un viaje relax para dos personas, un premio que también se destinaba al hotel participante. El botillo tenía que ser de las nueve empresas que están inscritas en la IGP (Embutidos Pajariel, de San Román de Bembibre, El Abuelo Manuel, de Molinaseca,La Encina, de Ocero, El Molinés Siglo XXI, de Ponferrada, Santa Cruz de Montes, también de San Román de Bembibre, Industrias Cárnicas Prieto López, de Cueto, Jamones y embutidos Juan Fernández, de Toral de los Vados, Industrias Cárnicas Julio, de Ponferraday Chacinera de Laciana, la única de fuera de la comarca, ubicada en Caboalles de Abajo.

«Queremos que los hosteleros se impliquen», dice Ramos, porque la pretensión no es que el botillo se mueva, sino que vengan a comerlo dentro «y este es un primer paso para conseguirlo».

Desde los monasterios bercianos a las mejores mesas, con la intención de implicar a los hosteleros


La historia del botillo berciano  nace de los monjes eremitas y se enmarca en las montañas bercianas. Ya en época prerromana hay noticias del cuidado de los cerdos, pero en la Edad Media se hace más abundante. En los grandes monasterios del Bierzo hay referencias del embutido rey «los grandes señores como los marqueses de Villafranca exigen a los renteros el pago en cerdos y tocinos». Los cerdos se alimentaban con bellotas y centeno y cuando llegaba el invierno sacrificaban a los animales «se separaba con habilidad las costillas, los huesos de la cabeza y el rabo, que cortaban en trozos e introducían en una artesa mezclándolos con sal, pimentón, ajo y orégano. Tras un periodo de tiempo en adobo, lo introducían en grandes tripas que cosían y colgaban unos días a secar, tras ahumado con leña de roble y tomillo». El primer botillo se comía el día de Nochebuena  «porque era considerado un plato de fiesta», y celebraba también el fin de las matanzas. El resto de los botillos –unos cuatro se hacían por cada cerdo- se comían los domingos y en fiestas patronales. Ahora la tradición es hacerlo en San Blas, el 3 de febrero y en el Carnaval, casi siempre el último del año.  Botillo viene de Botellus, que significa salchicha, morcilla o chorizo, pero también intestino. Es el símbolo de la gastronomía berciana y se elabora en los 38 municipios que componen la comarca.

El Consejo Regulador de la IGP del Botillo se creó en septiembre del año 2000 y desde entonces su evolución ha sido imparable, mucho más dilatada en los primeros años. Comenzaban ese camino 12 empresas que certificaban 86.851 kilogramos de producto, es decir, 90.544 unidades, con un volumen de negocio de 238.840 euros. El segundo año de vida pasó a comercializar 217.574 unidades certificadas y a doblar el volumen de negocio, con 569.036 euros. Aunque el número de empresas fue cayendo con el mínimo de siete en 2012, el volumen de negocio nunca fue a menos, aunque sí las unidades certificadas. Ese año se consiguieron 1.345.115 euros de facturación con 244.982 unidades, unos 30.000 menos que el año anterior. En 2015 fueron 254.297 unidades las certificadas en nueve empresas y la facturación subió a 1.650.000 euros.
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