Ver correr al ultrafrondista Miguel Basurco por El Bierzo forma parte del mismo paisaje en el que cada año organiza la subida a Dragonte. Su Dragoman invernal habla de superhéroes, y él lo es porque más de una vez se ha puesto la capa con la bandera del Bierzo para abanderar las causas que no le dejaban dormir de desarrollo comarcal que no salían adelante.
Cuando solo tenía 25 años y unas piernas ya fuertes, que le traían a Ponferrada desde Villafranca como algo habitual, decidió hacer algo para sumarse a una lucha que entonces estaba candente y que también llevó sobre sus hombros el fallecido líder bercianista, Tarsicio Carballo, la solicitud de que El Bierzo tuviera un campus universitario. Por aquel entonces era una cuenca minera que quería crecer de la mano de la educación. Y Basurco tenía claro que debía ser así, tanto que se puso las zapatillas y se retó a sí mismo a dar visibilidad a la petición: correría 24 horas por el polígono de las huertas sin parar. Dicho y hecho. Aunque hubo momentos en los que creyó que sumar más de 200 kilómetros era un imposible, esa palabra no está escrita en su diccionario particular y cubrió toda la esfera del reloj corriendo. La gente se agolpaba para animarlo, lo veía, se iba, volvía…Lo mejor para él fue conseguir que el año siguiente ya se diera el sí a ese campus.
Basurco ha seguido corriendo, es una forma de ver la vida desde ese movimiento de cadencia constante. Y, en cada necesidad berciana, ha vuelto a responder de la misma manera, mirándose a los pies. Lo hizo en contra del proyecto de incineración de residuos de la fábrica de Cementos Cosmos de Toral de los Vados, que levantó al Bierzo en una de las mayores movilizaciones que se recuerdan, encabeza por el locutor Luis del Olmo.
Él presentó su reto, correría siete maratones seguidos para paralizar ese proyecto. Lo hizo, en compañía de otros corredores que querían compartir algunos kilómetros de esos casi 300 que iban uno tras otro. Y se consiguió, de inicio, paralizar aquel proyecto.
Ahora ha cambiado la carrera por la brazada y eso le cuesta lo suyo, porque es carne de playeros, pero la gesta de cruzar el Estrecho para solicitar oncólogos estables en El Bierzo le ha dado fuerzas para meterse en la piscina y volver a lograr su fin.
Su hija, que le ha hecho el abuelo más afortunado del mundo, estudió enfermería en ese Campus del que é les partícipe de alguna manera. Su mujer vivió un cáncer terminal en el Hospital El Bierzo, en el que espera también ser partícipe de esa reivindicación de Oncólogos. Y todo eso le acerca especialmente al recuerdo y al compromiso, hasta el punto de querer compartir una gesta que tenia ya en mente, con un mensaje. Como siempre ha hecho, Basurco es un peleón de raza. Lo hace por ese espíritu del ir a por todas, pero a veces encuentra en ese todas una necesidad que no puede dejar a solas. Y con esa doctrina se ha sumado a Oncobierzo ahora, mañana, si el Bierzo le necesita, volverá a ponerse la capa.