La longevidad berciana se pone en valor con un proyecto que podría impulsar su candidatura para convertirse en una nueva Blue Zone a nivel mundial. Solo existen cinco zonas reconocidas de este tipo -Cerdeña (Italia), Okinawa (Japón), Nicoya (Costa Rica), Loma Linda (California) e Icaria (Grecia)-, y todas ellas comparten un denominador común: una esperanza de vida excepcionalmente alta y una forma de vivir donde la calma, la comunidad y la alimentación local son la verdadera medicina. Ourense espera tramitar su reconocimiento como la sexta Blue Zone del mundo, y las similitudes del Bierzo son tantas que el sueño de sumarse a ese mapa azul parece, esta vez, más que posible.
Según explica la técnica de Igualdad del Consejo Comarcal del Bierzo, Loli Haro, la comarca cuenta con 21 municipios donde viven personas centenarias, un fenómeno que se da con una frecuencia inusual y que está estrechamente ligado al modo de vida berciano. «Aquí las personas mayores mantienen una movilidad natural, porque van a la huerta o a pasear a su mascota. Tienen una actitud positiva ante la vida, se alimentan con productos locales y viven rodeadas de afecto, en entornos donde se las quiere y se las cuida», señala.
Los datos respaldan esa percepción. De acuerdo con el Plan Comarcal para la Implementación de la Agenda 2030 en El Bierzo, más del 20% de las personas centenarias de la provincia de León residen en municipios bercianos.
En total, la provincia cuenta con 306 personas de 100 años o más, de las cuales el 81% son mujeres, lo que confirma una clara feminización del envejecimiento. Carracedelo y Folgoso de la Ribera encabezan la lista con cinco centenarios cada uno, seguidos de Cacabelos, Sobrado y Villafranca del Bierzo, con tres.
Este envejecimiento acumulado tiene, además, un impacto directo sobre la sostenibilidad del sistema de cuidados, la estructura productiva y la vida comunitaria.
El reto, por tanto, no es solo demográfico, sino también social: cómo convertir esa longevidad en motor de desarrollo.
Con esa visión nace el proyecto Territorio Azul Bierzo 2030, financiado con una ayuda del Ministerio de Derechos Sociales, Consumo y Agenda 2030 por un importe total de 159.000 euros -de los cuales 141.000 proceden de fondos ministeriales y el resto los aporta el propio Consejo Comarcal-. La iniciativa fue seleccionada en tercer lugar entre más de 600 proyectos presentados en toda España.
Su objetivo: revalorizar el papel de las personas mayores, promover un envejecimiento activo y fomentar hábitos de vida saludable en toda la comarca.
Tal como explica la consejera de Formación, Laura Fernández, el proyecto se desarrollará en cinco fases, comenzando con un diagnóstico detallado de la situación y continuando con programas de acción. «Es un proyecto serio, participativo y continuado, aunque algunas voces lo menosprecien», subraya Fernández, en alusión a las críticas de la oposición hacia las políticas vinculadas a la Agenda 2030.
Entre las acciones previstas figuran rutas saludables, talleres de alimentación, huertos ecológicos y actividades de calidad de vida, que implicarán directamente a más de 8.300 personas y podrían alcanzar indirectamente a unos 40.000 vecinos, es decir, casi a toda la comarca. Además de reducir desigualdades, el programa busca impulsar la economía circular, la movilidad activa y el arraigo rural.
Para el presidente del Consejo Comarcal, Olegario Ramón, «es un programa que tiene trascendencia para la gente y demuestra la importancia de lo pequeño».
Ramón defiende que proyectos de este tipo son el ejemplo más claro del poder transformador del ámbito local. «A veces lo que cambia una sociedad no son las grandes infraestructuras, sino las pequeñas acciones que recuperan la vida en el territorio», apunta. El Bierzo se consolida así como un laboratorio natural de envejecimiento activo.
Un lugar donde la longevidad no es una excepción, sino una herencia colectiva. Donde los años se celebran y la calidad de vida se mide en cercanía, en aire limpio, en la cadencia del tiempo rural. Quizá por eso, en este rincón del noroeste leonés, la vida no se marcha deprisa. Se queda.