Como en el caso de la Ponferradina no es fácil elegir a un inolvidable de más de un siglo de historia de la Cultural. No se puede olvidar que en la Cultural jugó ‘El Divino Calvo’, César, el máximo goleador del Barcelona hasta la llegada de Messi; Vallejo, de una calidad incuestionable o aquel equipo que los culturalistas recitan de memoria desde Bernardo a Zuazaga... Pero César solo estuvo un año y en cierto declive; Vallejo se fue al Atlético de Madrid; los del 11 de los recuerdos —con el Pichichi Marianín de delantero centro— están por suerte vivos la mayoría, de la famosa delantera solo falta Zuazaga...
Repasando el resto y esas condiciones de leonés, capitán, fiel a los colores de la Cultu... y excelente jugador, irrumpe Antonio Flórez Díez, más conocido por Miche o, entre sus compañeros, El Galgo o El Gamo de las cinco liebres, lo que nos evita tener que explicar cómo corría la banda. Tiene Miche otra condición para no caer en el olvido, al dejar el fútbol regentó un bar en el Barrio Húmedo, el Miche —cómo iba a desaprovechar el tirón de su nombre y su leyenda— famoso por sus calamares a la gabardina. Y ‘entre bares’ fue su vida pues había nacido en Riello (el 23 de mayo de 1929), en el lugar conocido con el curioso nombre de La cantina de las madreñas (donde hoy está el bar de Manolo), que además de bar era tienda de ultramarinos. Su padre, El Carretero de Bonella, es otro de los históricos de aquella comarca. Hablando de familia, sobrina de Miche es una de las históricas de la fotografía de prensa en España, Marisa Flórez, que plasmó los hechos más importantes de la Transición española, entre ellas la emblemática imagen de Pasionaria y Alberti entrando juntos en el Parlamento.
Miche estudió, y comenzó a jugar al fútbol en las Agustinos, pasó a un equipo del barrio (El Águila), entonces con el nombre de Antonín.
- ¿Y lo de Miche?
- Es el bolo más pequeño de los 10 de la bolera leonesa... y como yo era muy escuchimizado.
Aunque después se convirtió en uno de los tipos más espigados de aquella Cultural que subió a Primera, con un gol de Miche en el partido decisivo para el ascenso.
La fidelidad de Miche a la Cultural (y no le faltaron ofertas para irse) fue incuestionable, diez temporadas seguidas, desde la 48 a la 58, cinco en Tercera, cuatro en Segunda y la histórica 1955-56 en Primera, marcando siempre un número interesante de goles pese a ser uno de los extremos a la antigua usanza, cuya función primordial era poner balones al delantero centro. Marcó 52 goles con los culturalistas, 4 en la temporada en Primera. Pero Miche, excelente conversador de fútbol, a la hora de definir a aquel equipo glorioso decía que la clave era que "corríamos todos. Y mucho. Mérito de Galarraga, una persona fascinante que basó el éxito como grupo en reforzar los lazos de amistad entre todos los jugadores, lo que propició un sentimiento de solidaridad entre todos nosotros".
Curiosamente Miche no recordaba su mejor gol sino su "no gol", el año de Primera: "Fue contra el Madrid, tuve en mis botas la victoria el famoso día del 2-1 en el Bernabeu. Nos adelantamos 0-1 y tuve dos veces el 0-2, la primera salió rozando el poste, y la segunda, de cabeza, se estrelló en el larguero... no lo olvido".
Al que no se puede olvidar es a él, un grande de la Cultural. Aunque si le preguntabas a él por el mejor jugador con el que había compartido vestuario no lo dudaba: Vallejo. Y Marcelino, con el que coincidió el año que estuvo en Ferrol. Y César, claro. "Me enseñó mucho".
Para cerrar el círculo perfecto, Miche se fue a pasar sus últimos días en Ciudad Real donde un hijo tenía... un bar