A pesar de llevar menos de 48 horas en la capital berciana, el ucraniano se ha convertido en el ‘ojito derecho’ de la hinchada, un cariño que espera devolver sobre el terreno de juego. «El recibimiento por parte de los aficionados y mis compañeros ha sido fantástico, se han portado muy bien conmigo», confiesa Dmytro.
Por ello, el ucraniano está dispuesto a ponerse las pilas para superar la barrera idiomática lo antes posible. «En un par de meses podré entenderme con todo el mundo y será perfecto», afirma.
