La goleadora pionera que derribó barreras

El 28 de septiembre presenta su biografía la futbolista leonesa Celsa García, que empezó a jugar en la plaza de La Vecilla, marcó más de 500 goles y sólo fue frenada por las lesiones

21/09/2023
 Actualizado a 21/09/2023
Celsa, durante su etapa en la selección española. | L.N.C.
Celsa, durante su etapa en la selección española. | L.N.C.

Sólo había una niña que quería jugar al fútbol con los chicos en la plaza de La Vecilla. Con el histórico torreón como testigo, Celsa García Robles empezó a dar patadas a un balón y, de paso, a soportar los comentarios de los que no estaban acostumbrados a ver mujeres jugando al fútbol, a los que parecía que en cierto modo les importunaba. Sin embargo, no es ella precisamente de dejarse llevar por las críticas, sino probablemente de todo lo contrario. En los comentarios despectivos, que por suerte han pasado a la historia en la mayoría de los casos, encontraba una motivación, tapar bocas, demostrar el talento le pese a quien le pese. Y lo consiguió hasta donde las lesiones se lo permitieron. 

Después de jugar con los chicos de su pueblo, Celsa García se dejó llevar por su amigo Alfredo, ya fallecido, a una prueba que se hacía en Villamanín. Alfredo corría maratones con el CAR de La Robla, y otro de los que estaba implicado en el desembarco de esta mujer que marcaría historia en el fútbol leonés fue Eloy Menéndez. No era el de Villamanín un campo especialmente preparado para el fútbol, más bien un prado con una portería donde, aprovechando un partido que allí disputada el célebre conjunto del Puente Castro, quería hacer unas pruebas para conocer el nivel de los jugadores y las jugadoras de la zona. Celsa llamó pronto la atención de los ojeadores, pues en aquel partido marcó varios goles que la convirtieron en la indiscutible protagonista del encuentro. Su calidad era evidente, su ambición también, pero lo que hizo de Celsa un talento especialmente atractivo para todos los equipos de fútbol femenino, que no eran demasiados a finales de los ochenta, es que se trataba de una jugadora zurda. 

Recuerda que bajaba en el tren de Feve a entrenar a León, primero a Puente Castro, luego a La Palomera, y que cuando terminaba alguien la tenía que subir en coche de vuelta a La Vecilla porque ya no había trenes. Recuerda también aquellos viajes maratonianos para cumplir con los compromisos cuando el León Futbol Femenino llegó a la que entonces era la máxima categoría en España: «Salíamos de Puente Castro a medianoche y llegábamos a Barcelona por la mañana. Parecía que estábamos bien, pero luego, en la segunda parte, nos pasaba factura el viaje, el no dormir, y nos pasaban por encima. Siempre fue muy difícil para nosotras competir con las jugadoras catalanas y las vascas, donde había otra cultura, otras infraestructuras, donde era menos raro que en otras partes de España, como por ejemplo León, ver que las mujeres jugábamos al fútbol en aquella época». Como premio, cambiarse en los vestuarios del mismísimo Camp Nou, aunque luego les cayera un 5-0. 

«En León era raro ver que las mujeres jugábamos al fútbol en ataquella época, en otras partes de España no»

Desde su puesto de interior izquierda, Celsa fue siempre la pichichi de los equipos de los que formó parte, y destacaba por la gran cantidad de goles olímpicos que marcó: hasta 33 directos desde el córner a lo largo de toda su carrera deportiva. Su progresión fue tal que un día llegó una carta oficial al Puente Castro para anunciar que Celsa García Robles había sido una de las convocadas para la selección española, para viajar a la localidad alemana de Lübeck. Allí no llegó a debutar, sino que lo hizo en un partido que se disputó en el descenso de un encuentro de Copa del Rey entre el Real Valladolid y el Real Madrid en el desaparecido estadio Vicente Calderón. Como siempre a lo largo de su historia, el fútbol femenino había estado desplazado, se le destinaba lo que no querían los hombres, a todos los niveles, lo que explica que, como cuenta Celsa, cuando llegó al conjunto nacional le dieron un chándal que ponía “Gordillo”. 

Preparando la Eurocopa de 2007 se rompió la rodilla  y, a su vuelta a la selección, un dedo del pie por estrés

El gran reto era el Campeonato de Europa de 1997, el primero en el que iba a participar la selección española femenina. Pero preparando aquella competición, en los campos de entrenamiento del Centro de Alto Rendimiento Deportivo de Barcelona, llegó el horror: «cascó la rodilla», dice con una mirada que aún hoy encierra una cierta dosis de decepción.»Los fisioterapeutas lo intentaron todo, pero la única verdad era que la lesión que yo tenía lo que requería era descanso porque tenía la rótula desplazada». Esa lesión condicionó su trayectoria. Con la decepción de perderse aquel histórico Campeonato de Europa, se recuperó durante el verano y en septiembre de 1998 volvió a la selección. Preparando un partido que se iba a disputar en Portugal, se rompió un dedo del pie por estrés. 

Otra lo hubiera dejado en ese momento, más si se tiene en cuenta que el fútbol femenino no generaba prácticamente ingresos en aquella época para quienes lo practicaba, pero Celsa García Robles se dijo que «a mí no me va a retirar una lesión». Consiguió alcanzar la cifra de los 500 goles y obtuvo el reconocimiento de toda la sociedad leonesa, a nivel institucional y deportivo, pues no en vano fue pionera de un deporte pionero, o al menos así se podía considerar en aquella época. En 2004 se sacó el carné de entrenadora nacional y actualmente forma parte del equipo técnico de la sección femenina de la Cultural y Deportiva Leonesa que nació en la temporada 2022-2023 con motivo del centenario del club.
Este jueves 28 de septiembre se presentará su biografía, ‘Celsa García Robles’, leyenda del fútbol femenino. Una historia real», de la leonesa Beatriz Abad, a las 19:00 horas en el salón de actos del Ayuntamiento de León. 

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