Cuando las lesbianas se veían en los váteres... y fue "casi ayer"

El colectivo LGTBI está estos días de celebración y, en algún caso, víctima de ataques. Un buen momento para reflexionar "de dónde venimos" a través de un reportaje de 1987 en el cual se contaba cómo las lesbianas leonesas debían verse a escondidas en los váteres públicos. Y en el mundo rural...

Fulgencio Fernández
28/06/2020
 Actualizado a 28/06/2020
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Explicaba Luis García las esculturas que se han colocado en los alrededores de la Cueva de Valporquero, su significado, los diálogos que establecen con la naturaleza y entre ellas, también con la historia. Y al llegar a la pieza de Miguel Escanciano, una boca con los labios cosidos, fue contundente: «Es una pieza de gran crudeza, dura, como muy duro fue el silencio y la represión que en lugares como León vivieron colectivos como los homosexuales».

Las lesbianas de aquel León  (año 1987) se citaban mediante anuncios por palabras en clave y se veían en los váteres públicos de determinados localesEn este 28 de junio, en el que se celebra el Día Internacional del Orgullo LGBT, recordando los disturbios de Stonewall (Nueva York)de 1969, que marcaron el inicio del movimiento de liberación homosexual, reflexiones como la de Luis García nos invitan a mirar a nuestra realidad, a ésa de la que hablaba. Y en la primera celebración recogida en el periódico La Crónica de León, en 1987, bendita hemeroteca, encontramos un singular reportaje que nos explica de dónde venimos desde el titular: «Las lesbianas leonesas entablan contacto en los váteres públicos», y en el subtítulo añade otra realidad: «La ley del silencio: en la provincia no hay cifras de mujeres homosexuales». Y hablamos de 1987, como quien dice ayer.

Desvelaba el reportaje cómo las lesbianas de aquella época vivían una situación de clandestinidad,viéndose obligadas, por ejemplo, a contactar a través de anuncios «en clave» en las secciones de anuncios por palabras de los periódicos. A semejanza de las páginas de Sauna y Masajes de los diarios nacionales, donde los anuncios son mucho más claros.

Ni se puede pensar en los llamados locales de ambienteque ya existen en las grandes ciudades, pero sí en la existencia de pubs en los que se pueden entablar relaciones homosexuales, hablando de la existencia de «guetos de timbre y portero».

También se habla de una calle de la ciudad, Papalaguinda —posteriormente la calle de la prostitución hasta ser expulsadas al otro lado del río—donde se cuenta que «es frecuente ver a varios chaperos (prostitutos), sentados en un banco, esperando la llegada de coches de lujo».

En la calle Papalaguinda se sentaban en un banco varios ‘chaperos’ que esperaban la llegada de clientes, casi siempre en coches de lujoPero si la situación era complicada en la ciudad mucho peor era la situación en el mundo rural. De ella habla (en 1987) la especialista Empar Pineda, periodista y licenciada en Filología, activista y estudiosa de colectivos feministas Lasbianas. Es muy clara, y contundente: «La situación de las lesbianas en el mundo rural es muy dura, viven en la permanente negación de su deseo, de tener que aparentar, disimular y, a veces, hasta verse forzadas a casarse». Recuerda que en las grandes ciudades existen los locales de ambiente, «en los que tienes la posibilidad de hablar, conocer a otras mujeres con tu sensibilidad y gustos o bailar entre mujeres, pero en el mundo rural llegan a vivirse situaciones de crueldad».

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No era mejor la situación de los homosexuales, más bien muy parecida en una ciudad como León, como decía Luis García y muchas veces explicó el autor de la obra de Valporquero, Miguel Escanciano. Situación similar a la de ciudades parecidas a León, donde era habitual aplicarles la Ley de Peligrosidad Social y sin olvidar que, por ejemplo, sin estar contemplada en la ley pero sí se aplicaba, «ser homosexual te servía para no hacer la mili». Del poco afecto del régimen franquista habla un hecho ‘leonés’. En 1952 se proclamó Míster Universo el leonés Juan Ferrero, de Puente Almuhey. Por aquellos tiempos el franquismo aprovechaba cualquier resquicio de prestigio internacional pero «silenció completamente su gesta por considerar esa disciplina propia de homosexuales».

Y se apunta la aparición en León de los primeros transexuales y travestis. «Su situación es mucho más cruel que cualquiera de las apuntadas, multiplicada por cien», explicaba el especialista Joaquín Olmeda.
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