La jornada de este martes en el Curso de Verano de la ULE en Cistierna, centrado en la II Guerra Mundial y el franquismo, la cerró la historiadora leonesa Beatriz García Prieto con una ponencia titulada ‘A.P.I.S.: Mujeres espías al servicio” de Franco’, un tema tal vez poco conocido pero importante pues, señaló la ponente, «Franco tenía muy claro que la información era poder. Por este motivo, durante la guerra civil, puso en marcha distintos servicios de inteligencia para obtener datos sobre sus enemigos y adversarios. Unas referencias que emplearía en beneficio de la victoria sublevada y, desde 1939, de la consolidación de su dictadura». Además de ello, «también surgieron redes independientes de espionaje que prestaron sus servicios” al dictador. Grupos que, pese a que alababan al caudillo y mostraban su fidelidad hacia él, en realidad, utilizaron esa imagen subordinada para ganarse la confianza de Franco y así influir sobre sus decisiones; usando, incluso, fake news». Y aportó ejemplos de esta falsa fidelidad o, cuando menos, interesada:«Llamativo es el caso de A.P.I.S., una red dirigida por la teresiana carlista María Dolores de Naverán y formada exclusivamente por mujeres (reales y ficticias) que manipuló al tirano franquista a lo largo de casi tres décadas (desde 1937 a 1965). Para lograr esta hazaña, estas ingeniosas damas se aprovecharon de una de las debilidades de Franco: su obsesión contra los masones».
La red A.P.I.S., ligada al carlismo y al catolicismo radical, se especializó en el uso de la masonería como disculpa para ganarse el favor de Franco
Recordó García Prieto que los planteamientos antimasónicos ya venían de siglos anteriores pero arreciaron durante el franquismo. «Este colectivo (los masones) estuvo en el foco represivo desde los primeros bandos de guerra y en la aprobación de leyes especiales. En teoría, dicha legislación estaba previsto que afectase a las personas ligadas a la II República. Sin embargo, si analizamos los expedientes abiertos por la aplicación de estas normas, podemos comprobar que también aparecen personas que apoyaron la sublevación de 1936 y la dictadura». Algo que se puede entender en el contexto de «las luchas de poder mantenidas por las distintas familias políticas dentro del bando sublevado (falangistas, carlistas, monárquicos, católicos). En este contexto, la acusación de masonería – un delito gravísimo a ojos del dictador– se convirtió en un arma arrojadiza y la red A.P.I.S., ligada al carlismo y al catolicismo radical, se especializó en su uso».
Las primeras víctimas de este plan fueron los falangistas, ya que, tras el Decreto de Unificación de abril de 1937, contaban con un inmenso poder. «Avanzando en el tiempo, los sectores más afectados fueron los monárquicos juanistas, con el propósito de impedir que Don Juan sucediese a Franco. En uno u otro caso el esquema de trabajo solía ser el mismo: la supuesta informadora Anita –A. de S.– asentada en Cascais (Portugal) y esposa de un importante masón perteneciente a la Asociación Masónica Internacional, accedía a documentos muy relevantes de dicho organismo en los que se exponía la infiltración de masones dentro de grupos falangistas, monárquicos o el ejército, así como el cumplimiento de órdenes dadas por las logias por parte de estos colectivos; aspectos que hacían recomendables, en su opinión, el control y la desconfianza hacia ellos».
Concluía Beatriz García Prieto analizando los escritos de A.P.I.S. en los que «se mezclaban muchos datos falsos con algunos reales, eran entregados a Franco por personas muy cercanas a él como Luis Carrero Blanco o Jesús Fontán y tuvieron una gran influencia sobre el dictador que escribió artículos con su pseudónimo Jakim Boor e inició grandes campañas propagandísticas antimasónicas basados en estos informes, pero también los utilizó en sus relaciones diplomáticas con el Vaticano o el régimen nazi. En este sentido debemos tener en cuenta que A.P.I.S. también incluyó informes del Intelligence Service, órdenes de Dolores Ibárruri con respecto a España, una carta de Roosevelt, así como correspondencia dirigida, entre otros, al rey de Inglaterra, a Churchill, al Secretario de Estado norteamericano o a Eisenhower».